POSADAS.- Hay lugares de la Argentina que no figuran en ningún mapa, que para llegar a ellos se requieren travesías especiales y contar con una buena dosis de espíritu aventurero para hacerlas. Muchos de esos sitios están reservados a los 4x 4, esos vehículos con tracción integral en las cuatro ruedas, robustos, fuertes y pesados, con gran confort, acostumbrados a ser admirados en la pantalla y en los afiches publicitarios, sorteando las dificultades más adversas del terreno.
Estas poderosas máquinas, cuyo simple aspecto trasunta, de movida, la impresión de asegurar emociones fuertes, requieren un piloto adiestrado para conducirlo y un presupuesto bastante elevado para alcanzar el destino deseado, teniendo en cuenta los gastos que demanda un viaje. Un viaje -decimos- que no se hará por caminos convencionales, sino, tal vez, por una indeleble huella de arena.
Cualidades de jinete
De ahí que esta forma de hacer turismo y llegar a los lugares más inaccesibles de la geografía nacional no es, obviamente, para todos. Es menester realizar un curso de conducción y conocer algunos aspectos técnicos vitales, para convertirse en un verdadero jinete que domine cualquier circunstancia adversa que depare el terreno a estos briosos engendros mecánicos, sin exponer su integridad.
Si la travesía planificada comprende alguna porción de Misiones por las entrañas de la selva, el viaje deberá ser concebido más o menos de la misma manera que si se efectuara por otro sector del país.
Ricardo Djapic, un experto en estas lides y compañero de equipo de Osvaldo Chapitel, representante argentino en el Camel Trophy, opina que el empleo de los 4x4 permite combinar el aspecto turístico con el deportivo. Hay que tener, esencialmente, sentido común, y estar muy bien preparado para afrontar las condiciones deficientes del terreno, cualquiera que sean sus características.
Pero eso no alcanza. Además habrá que tener cuenta, sostiene Djapic, que no son pocas las veces que con los vehículos todoterreno la penetración geográfica llega a extremos de visitar sitios recónditos en que modelos mecánicos de este tipo son desconocidos y despiertan curiosidad.
Una travesía puede durar 7 u 8 horas por día y, por lo tanto, el sentido de solidaridad y el adecuado espíritu de convivencia en el equipo que viaje es tan imprescindible como contar con un malacate, elemento indispensable para hacer salir de su estancamiento en el terreno a un vehículo.
En el caso de Misiones, el territorio resulta ideal para esta clase de aventuras pues concentra obstáculos en un contexto de ríos, senderos intricados, piso resbaladizo, etcétera.
Por el puente, no
Eduardo Babbícola, con más de tres años de experiencia en acompañar grupos de novatos por estas y otras tierras del mapa argentino sostiene que el placer de esa clase de viajes radica en experimentar sensaciones distintas.
Una vez -relató- nos dirigíamos desde las ruinas de Santa María hasta El Soberbio y queríamos cruzar un río con bastante corriente pero unos lugareños nos hacían señas que lo atravesáramos por un puente distante a unos 100 metros . Obviamente cruzamos por el río para disfrutar. No hubo problemas porque si existe una preparación previa puede evitarse un eventual banco de arena o piedras que dificulten la marcha y quedar en apuros.
El desafío es constante desde que se planifica un circuito porque requiere "ser divertido e intrincado para una dura travesía".
La selva es algo muy especial. Las situaciones cambian permanentemente. Por momentos llueve, de pronto se ingresa en trechos de muchos polvo, algunas veces hace un calor agobiante, las alimañas abundan y están al alcance de cualquiera. Lo mejor -asegura Babbícola- es cuando se apaga el motor, se escucha el silencio y comienza el descanso.
Algunos antecedentes son para amilanar a cualquier, aunque en opinión de este experto del volante- , por los caminos colorados se puede circular con soltura. "El piso resbaladizo -advierte- puede convertirse en un trampa para un inexperto. La solucion, palabras más, palabras menos pasa por poner los cambios en el momento justo".
Hoy existen varias agrupaciones que periódicamente los convocan para explorar algún circuito difícil. La Puna, Misiones o Punta Médanos los atraen por igual, siempre y cuando se entierren en la arena o se empantanen en un arroyo, entre otros entretenimientos.
Muchas fueron quienes cambiaron su automóvil por una camioneta 4x4 sin intenciones de emular a un héroe de rally. Simplemente, su mayor espacio interior, combinado con la robustez y casi la suavidad de un auto hicieron que los todoterreno proliferaran como nunca antes.
El polvo colorado pinta de aventura el trayecto de las camionetas
¿Cómo sacarle, entonces, más jugo a un vehículo doble tracción sin morir en el intento? Integrándose a un grupo organizado de manera de no viajar solo, contando así con la ayuda y experiencia de otros participantes que, sin la menor duda, no lo dejarán en el camino.
Aunque el mayor interés sea visitar lugares inaccesibles de manera convencional, más que una prueba de conducción, los grupos suelen acomodarse a las expectativas de todos.
Cada mes son varias las salidas programadas a distintos puntos del país. Desde circuitos de un día entre médanos altísimos hasta travesías interminables por los Valles Calchaquíes o los montes formoseños.
Lianas y cubiertas pantaneras
Si el arquetipo de la aventura es la selva, entonces Misiones es la aventura por definición. Monte cerrado, cascadas desconocidas, aborígenes y leyendas en una provincia pequeña donde todo está cerca. Y si descontamos Iguazú -quizá la atracción más conocida para los visitantes extranjeros en la Argentina-, el turismo masivo aún no descubrió la magia de un decorado tarzanesco a 1000 kilómetros de Buenos Aires.
Si ese manjar se condimenta con barro que parece manteca, no hay mejor digestivo que una camioneta todoterreno.
Un recuerdo imborrable. Y a diferencia de otras regiones apartadas del país donde la gente del lugar es más introvertida, aquí, en Misiones, se respira realmente un aire tropical, ése que se siente en las páginas de Horacio Quiroga.
En caso de que se quiera visitar un poblado guaraní, se puede consultar con algún guía de la zona. Es buena idea llevar algunos presentes para los chicos, como ropa, útiles o alimentos. Las golosinas les encantan, pero no traen nada bueno para sus dentaduras tan lejanas a un dentista.
Un punto de partida
¿Cómo lograr una aproximación estratégica a la selva? Haciendo base en la localidad de Eldorado puede ser una elección propicia. Este prolijo poblado de pioneros e inmigrantes está conectado por pavimento con la capital provincial, Posadas, así como con las cataratas del Iguazú, con Bernardo de Irigoyen (extremo oriental de la Argentina continental) y con El Soberbio, puerta de los saltos del Moconá.
En Eldorado se puede practicar rafting y canotaje o contratar una visita en lancha al salto Ñacunday y a la isla Caraguatay. Hasta es posible cruzar la orilla paraguaya del río Paraná, donde afloran escondidos caseríos y playas de arena dorada.
También se organizan cabalgatas. La visita de rigor a las cataratas se puede hacer en el día, ya que hay menos de cien kilómetros desde Eldorado. Pero la posibilidad de hacer noche dentro del mismo Parque Nacional Iguazú y ver el amanecer entre las nubes de vapor que se levantan de la Garganta del Diablo desde una cama de hotel, es inolvidable.
Un secreto. El remate perfecto de esta maratón de aventuras entre las lianas es hospedarse en las cabañas Cueva Miní, a apenas 4 km de Eldorado, pero -literalmente- en medio de la selva. Sólo hay dos cabañas balconeando entre nubes de mariposas sobre el río Piray Miní, que son de antología.
Otro secreto. Al visitar las cataratas del Iguazú, no dejar de contratar La gran aventura (vestirse como para la playa y no llevar nada que no se deba mojar). Habrá algo para contar a la vuelta del viaje.
Desde Eldorado se puede realizar una excusión al Moconá de manera convencional o atravesando la selva en 4x4. Si no cuenta con vehículo propio adecuado, se puede contratar un guía experto con transporte propio.
Saltos del Moconá
Muchos oyeron hablar de ellos. Pocos los han visto. Los saltos del Moconá, en la provincia de Misiones, son una de las maravillas de la geografía argentina.
Una inusual falla del terreno a lo largo del río Iguazú provoca que sus aguas se dividan en dos niveles de altura a lo largo de más de tres kilómetros. Debido a esta situación, y siempre y cuando el caudal del río sea precisamente el adecuado, se forma una catarata interminable, aunque de altura modesta.
Varias dificultades se deben superar para presenciar el sonoro espectáculo escondido en la selva subtropical. Primeramente, la localidad más cercana a los saltos es El Soberbio (a unos 80 kilómetros). Ese poblado misionero, donde el acento de su gente torna del guaraní al portugués, cuenta apenas -y desde hace poco tiempo- con una única y pequeña hostería turística.
A El Soberbio se puede llegar por pavimento tanto desde Posadas como desde Iguazú, siendo un broche de oro como complemento de un viaje a las cataratas. Una vez instalado allí, dos posibilidades se abren para llegar a los saltos. La primera y más convencional es contratar a algún vecino para el traslado en lancha en un paseo de día completo.
En cambio, si se cuenta con un vehículo de doble tracción, se puede tomar la ruta provincial 2 y llegar por tierra hasta el pueblo de los guardaparques provinciales. Previamente es necesario convenir que en ese lugar espere algún botero para hacer el cruce a la orilla brasileña, que es el mejor palco para apreciar el espectáculo.
Si no se viaja formando parte de un grupo de 4x4, se debe tener en cuenta que en el monte todos los caminos parecen iguales -desde una ruta provincial hasta una senda maderera- y que quizás uno pase sin darse cuenta a tiro de piedra de una reserva aborigen, ruinas jesuíticas o bonitas cascadas; entonces la mejor inversión es contratar a un baqueano local como guía acompañante.
Misiones en todo su esplendor: sol, cielo y jungla, una combinación explosiva
Hasta aquí las dificultades menores. Lo realmente azaroso de una visita al Moconá es el estado del río. El nivel del mismo debe tener un valor preciso para que el fenómeno suceda. Tanto si hay mucho caudal como si hay poco, no se aprecian los saltos. Y esto ocurre en cualquier momento del año y de un día para el otro.
Dejando de lado el azar, una excusión por el interior misionero no se olvida nunca. Es tal la exuberancia del verde y la simpatía de su gente que de no haber logrado ver el Gran Salto del Moconá es la mejor excusa para regresar pronto.
Sergio Zagier
Para no quedar a la intemperie
A Eldorado se llega desde la zona de Posadas por la ruta nacional 12. El tramo misionero de esta ruta corre paralelo al río Paraná atravesando pueblitos con nombres pintorescos como Jardín América, Puerto Rico, Montecarlo o Wanda.
- En Eldorado existe una hostería del ACA (0751-21370) y algunos hoteles turísticos. Información sobre las cabañas de Cueva Miní, así como las excursiones de rafting, canotaje, 4x4, cabalgatas, etcétera, puede obtenerse en la Oficina de Turismo Municipal (0751-21152) o por medio de Buby Nolde (0751-30591), que también organiza travesías a los Saltos del Moconá.
- Para hospedarse en una habitación frente a las Cataratas del Iguazú contactarse con el Hotel Internacional (0757-21600). En el mismo hotel pueden adquirirse los tickets para las diferentes excursiones de aventura en el parque. Daniel Somay realiza salidas fotográficas dos veces por día (0757-21632). Para programas de ecoturismo más extensos se puede llamar a Charles Donato (0757-21140).
Expediciones exclusivas, a pura selva
Por estos lugares de tierra colorada y selva adentro, a cada metro se presentan sorpresas
Entre las múltiples organizaciones más conocidas que preparan salidas programadas están:
- Travesías 4x4. Eduardo y Claudia le dan un aire muy familiar a sus excursiones, una de las cuales es su favorita y consiste en la Vuelta de la Vida en Formosa, visitando escuelas y caseríos aborígenes a los que se llevan donaciones (254-6746). Una o dos veces por año sus travesías tienen como destino los Saltos del Moconá a través de caminos vecinales que no aparecen siquiera en los mapas.
- Guillermo Nin, a la cabeza de Club Four by Four, cuenta para sus expediciones con la colaboración de Federico Kirbus, conocido escritor de viajes, que le da un sabor más cultural a las salidas (807-0670). También tienen a Moconá como destino clásico.
- Organización Off Road (300-4564) es otra entidad que ofrece salidas bien organizadas. Enrique y Blondy reclutan vehículos no anteriores a 1990.
- Si se desea una travesía a medida internándose en lo más profundo de Misiones, Buby Nolde, de la localidad de Eldorado (0751-30591), es un experto en el tema y le ofrecerá desde cabalgatas hasta rafting, además de cualquier circuito de 4x4 (cuenta también con su propia camioneta para quien no lleva vehículo). Sus cabañas en plena selva sirven de base para las aventuras que se quieran programar.
- Finalmente, es recomendable llevar en el vehículo algunos elementos útiles como pala, machete, cuerdas, bidón, etcétera. El malacate es muy útil, pero no es imprescindible cuando se viaja en grupo ya que con seguridad habrá más de uno disponible.
Fotos: Rodolfo Nolde y Sergio Zaguier
Información
La Casa de la Provincia de Misiones brinda información sobre la región en Santa Fe 989, o en el teléfono 393-1343.