El 17 de marzo de 1861, Víctor Manuel II de Saboya, hasta ese momento rey de Piamonte y Cerdeña, con capital en Torino, se transformaba en rey de Italia debido a la aplicación de la ley número uno del reino aprobada unos días antes por el primer Parlamento de Italia, por fin unida e independiente.
En los años anteriores, guerras, insurrecciones y plebiscitos populares habían echado de la península a los extranjeros, y si bien quedaban todavía Roma bajo el poder temporal del Papa y Venecia en manos del Imperio Austro-Húngaro, en su conjunto Italia era finalmente un país libre y soberano. La hazaña se había logrado por voluntad de muchos patriotas agrupados alrededor de los reyes de Piamonte, entonces la única región libre de la península.
Por lo tanto, este año Italia conmemora esa fecha y festeja su cumpleaños 150 desde la unificación. Las ceremonias oficiales empezaron el 17 de marzo último con un discurso del presidente de la república en Roma y con su posterior presencia en Torino, y se extenderán todo el año en todo el territorio.
Por la calidad y cantidad de las manifestaciones se destaca seguramente Torino, que fue capital del país. En esta hermosa ciudad a los pies de los Alpes flamean banderas por todas partes. Edificios públicos y Palacios de la Historia (que se pueden visitar), igual que viviendas particulares, lucen banderas en cada ventana. En los boletos de los colectivos, en los andamios de los edificios en construcción y en las mesas de bares y restaurantes, en las vidrieras de los negocios: por doquier aparecen el verde, el blanco y el rojo. De noche, el edificio más alto, la esbelta y elegante Mole Antonelliana, se ilumina con los colores de la bandera.
En los negocios se puede adquirir con los colores patrios, aquí más que en otros lados, desde banderines y escarapelas hasta cajas de bombones de chocolate, los famosos Gianduiotti, envueltos cada uno de manera tal que reproducen en las cajas la bandera; de lápices y lapiceras a collares y pulseras de alta joyería con rubíes, diamantes y esmeraldas (por lo menos así aparentan ser); desde tazas para servir café hasta retratos de personajes de la época, incluyendo zapatos y cochecitos para bebe, y más.
Es emocionante ver la reconstrucción del recinto del primer Senado del reino de Italia, donde Víctor Manuel II presidía las reuniones de ministros y donde debatían los senadores que vieron nacer la unión de Italia. Su fiel reconstrucción fue posible gracias a documentos celosamente conservados y ahora, debido a la tecnología multimedia, se pueden escuchar allí los discursos del rey y los debates entre los senadores. Es posible sentarse en los escaños del hemiciclo donde ellos se sentaban; se puede votar en una cabina especial, con los mismos parlamentarios. Actores con trajes de época e imágenes del público de entonces proyectadas sobre los palcos como si las personas estuvieran realmente allí completan la impresión de ser parte de la historia.
Cierran el clima de fiesta dos espectaculares exposiciones organizadas para esta conmemoración. Una, de carácter artístico, La bella Italia , presenta 360 obras que ilustran precisamente la historia del país desde la antigüedad hasta la unificación, y otra, Fare gli italiani ( Hacer a los italianos ), de carácter histórico-testimonial, una especie de laboratorio, donde se presenta a Italia con sus triunfos y caídas.
Torino se siente protagonista de la unidad nacional, casi la capital espiritual de Italia, donde nació una nueva historia. La ciudad es lindísima y está de fiesta.
¿Descubrimientos para compartir? ¿Un viaje memorable? Esperamos su foto (en 300 dpi) y relato (alrededor de 3000 caracteres con espacios).
Nelly Lugano Berger