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Estocolmo, íntima y cosmopolita

La llaman la Venecia nórdica y su particularidad son las callecitas medievales




ESTOCOLMO.- Esta es la gran ciudad de Escandinavia, la capital cultural que sabe venderse a sí misma con prodigiosa facilidad. Supo producir éxitos masivos como ABBA y Roxette, así como el cine de Bergman que está más difundido que el de cualquier otro cineasta nórdico. La fama de la belleza de las chicas suecas causa estragos en el resto del mundo.
Lo cierto es que los suecos alimentan con su complejo de superioridad el complejo de inferioridad de sus vecinos, y mientras tanto se dedican a disfrutar de una de las ciudades indiscutiblemente más bellas de Europa del Norte.
Estocolmo se hizo fama de Venecia nórdica, y aunque hay muchas distancias que salvar con la romántica ciudad italiana, esta capital levantada sobre 14 islas e islotes permite, por ejemplo, pescar tranquilamente salmones en los canales. Algo que Venecia jamás soñó.
Lo más pintoresco de Estocolmo es Gamla Stan, la ciudad vieja, el núcleo original donde se conservan las casas más antiguas, que se salvó de milagro de la piqueta de la modernidad en el siglo XIX, entre otros gracias a un defensor tan hábil como August Strindberg.
Las vidrieras de las casas de antigüedades y recuerdos rebosan de minidrakkars, de alces de peluche -el animal típico de Laponia- y de las coronas de luces que las chicas usan el Día de Santa Lucía.

A lo grande

En los bares, donde se puede parar a comer los típicos smörgåsbord -sándwiches abiertos con distintas variantes de relleno- el ambiente está siempre animado. Los turistas despliegan sus planos sobre la mesa para calcular cómo llegar a tiempo a ver el cambio de guardia en el Palacio Real (Kunglingaslottet), la Catedral (Storkyrkan) y Stortorget (es que con cierta megalomanía, como se burlan sus vecinos, para los suecos todo parece ser stor , grande).
Otro sitio para conocer es la Municipalidad, Stadshus, que esconde lujosos interiores que cada año se convierten en escenario del banquete del Nobel.
Vale la pena entrar y hacer la visita guiada que lleva hasta la Sala Dorada, de espectaculares mosaicos, así como subir los más de 100 metros de la torre principal, que deparan la mejor vista de las antiguas casas de Gamla Stan.
Como recuerdo, hay uno muy original: en el negocio de souvenirs de Stadhus se venden réplicas de la vajilla de porcelana en que se sirven los platos durante el banquete del Nobel. Para sentirse reyes. Uno de los museos para visitar es el Museo Histórico, con muchos objetos procedentes de cercanas excavaciones vikingas.
Hay que tomar el barco que lleva hasta Djurgården; esta isla-parque de atracción es el lugar preferido de los habitantes de Estocolmo para disfrutar del fin de semana, ver animales y el acuario o entrar en el Museo Vasa, dedicado a una nave de 62 metros de largo que hizo construir el rey Gustavo II en el siglo XVII.
La embarcación está perfectamente conservada: casi un milagro si se considera que estuvo hundida entre 1628 y 1956, y que fue rescatada tras ser descubierto por un buceador aficionado.

Datos útiles

Cómo llegar

En avión: US$ 1200
Hasta Estocolmo, de ida y vuelta, con tasas e impuestos

Alojamiento

* * * US$ 120
* * * * US$ 200
* * * * * US$ 300
Los precios son por habitación doble.

Paseo

Todos los días se realiza el cambio de guardia en el Palacio Real. De lunes a sábado, a las 12.15 y los domingos, a las 13.15.

Souvenirs

Caballitos de madera, lo tradicional. Desde 2 dólares para tamaños chicos.
También CD de pop (algunos Abba en idioma local, de antología, o las canciones de Agnetha después de Abba), velas que recuerdan la fiesta de Santa Lucía y pequeños drakkars de madera o metal.

Más información

Embajada de Suecia: Tacuarí 147. 4342-1422. Allí se puede ir a comer al smorgåsbord del Club Sueco.

Internet

Los suecos pisan firme en la historia

  • Los suecos están orgullosos del nuevo Museo de Arte Moderno, obra del español Rafael Moneo, abierto a fines de los años 90, cuando Estocolmo fue capital europea de la cultura. Pero los turistas no se pueden resistir a los museos que hablan del corazón de la historia y la cultura sueca: uno es el que está consagrado a August Strindberg, en la peatonal Drottninggatan, la calle más animada y comercial del centro (quienes paseen por aquí no podrán menos que disfrutar después, o revivir si ya los leyeron, los recuerdos de Ingmar Bergman en su autobiografía, La linterna mágica ).

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por Redacción OHLALÁ!


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