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Estación, museo y también casa de té

Muy cerca de Colonia, cuatro vagones de tren fueron resconstruidos para viajar en el tiempo




La historia empieza muy atrás, a principios del siglo pasado, con un pionero que quiso hacer historia en la industria ferroviaria uruguaya y, además, inició lo que hoy es Colonia del Sacramento, en Uruguay. Ese soñador se llamó Nicolás Mihanovich, hijo del naviero homónimo, poseedor de la flota marítima más grande de Uruguay.
Mihanovich hijo compra unas tierras en San Carlos, hoy a unos pocos kilómetros del casco histórico de Colonia. Hace un acuerdo con el gobierno para darle luz a la ciudad, crear una plaza de toros, una cancha de pelota vasca, un hipódromo, un hotel casino y, además, la posibilidad de instalar un tendido de vías que llevara en tren a los pasajeros de Colonia al Real de San Carlos, uniendo esos ocho kilómetros con el ferrocarril.
Todo el proyecto se pone en marcha en 1909, cuando también se crea un muelle donde, en trenes de trocha angosta, se trasladaba a los pasajeros hasta la plaza de toros los días de corridas o hasta el hotel. Lo que nunca se concreta es la rama de ferrocarril regular que uniría Colonia con el Real de San Carlos. La plaza de toros se inaugura oficialmente el 9 de enero de 1910, pero el problema comienza en 1912, cuando se prohiben las corridas de toros -convertidas en el principal atractivo de la zona-, que además estaban pensadas para la élite. Esto hizo decaer el proyecto turístico y Mihanovich, frustrado, lo abandonó. Posteriormente el gobierno expropió las tierras y todo quedó librado al azar.
Del sueño al museo
"El proyecto de Mihanovich -en definitiva, el primero que apostó a la zona como centro turístico- apuntaba a convertir a Colonia en el Biarritz de América del Sur", define Analía Berdini, abogada, profesora de historia y devenida coleccionista, casi por casualidad. Pero, justamente, fue la casualidad la que la enlazó con la historia de Mihanovich y de la ciudad misma, sin pensarlo. "Compré unos terrenos frente a la plaza de toros y con el tiempo supe que era exactamente allí donde él tenía pensado construir la estación de trenes", recuerda. Mientras tanto, ella ansiaba conseguir un vagón para montar su propia casa de té. Un poco por un sueño propio, otro poco porque quizás estaba llamada a concretar los planes de Mihanovich -que murió joven y triste, con sus proyectos truncos, a los 40 años-, comienza su búsqueda en 2004 sabiendo que desde 1988, los trenes de pasajeros fueron cancelados en Uruguay. Llámese destino, o la fuerza de los deseos de Berdini y de Mihanovich juntos, que aparece un remate de la Administración de Ferrocarriles del Estado (AFE) ofreciendo vagones que el Sindicato de Ferroviarios había suspendido por años. "Corrí a Montevideo a comprarme un vagón, pero al entrar a este mundo te entusiasmás: compré un vagón, un furgoncito totalmente deteriorado, piezas ferroviarias como un telégrafo y otras máquinas, y ahí mismo pensé en hacer un museo", rememora la creadora del proyecto. "La colección nunca termina", dice ella, pero de 2004 a la fecha acumuló no sólo un vagón, sino tres, que datan de 1890, más un coche dormitorio de 1913 y un coche de primera clase, de 1938.
A medida que la colección aumentaba llegó a manos de Berdini un escrito de Fourcade, periodista y escritor uruguayo, que describía a la perfección el modelo de estación inglesa de la época, y el que añoraba llevar a cabo Mihanovich. No quedaron dudas de que había que recrear esa estación soñada y que el destino no era una casa de té, sino un museo. O un pasaje en el tiempo. O todas esas cosas juntas.
Estación, Real de San Carlos
Recrear la Historia es como se conoce a este Espacio Cultural y Museo del Ferrocarril en Real de San Carlos, a ocho kilómetros de Colonia, Uruguay. "La estación, cada vagón, cada pieza en su interior, son parte de la historia, y cuatro de los vagones fueron declarados patrimonio ferroviario uruguayo", dice orgullosa Berdini, que recién en 2011 y después de mucho trabajo abrió al público este museo. El recorrido incluye una visita guiada de media hora, y en el coche comedor -ambientado y restaurado como era hace más de un siglo- se ofrece té con scones, bien al estilo inglés, y hasta mate con bizcochitos, para no perder la esencia charrúa.
"Muy pronto inauguraremos una biblioteca de libros ferroviarios y colecciones de revistas de época en un nuevo vagón, el Coche 560, primer furgón de pasajeros original del Uruguay Great Eastern Rwy. Co., brindado en comodato a la Asociación Amigos del Riel, que lo dejaron a mi custodia", agrega con orgullo Berdini. Pero en este predio, donde hasta las rosas y los árboles plantados son los típicos de las estaciones, se siente presente el espíritu del pionero Mihanovich.
"Uno de los vagones está dedicado a él, con piezas de la familia y suyas, allí relatamos su historia." Y no caben dudas de que allí vive su mejor homenaje, y que este pionero sonríe desde los recuerdos atesorados en ese vagón, orgulloso de ver su sueño concretado de una forma u otra, más de un siglo después.

Datos utiles

Recrear la Historia
Lunes a jueves, de 10 a 18. Viernes, sábado, domingo y feriados, de 10 a 20 (martes cerrado). Entrada general, US$ 3.

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