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Esquiar hasta la cima

Una travesía en ascenso hasta lugares impensados

18 de agosto de 2006

SAN CARLOS DE BARILOCHE.- El día comenzó bien temprano, no bien abrió el Cerro Catedral. Después de unas bajadas por las pistas para entrar en calor, el grupo de tres personas, acompañado por un guía, tomó la silla Diente de Caballo hasta los 2000 metros. Desde allí, los esquiadores subieron con los esquís puestos hasta La Lagunita, ubicada a unos 30 minutos cuesta arriba.

Una vez alcanzado el punto más alto de ese pequeño valle apartado del centro de esquí, los esquiadores adaptaron sus equipos a la modalidad alpina para la bajada. Quitaron las pieles de foca –ahora se utiliza un material sintético–, ajustaron las botas y bloquearon las fijaciones. A partir de allí, fueron 40 minutos de nieve virgen hasta la base.

Para muchos, no hay nada más placentero que llegar más alto que el resto y descubrir los recovecos de la montaña. Son los que disfrutan del esquí de travesía.

Esta modalidad, muy difundida en Europa, es parecida al esquí alpino, pero se caracteriza por ciertas particularidades que permiten ascender caminando con los esquís puestos: unas fijaciones especiales que se destraban en el talón, botas más flexibles y piel de foca para subir sin deslizarse hacia atrás.

El Catedral es una opción para aprender el esquí de travesía. Una vez incorporadas las técnicas de la especialidad, los esquiadores pueden incursionar en montañas más desafiantes. Es que, además del equipamiento, es necesario conocer determinadas normas de seguridad, como por ejemplo la forma de evitar avalanchas. Siempre es bueno andar precavido a la hora de disfrutrar la soledad de las travesías por las laderas que están fuera de los mapas.