

BARILOCHE.- Comer bien en San Carlos de Bariloche y la zona de los lagos es uno de los placeres que el viajero que llega a la Patagonia no debería perderse. En el atardecer otoñal, la belleza del paisaje y su variopinto de colores -ocres, amarillos, verdes, celestes, turquesas- se combinan con el deleite del paladar. El salmón y la trucha están en casi todos los menús de cierta categoría. El primero se sembró en 1904, en las aguas de la Patagonia, con huevas provenientes de los Estados Unidos. Apenas pescada y al borde del río posee otro sabor (sólo se puede sacar una por día; el resto, al agua), pero los criaderos abastecen a todos los sitios. Muchos lugares ofrecen té o chocolate caliente con tortas. Si es media tarde y el hambre apremia, la casa de té Bellevue, en el km 24,6 de la avenida Bustillo, es la mejor opción. Se puede empezar con unos brioches calientes rellenos de queso o cualquiera de los sándwiches para continuar con las tortas.
Lugares nuevos y no tanto
En Bahía Serena, en el km 12,2 de la avenida Bustillo, Morgan abrió sus puertas a mediados de enero último. El chef Mitchell Morgan, ex Llao Llao, presenta dos propuestas: un mediodía de comida rápida más económico y un menú bistró por la noche, que rota cada semana. En cada uno de sus platos el cocinero intenta ofrecer algo original, en su decoración y composición. El comensal podrá deleitarse con la trucha al grill con salsa mediterránea, las pastas y los frutos rojos salteados al kirsch con helado de crema como epílogo, entre otros manjares.
Hay lugares para comer que son en sí mismo un paseo. Tal es el caso de los restaurantes de la hostería El Retorno o los hoteles El Casco, Llao Llao, Tunquelén o Mascardi, entre muchos otros. En este último se puede bajar a la playa del lago visto por primera vez en 1791 por Fray Francisco Menéndez, bautizado así por Francisco Perito Moreno en honor al padre Nicola Mascardi, asesinado por los indígenas en 1672.
Desde la mesa, donde las sopas como la de zapallo y los platos clásicos (lomo Strogonoff, trucha, tablas de fiambres ahumados) se preparan muy bien a precios suaves, es posible disfrutar de la paz del lago de los siete colores (azul profundo, verde, turquesa y sus variaciones), llamado así por el frecuente cambio de tonalidad de sus aguas.
Hay refugios en las montañas que, sin exigirle al viajero trekkings muy agotadores, ofrecen muy buena gastronomía. Como el refugio Juan J. Neumeyer en el valle del Challhuaco, donde preparan fideos cortados a cuchillo, un plato de ñoquis o de carne humeante, y hasta una trucha. Las tortas son riquísimas, y todo es muy pero muy casero.
Otra posibilidad es el refugio Linch del cerro Catedral, abierto todo el año salvo cuando hay mucho viento. Desde allí es posible bajar del cerro a pie, en medio de bosques y cascadas; descender por la picada que conduce al lago Gutiérrez o continuar por el sendero que conduce al refugio Frey, de mayor dificultad. Una vez terminado el ejercicio, tanto la pastelería como la cocina del lugar son inmejorables. La sopa de cebolla o de verdura calienta el cuerpo y el alma por pocos pesos; hace frío en la montaña. Los alfajores de maicena o las tortas, de postre.
Tan lejos, tan cerca
El restaurante Kalinka está en la zona de la península de San Pedro, en el camino al Llao Llao. Hay que buscarlo siguiendo los carteles indicadores para poder comer en una mágica casita de montaña con vista al lago, las montañas, la nieve o la lluvia, y disfrutar de la fondue caliente de queso o de carne, los hongos del bosque recién cosechados y las tortas caseras.
Cuando se acerca el invierno conviene llamar para ver si están abiertos. En general son los dueños los que hacen todo, y cuando se van de viaje o se enferman los restaurantes permanecen cerrados.
El asado es amable, sin prisa. Aunque en la ciudad hay muchos comedores buenos, saliendo por la avenida Bustillo en dirección al Llao Llao comienzan a sucederse las parrillas. Entre ellas, destacan El Patacón, el Boliche de Alberto y La Posta del Río. En Villa Catedral el restaurante del hotel posee comida muy buena y se puede tomar el té con tortas exquisitas.
Villa Traful, a 106 km de Bariloche (por Confluencia), es otra villa de montaña donde se puede disfrutar del asado de tiempos largos. Una vez allí, la parrilla La Terraza posee una larga escalera con descanso, llena de flores cuidadas por Marta Maliandi, la dueña e impulsora del lugar. Anselmo Zapata atiende, recibe y cuida la parrilla. El rito del asado es siempre el mismo: en el patio del fondo de la casa, al costado de la obra, en el campo al asador o con cuero, al borde del río en una parrillita portátil o en un cuadrado de pasto, en un camping.
Deleitarse con una tabla de fiambres ahumados es una experiencia riquísima y estimulante: no faltan el ciervo, el jabalí, y, nuevamente, el salmón y la trucha. Y esperar a que Anselmo o quien fuera saque de la parrilla la carne caliente, también.
Los corderos se crían a campo abierto. La calidad de la pastura que ingieren sumado a la falta de contaminación logra que su carne sea excelente, de poca grasa. Y los chocolates. Y los dulces de las llamadas berries -frambuesa, grosella, parrilla, etc.-; en el Sur las exquisiteces sobran.
Silvina Beccar Varela
Para golosos
- Para llevar a casa algo más que chocolate, el Monasterio de las Carmelitas Descalzas, sobre la avenida Bustillo km 19,6, (02944)-44856, tiene los alfajores más ricos. Ingresando por un camino de ripio que también conduce a la iglesia, una escalera lleva al turista a un cuartito blanco, despojado, con un cuadro que dice: "Quien a Dios tiene nada le falta, sólo Dios basta", una conocida frase de Teresa de Jesús. Una pequeña ventana se abre y sólo se ve la cara de una monja de sonrisa afable que vende alfajores del Carmelo y dulces varios, riquísimos.
Datos útiles
Ahumadero Weiss: Palacios 167 (02944) 424829. Tablas de fiambres ahumados, cerveza tirada.
Casita Suiza: Quaglia 342 (426111). Un clásico donde los mozos también lo son. Pruebe la fondue.
Cervecería Blest: Av. Bustillo, km 11,6 (461026). Para tomar cerveza artesanal con tablas de fiambres. Casi siempre está lleno, pero como es grande, el viajero siempre encontrará lugar.
Club de Regatas: Av. Bustillo, km 20,2. Pescado.
El Patacón: Av. Bustillo, km 7 (422182). Parrilla tradicional de Bariloche de muy buen nivel.
El Viejo Munich: Mitre 102 (422336). Confitería.
El Boliche de Alberto: Av. Bustillo, km 8,8 (462285).
Parrilla Kalinka: Av. Bustillo, km 21. (48726). Pastas caseras, fondue, carne. Comida casera en el medio del bosque. Conviene llamar antes de ir.
Kandahar: 20 de Febrero 698 (424702). Uno de los restaurantes más caros y sofisticados de la ciudad.
La Fonda del Tío: Mitre 1130 (428557). Platos de fonda muy bien hechos.
La Posta del Río: Av. Bustillo, km 10 (461035). Parrilla.
Bellevue: Av. Bustillo, km 24,6 (428389).
Casa de té Tante Frida: Mitre 660, (428053).
Casa de té Hotel Mascardi: ruta Nac. 258, km 36, desvío Tronador, sobre el lago Mascardi (490518).
Hostería del Viejo Molino: Av. Bustillo, km 6,4 (448203).
Hotel Llao Llao: Península Llao Llao, Av. Bustillo, km 26 (448530).
SEGUIR LEYENDO


Lanzamos Wellmess, el primer juego de cartas de OHLALÁ!: conocé cómo jugarlo
por Redacción OHLALÁ!

Gala del Met: los 15 looks más impactantes de la historia
por Romina Salusso

Kaizen: el método japonés que te ayuda a conseguir lo que te propongas
por Mariana Copland

Deco: una diseñadora nos cuenta cómo remodeló su casa de Manzanares
por Soledad Avaca Cuenca
