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Ese pequeño edén llamado Buzios

Estuve en... Brasil Ivana Chiavarino




La vida es demasiado agitada y tomar una semana en ese pequeño edén llamado Buzios es algo que verdaderamente vale la pena. Había estado en ese lugar hace muchos años, pero verla esta vez fue sorprendente. Sus colores perfectamente combinados entre el azul-verde del mar, sus flores variadas y hasta los colores vivos de las pequeñas barcas en el amarradero forman una paleta infinita.
Pertenece al estado de Río de Janeiro y está a 190 km de la ciudad homónima. Nació como una aldea de pescadores; hoy es un destino turístico internacional. No sólo por sus 23 playas, algunas pequeñísimas, pero encantadoras, sino también por su vida nocturna.
En Buzios convergen dos corrientes: una ecuatorial y otra del Polo Sur. Por lo tanto en una pequeña extensión hay playas con aguas cálidas y otras, con aguas frías. Por eso dicen que aquí suceden hechos extraños: se han visto ballenas, los cactos crecen encima no sólo de los morros, sino también de los tejados, mágicamente.
En la década del 60, Brigitte Bardot visitó esta aldea, quedó extasiada y le contó al mundo del nuevo paraíso terrenal descubierto. El agradecimiento a tal gesto quedó plasmado en una escultura de la escultural francesa. Allí está, eternamente joven, mirando al mar.
Con respecto al mar existe una tradición para quienes pasan fin de año en Buzios, y consiste en saltar consecutivamente siete olas, el último día del año, para que un deseo se cumpla.
La temperatura media anual es de unos 25°C. Por eso Buzios espera ser visitada todo el año y sabe muy bien cómo agradecer a quienes llegan.
Arquitectónicamente también tiene su propio estilo, rico en materiales artesanales y rústicos.
Uno asocia las bocinas de los autos como sonidos negativos y hasta agresivos. Pero allí, las combis que llevan a los turistas desde las playas hasta el centro invitan amablemente con sus bocinas a subir, por sólo 2 reales. Con el agregado del buen trato de nuestros vecinos brasileños.
Es recomendable una excursión en lancha, que lleva a las playas más conocidas. Bebiendo caipirinha o caipirosca durante el paseo, con una parada prolongada en la playa Tartaruga, mi predilecta. Allí podrían colocar un cartel que diga: No se admite el estrés .
Y después de un día de mar y arena, sintiendo aún el perfume de la sal, una caminata por Rua Das Pedras, donde pueden degustarse platos con los ingredientes típicos del lugar: mandioca, frutos de palmera y los infaltables pescados y mariscos.
Dicen que quien llega a Buzios siempre vuelve. Ya experimenté ese deseo, a pesar de haber estado allí hace poco.
¿Descubrimientos para compartir? ¿Un viaje memorable? Esperamos su foto (en 300 dpi) y relato (alrededor de 2000 caracteres con espacios).
Envíe sus relatos, fotos, consultas, sugerencias y compañeros de ruta a la Redacción de Turismo del diario LA NACION, por carta a Bouchard 557, 5º piso (1106), Capital Federal, o vía e-mail a turismo@lanacion.com.ar; www.lanacion.com.ar/turismo

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