
Exiliados gourmet mirando al Este
En Punta del Este, algunos restaurantes sirven, además de buena comida, ricas historias de extranjeros que, enamorados del balneario, optaron en algún momento por dejarlo todo atrás y cambiar de vida
20 de enero de 2013

PUNTA DEL ESTE.- Siempre es interesante imaginar la historia de un hombre común que, después de una vida en el mismo trabajo, decide dejar la oficina para siempre. Ese último café de máquina compartido en el pasillo, esa última caminata hasta la sórdida salita de las fotocopias...
Es difícil saber qué habrá pensado Juan González el día que abandonó su existencia de empleado en una entidad financiera de Madrid, después de 15 años calentando la silla, para cruzar el océano, abrir un restaurante en Punta del Este y quedarse a vivir allí con su familia. Así como este simpático español dio el gran paso, muchos extranjeros (italianos, franceses, argentinos) hicieron lo mismo y soltaron viejas amarras para empezar de nuevo en el balneario y sumar sus propuestas gastronómicas de autor.
El local en donde está ubicado Viva la Vida (Calle 28 y Gorlero), el restaurante de Juan González y su mujer, Pilar Santiago, fue en los 80 un negocio de maquinitas electrónicas, manejado por el padre de Pilar, en la época en que juegos como el Pac Man y el Super Mario Bros eran la vanguardia. En esos años, Gorlero estaba tomada por un mega complejo de jueguitos llamado Las Vegas, en donde el piberío se encontraba para hacer la previa.
La pareja se conoció en España y Juan viajó con ella por primera vez a Punta del Este en 2000. "Mi mujer es uruguaya, nació en San Carlos, así que vine varias veces de vacaciones hasta que en 2005 me pedí una licencia de un año en el trabajo para probar cómo era vivir aquí", cuenta. Parece que la experiencia fue buena porque en noviembre de 2011, casado y con dos nenas, dejó el currelo, en donde tenía un puesto asegurado, y enfiló hacia el Este. "Se había acabado nuestro tiempo en Madrid", recuerda.
El restaurante en cuestión, que atraviesa su primera temporada, sirve un menú de comida española, con tapeos, pinchitos, corvinas a la bilbaína, paellas, carnes y otras especialidades. Los precios rondan entre 30 y 50 dólares. "Sabemos que es un verano difícil, pero la cosa no va mal para nosotros y, para ser nuestro año de estreno, contemplábamos que un empate iba a ser el mejor resultado", dice Juan. En Viva la Vida se respira aire español por todos lados y tanto las dos camareras como el cocinero vienen de la Madre Patria. "El restaurante es más que un negocio para mí; es un proyecto de vida", resume.
Té para tres

Lucía Yague y Brian Gough, desde la Patagonia - Créditos: Aníbal Greco
Lucía Yague y Brian Gough son de Esquel y hace un mes abrieron Tea for Three, un bistró muy bonito ubicado atrás del Punta Shopping. "Nuestra cocina es simple y saludable, con toques patagónicos e internacionales", destaca Lucía. El proyecto en este caso se alimentó de un clic que hicieron después de un viaje y de una inspiración artística.
Lucía y Brian manejan desde hace tres años un hotel boutique con restaurante en Esquel, llamado Las Ballas. "Lo trabajamos hasta abril último y nos fuimos a Europa; nuestra intención era hacer un cambio, porque nos gusta mucho el mar", cuenta ella. En el medio del proceso, Lucía se cruzó con una fuente de inspiración: quedó fascinada por una artista llamada Sam Toft. "En su obra están ella, su compañero y un perrito como el nuestro, un Jack Russel; son tres, igual que nosotros y nuestro perro Oqui", se ríe. Parte de esa estética es la que buscan para Tea for Three (de hecho, se quieren poner en contacto con la artista).
El ambiente del local es familiar, descontracturado y muy ameno para tomar un café, una limonada con jengibre, brusquetas y sándwiches vegetarianos. Los precios son accesibles: el menú fijo cuesta 220 pesos uruguayos (unos US$ 11). "Vivimos acá desde septiembre pasado y queremos abrir todo el año. Es nuestra apuesta", afirma Lucía.
El Franchute
Laurent Lainé tiene un restaurante francés que se llama El Franchute en el Balneario Buenos Aires, a la altura del kilómetro 168,5 de la ruta 10. Ahí vive y cocina todo el año, sin más ambiciones que ésas: vivir en Punta y cocinar en su casa. "Sé que estoy en el c... del mundo, pero estoy conectado porque la gente que viene a comer también viene a estar un poco conmigo. Para ellos es como ir a la casa de un amigo, pero acá se paga porque sino me fundo", bromea Laurent, a quien precede una fama de genio, encantador y cascarrabias a la vez.El Franchute es la única Table d'Hôtes en Uruguay, un antiguo concepto medieval tradicional francés que reivindica la hospitalidad como valor máximo. Aunque esta casa restaurante abrió sus puertas en 2006, Lainé llegó a Punta en 1982, cuando dio vida a un viejo clásico, Bleu Blanc Rouge, que estaba ubicado en la zona del Puerto.
Entonces, Laurent tenía veinte años, no hablaba castellano y sólo quería viajar. Llegó a Punta del Este de la mano de Martín Pittaluga -actual dueño de La Huella, en José Ignacio-, a quien conoció trabajando en la cadena Orient Express. "En los 80 viajar a América del Sur era, para un francés, ir a lo desconocido", recuerda. Este franchute hizo luego una gran carrera en Buenos Aires, cocinó con Jean Paul Bondoux en las dos orillas y, finalmente, se estableció en Punta.
Su restaurante trabaja sólo con reservas y con un menú fijo que cuesta 1050 pesos uruguayos -US$ 55- más bebidas. En invierno, como tiene menos movimiento, cocina lo que la gente le pide (previo llamado telefónico). "Empecé a los catorce años en este rubro, trabajando diecisiete horas por día. Hoy no tengo más ambiciones que la vida que llevo: compartir mi tiempo con gente copada, en un lugar alucinante", asegura. "No voy a ser millonario pero vivo", acota. Su próximo paso es abrir una boutique de comida en Manantiales y seguir en invierno con las clases de cocina que da en el Canal 11 de Uruguay.
Encanto italiano
Finalmente, entre todas estas historias, no podía faltar un tano . El que faltaba se llama Luciano Fantino, gerente del restaurante L'Incanto, sobre la calle Pedragosa Sierra, en San Rafael. Este italiano, con pinta de bon vivant , lentes negros y una relación obsesiva con el jardín que rodea su cantina, llegó a Punta del Este en 1992 y desde el vamos se metió en gastronomía, primero con un boliche llamado Portofino y luego con otro de nombre Baretto. En 2009 abrió L'Incanto, típicamente italiano, en donde mandan platos como los spaghetti con langostinos, las berenjenas a la parmigiana o el rack de cordero (comer aquí cuesta unos US$ 50 por persona).
Luciano vive con su mujer y seis perros, de los cuales tres viven en el restaurante y tres en su casa. "El jardín y los perros llevan un trabajo infernal", se queja, pero no parece que la esté pasando mal. Así como Juan González, Lucía Yague y Laurent Lainé, este italiano también encontró en Punta del Este su lugar en el mundo. O, al menos, un lugar para vivir, cocinar y ser feliz.
Datos útiles
- Restó Viva la Vida
Calle 28 entre Gorlero y Calle 24; teléfono 42443788 - Bistró Tea for Three
Calle San Francisco entre Los Alpes y Pascual Gattás (atrás del Shopping Punta). - Restó El Franchute
Ruta 10, kilómetro 168,5; entrada por Calle 34, Balneario Buenos Aires; tel. 42775677 - Restó L’Incanto
Pedragosa Sierra y esquina La Paloma; teléfono: 42493939
SEGUIR LEYENDO


Lanzamos Wellmess, el primer juego de cartas de OHLALÁ!: conocé cómo jugarlo
por Redacción OHLALÁ!

Gala del Met: los 15 looks más impactantes de la historia
por Romina Salusso

Kaizen: el método japonés que te ayuda a conseguir lo que te propongas
por Mariana Copland

Deco: una diseñadora nos cuenta cómo remodeló su casa de Manzanares
por Soledad Avaca Cuenca
