
En busca del chancho salvaje
Al sur del río Salado, en la histórica estancia Las Víboras se organizan cabalgatas a la costa para cazar al animal
13 de noviembre de 2011

La escasa documentación señala que el casco de la estancia Las Víboras –construido a principios de 1800 en estilo colonial–, a 250 km de Buenos Aires, en la localidad de El Tordillo, perteneció a Prudencio Rosas, el hermano de don Juan Manuel. Y que en alguna oportunidad este último se refugió entre sus muros para escapar de los unitarios.
La casa mantiene el esplendor de antaño, rodeada de un parque de añosos árboles y miles de hectáreas que orillan el río y la pampa interminable… ¡Hasta el mar! Remodelada y decorada por las actuales dueñas, Sandy y Giga Dodero, posee 9 luminosas habitaciones con puerta-ventanas al jardín que conservan el mobiliario de época, con cortinas y colchas realizadas con telas traídas de Francia y tapices bordados por ellas.
La estancia posee 9000 hectáreas que pertenecen a la Reserva Natural Bahía Samborombón: alcanza la costa de cangrejales y grandes extensiones que permiten caminatas o cabalgatas guiadas por las anfitrionas, con avistamiento de ciervos, ñandúes, pájaros y caza de chanchos salvajes.
Las Dodero se especializaron en las cabalgatas, dada su afición a la actividad ecuestre. Y si algún valiente se anima a taquear estarán dispuestas a jugar siempre en una cancha no reglamentaria. Si bien la cría de ganado es la principal actividad del establecimiento, los caballos de polo son la debilidad de las hermanas, que cultivan la herencia de un padre polista.
Entre los jinetes eximios, el paseo más popular resulta la cabalgata hasta la costa en busca de los famosos chanchos salvajes de la bahía de Samborombón, que luego serán desparasitados, engordados con maíz y cocinados al horno de barro.
"Pasamos largas horas al descampado. Cuando aparece el chancho todo se descontrola y se vuelve euforia: galopamos tras los animales a toda velocidad. Finalmente, el jinete se tira para finalizar la cacería a pie: hay que lograr agarrarlo, manearlo y atarlo al caballo, tarea nada fácil cuando se trata de un ejemplar que pesa entre 15 y 50 kilos, enojado y peleando por su libertad", cuenta Giga.
La flamante pileta y quincho se habilitaron en espera de la llegada del calor. También se puede remar en canoa canadiense por el tajamar que culmina cerca de la casa; jugar al tenis de día o de noche en la cancha iluminada; caminar por inmensos bosques de talas o descubrir un bucólico túnel de la época de Rosas, entre otros refugios.
Cada árbol susurra un secreto; cada piedra, una historia. Como la mención de la estancia en el capítulo X de la novela Don Segundo Sombra, de Ricardo Güiraldes, en cuyos pagos se celebra la Fiesta de la Tradición este fin de semana.
Cuenta Giga que una tarde de invierno, las hermanas se reunieron en tertulia. Ella bordaba mientras la mayor leía este clásico de la literatura gauchesca frente a la chimenea. Cuando de repente, empieza a leer emocionada: "(…) Conocíamos las estancias de Roca, Anchorena, Paz, Ocampo, Urquiza, los campos de La Barrancosa, Las Víboras, El Flamenco, El Tordillo, en que ocasionalmente trabajamos, ocupando los intervalos de nuestro oficio".
"Para nosotras fue un honor pensar que pudimos guardar ese nombre tan fuerte y, sobre todo, que nunca se perdió la tradición de este campo, pintoresca zona al sur del río Salado, tierra de jinetes, caballos y cría ganadera", concluye Giga.
La cocina no es un tema menor en este establecimiento. Si los invitados son más de seis seguramente se preparará un corderito o algún animal al asador o al horno de barro, acompañado por verduras de su propia huerta en Pilar, con ocho tipos de lechuga, berro, rúcula, habas y un largo etcétera. Otros platos originales son la ensalada de panqueques, el soufflé de queso y las milanesas de ciervo.
Finalmente, los fanáticos de la vida de campo podrán asistir, según la época del año, al amansamiento de algún potrillo o a la yerra, observar el trabajo en la manga y participar de las pariciones.
Cascos con historia
Son pocas las estancias con historia abiertas al turismo que conservan la fisonomía de antaño. Tal es el caso de la estancia Bella Vista de Guerrero, en Castelli, vecina a Las Víboras.
La espectacular casona de estilo normando cuenta con 13 habitaciones ambientadas en madera y cuero con baños privados y todo el confort.
La galería para observar las puestas de sol es la única modificación realizada a la edificación, que conserva mobiliario de época y las fotos de los habitantes de una de las cuatro propiedades de Felicitas Guerrero.
Los actuales dueños, la familia De Caro, compraron hace diez años a sus descendientes y respetaron el trazado original: aun el monte de 60 hectáreas donde resguardan bosque, flora y fauna nativa.
La estancia Dos Talas de Dolores, otro gran escenario de la historia de la zona que conserva su casco original, actualmente cerró sus puertas al turismo.
Estancia Bella Vista de Guerrero, ruta 2, km 168, Guerrero, Castelli; 4778-9599 y 4777-0575 ventas@estanciabellavista.com.ar
DATOS UTILES
- Para llegar a Las Víboras desde Buenos Aires hay que tomar la Autopista Buenos Aires-La Plata y luego la Autovía 2 hasta Dolores. Allí hay que doblar hacia la ruta 11; por ésta se retrocede en dirección hacia Buenos Aires, 10 kilómetros, hasta el km 214, donde se dobla a la izquierda para entrar en el campo.
- Por persona, por día con pensión completa, bebidas y actividades: $ 565 en habitación doble.
- Informes: 4702-9937, www.pagosargentinos.com
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