Hay quienes prefieren pasar el fin se semana en lugares con características especiales, y en esos casos pueden optar por cascos privadísimos, estancias con deportes como polo o golf, otros campos privilegiados con lagunas para navegación o pesca, y también las que tienen buena piscina y solárium.
Hay, además, clientela que busca cascos con mucha historia, y otra que prefiere aquellos donde se hospedaron personajes ilustres y hasta fueron los propietarios del campo elegido. Para estos últimos, se pueden sugerir algunas precisiones. Por ejemplo, hospedarse en las modestas pero históricas habitaciones del casco La Rica (reservas al 0346-91246), una estancia que perteneció al fundador de Chivilcoy -Manuel López-, la ciudad cercana.
La Rica con Sarmiento
La Rica, a 154 kilómetros de Buenos Aires, fue visitada por Sarmiento cuando era una extensión de 18 mil hectáreas. En esa oportunidad, Sarmiento presidió la inauguración de la parroquia de Chivilcoy. Bartolomé Mitre, por su parte, también se hospedó en La Rica, desde donde marchó en una volanta hasta Luján.
Cerca de Luján, precisamente, la estancia Los Talas (reservas al 0323-30221), a 74 kilómetros de Buenos Aires sobre la ruta provincial 47, fue desde 1824 propiedad del unitario José Mariano Biaus. Más tarde resultó -en plena época rosista- refugio de Esteban Echeverría. Es posible hospedarse en el cuarto donde Echeverría escribió La Cautiva.
Carmen de Sierra, una de las más antiguas estancias bonaerenses (1769), cerca de Arrecifes, a 188 kilómetros de Buenos Aires y en el antiguo camino del Norte (reservas al 311-4111 y 312-5023), es la que a más encumbrados personajes hospedó para un descanso.
Uno de ellos fue el virrey Pedro de Melo, y un poco urgido, el virrey Rafael, marqués de Sobremonte, imprevistamente necesitado de poner distancia con la invadida Buenos Aires. Juan Lavalle también fue huésped del lugar, donde reposaron fugazmente los presidentes Bartolomé Mitre y Roque Sáenz Peña. El jurisconsulto Dalmacio Vélez Sarsfield y, más contemporáneamente, el general Pedro Eugenio Aramburu, también lo hicieron.
Ricardo Güiraldes, se sabe, escribió parte de su Segundo Sombra en La Porteña (0326-3770), próxima a San Antonio de Areco y a 115 kilómetros de Buenos Aires. Allí vivió el personaje real que inspiró su mayor obra, y, al parecer, también cantó Carlos Gardel, privilegio que se disputan otras estancias.
Güiraldes también escribió en Dos Talas de Dolores, la estancia de don Pedro Luro, uno de los pioneros de Mar del Plata. Los dos cascos que él erigió, a 208 kilómetros de Buenos Aires y con reservas al 0245-3020, vieron pasar a muchos ilustres.
En el más nuevo de los cascos -de 1893-, Elena Bebé Sansinena de Elizalde, nieta de Luro, enriqueció los años 20 transformando aquella sede en un especie de salón literario y epicentro del mundillo cultural de la década.
Güiraldes se hospedó allí -se conserva el sillón de mimbre en el que se fotografió- para recorrer la zona de Samborombón y documentarse para el capítulo sobre los cangrejales del Segundo Sombra.
Pablo y San Pedro
Pero en los pagos de Areco quedan muchos apeaderos y el puesto La Lechuza, donde vivió el don Segundo de carne y hueso, muy cerca de la estancia El Ombú (0326-92080), un casco de estilo neoitaliano que erigió el inventor del felizmente derogado servicio militar obligatorio: general Pablo Riccheri. Se dice que enterró allí su recado militar, a 118 kilómetros de Buenos Aires, y sobre la ruta provincial 31 (de tierra).
Fuera del radio cercano a la Capital Federal, otras propuestas de turismo, en estancias invitan, por ejemplo, a Santa Cándida, en Entre Ríos, a pasos de Concepción del Uruguay y a 300 kilómetros de Buenos Aires, la primera estancia del país que se dedicó (1981) a este tipo de turismo (reservas al 802-9364) y que perteneció a Justo José de Urquiza.
También San Pedro, a 344 kilómetros (reservas al 0442-27459), cerca de Villa Mantero, Entre Ríos, resulta un lugar histórico, que fue residencia de Justa Urquiza y de su esposo, el general Luis María Campos.
La lista es mayor y tiende a crecer: está a punto de iniciar su actividad la estancia El Potrerillo, parte de la propiedad mayor que fue la estancia Alta Gracia -Córdoba- de los padres jesuitas y que luego perteneció a Santiago de Liniers. Allí vivió el héroe de la Reconquista, poco antes de su fusilamiento.
El Potrerillo dará hospedaje en el casco que años después erigió el escritor Enrique Rodríguez Larreta (hoy propiedad de Ignacio Zuberbühler), finca que tendrá -entre muchos atractivos- los tres primeros hoyos de una cancha de golf. Porque lo histórico no quita lo luciente.
Francisco N. Juárez