
Nicolás no me habla. Salió del encierro, pero no me dirige la palabra salvo para cosas obligatorias, del tipo "qué le pongo a Lucas?".
No entiendo. Les juro que no me entra en la cabeza. Porque, en serio, tendríamos que estar aliviados, disfrutando de nuestras decisiones. Y no, decide que lo del sábado es motivo suficiente como para retirarme el saludo.
Será estrés? Será cansancio? Será que necesita agarrársela con alguien?
Sea lo que sea, es injusto y estúpido.
No sé bien qué hacer. Quizá decirle que vayamos a tomar un café y hablar en un lugar neutral (para que no se escape, en casa se la pasa yendo y viniendo y me pone histérica perseguirlo mientras hablamos, me siento un perrito faldero).
Quizá dejar pasar los días hasta que se le pase? Se le pasará o empeorará con el tiempo?
El tema es: evidentemente le pasa otra cosa. No puede ser que sólo por haberle hecho un planteo porque quería que se quedara en casa cuando tanto Marcos como yo estábamos enfermos, le provoque este "ataque".
Qué cuesta arriba se hace. Qué ganas de tener 16 años que me dan a veces.
SEGUIR LEYENDO


Lanzamos Wellmess, el primer juego de cartas de OHLALÁ!: conocé cómo jugarlo
por Redacción OHLALÁ!

Gala del Met: los 15 looks más impactantes de la historia
por Romina Salusso

Kaizen: el método japonés que te ayuda a conseguir lo que te propongas
por Mariana Copland

Deco: una diseñadora nos cuenta cómo remodeló su casa de Manzanares
por Soledad Avaca Cuenca
