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Falcón, frente a un mar de estrellas

A 300 kilómetros de Caracas, este estado se extiende a lo largo del Caribe con destinos casi inexplorados, islotes, cayos y deportes acuáticos




CORO.- A poco de navegar, el timonel Ramón Romero detiene el motor y señala con su mano el fondo del mar. "Para que vean que las estrellas no sólo brillan en el cielo", dice, mientras se quita su camisa blanca y se arroja al agua para alcanzar una estrella de mar que los más curiosos fotografían. Enseguida la devuelve al agua y continúa la navegación hasta la isla de Pájaros, donde se reproducen flamencos, garzas, corocoras y tijeretas de mar, y que forma parte del Parque Nacional Morrocoy.
Desde la capital venezolana, hacia el Oeste y por la Autopista Regional del Centro, se atraviesan los valles húmedos de Aragua, donde se cultiva la caña de azúcar. Pero al llegar a El Palito, los puestos de venta de pescados y empanadas de mariscos anuncian la proximidad del mar. Y frente a la costa, los buques petroleros esperan su turno para abastecerse en la destilería, donde las plantas petroquímicas nos recuerdan que estamos en uno de los países productores de petróleo más importantes del mundo.
Estamos en el estado de Falcón, una vasta franja montañosa cubierta de vegetación, de unos 25.000 kilómetros cuadrados, que se extiende de Este a Oeste a lo largo del mar Caribe, a 300 kilómetros de Caracas. Las costas bajas albergan innumerables playas de arena blanca y aguas turquesa. Los cayos del parque Morrocoy, justamente, y las playas agrestes de la península de Paraguaná, en el extremo nordoccidental del país, son dos destinos casi inexplorados.

Parque Nacional Morrocoy

Para acceder a este parque, que lleva el nombre de las tortugas terrestres arrau que aquí se protegen, una opción es alojarse en Tucacas. Hoteles y condominios reciben a miles de turistas ansiosos por recorrer sus cayos y navegar entre islotes cubiertos de manglares en los que anidan flamencos, cormoranes y tijeretas de mar. Desde las marinas de Tucacas, a toda hora zarpan las lanchas hacia los cayos Punta Brava, Suanche, Paiclá, Boca Seca o Sombrero, cada uno con su encanto particular.
"Hasta aquí se puede pasar -explica Romero, luego de una larga navegación-. No está permitido seguir porque en esta piscina natural las tijeretas nacen, pescan, forman nidos, se reproducen, envejecen y, al final, se precipitan contra las ramas de los manglares cuando pierden la visión."
El parque ocupa 32.000 hectáreas de zonas terrestres y marinas. Sólo cuarenta guardaparques se encargan de la custodia de este inmenso delta formado por islas y cayos rodeados de aguas cálidas.
Al llegar a Cayo Sombrero, uno de los más visitados, junto al puesto de parques es inevitable caer en la tentación de probar las ostras, los camarones y las langostas que los pescadores ofrecen apenas sazonados con limón y salsa picante. A la sombra de los cocoteros se permite acampar, aunque los servicios aún son precarios.
"Tenemos zonas recreativas y otras en las que no entra el público porque son de protección integral de la fauna. En Cayo Borracho, por ejemplo, se preserva el lugar donde desovan las tortugas marinas", cuenta Yvette Rodríguez, del Instituto Nacional de Parques. Para recorrer la zona norte de la mencionada reserva conviene alojarse en alguna de las posadas de Chichiriviche.
Frente al muelle, los restaurantes y las marisquerías se especializan en preparar jugos naturales de papaya, frutilla, guayaba, melón y piña, y parrilladas de langostinos, camarones y calamares. Esta región es el principal destino turístico del noroeste de Venezuela, por los cayos y las playas, a los que agrega un atractivo especial: la Cueva de los Indios, una inmensa gruta a la que se llega navegando, donde se han encontrado petroglifos de unos 3500 años. También se puede visitar la Gruta de la Virgen, original centro devocional con cientos de imágenes de la Virgen del Valle dispuestas en los recodos del monte Chichiriviche.

Península de Paraguaná

A sólo dos horas de autopista, y después de atravesar la ciudad de Coro, para internarse en la península de Paraguaná es necesario atravesar el Parque Nacional Los Médanos. El estrecho istmo que une la península al continente presenta un aspecto desértico, cuyos elementos dominantes son los médanos siempre cambiantes, apenas rodeados de cujíes, cardos y tunas, sobrevivientes de las escasas lluvias.
Ya en la península hay que visitar uno de sus puertos históricos, Adícora, con inmensas playas de aguas turquesa, arenas gruesas y condiciones ideales para la práctica del windsurf y el kitesurf, ese deporte de tabla y parapente que cada día crece más entre los adoradores del agua. En la posada de Archie -un alemán que llegó hasta estas playas buscando los mejores points de windsurf- se ofrece alojamiento a los fanáticos del mar y el viento que vienen de todo el mundo a correr olas con tablas y velas.
"De septiembre a diciembre es la mejor época para practicar. Con una semana de clases, los chicos aprenden a navegar sin problemas. El único secreto es tener buen equilibrio y dominar el cometa", cuenta Joachim Wicher, en un castellano casi ininteligible.
Por el extremo norte de la península se llega al punto más septentrional de América del Sur, el cabo San Román, donde se produjo el primer desembarco español en suelo sudamericano. Otro de los atractivos de Paraguaná, sobre el golfo de Venezuela, es la bahía de Amuay, de impresionante belleza paisajística.
La Cooperativa de Servicios Turísticos ofrece excursiones en lancha hasta la exclusiva Playa de Chiriguare. Hasta allí trasladan a los viajeros, debidamente equipados con heladeritas repletas de bebidas frías y viandas encargadas a Betty González, una sonriente y corpulenta integrante de la cooperativa que cada mañana prepara empanadas de bonito, camarones al ajillo y pargo a la plancha.
Con sus 700 kilómetros de costas, en las que se alternan playas arenosas con rocas, islotes y acantilados, el estado de Falcón ofrece la posibilidad de bucear entre corales, navegar entre manglares, disfrutar de los frutos del mar y las comidas criollas, y sobre todo, conocer a gente hospitalaria y divertida.
Por Silvina Beccar Varela
Para LA NACION

Historia y buena mesa

La ciudad de Coro es la capital del estado de Falcón y por su valor histórico fue declarada por la Unesco Patrimonio Cultural de la Humanidad. En este casco colonial se instaló en 1527 la primera capital de Venezuela y sede del primer obispado de América del Sur. A sólo 12 kilómetros se encuentra el puerto La Vela de Coro, del que parten los ferries hacia las vecinas islas de Aruba y Curazao. A su valor patrimonial, Coro agrega como atractivo el desarrollo de su gastronomía criolla. En El Palacio del Chivo son capaces de prepararlo de 30 maneras: guisado, mechado, asado, al coco, al curry, entre otras. Se elaboran chorizos y morcillas de chivo. Si hasta los postres están hechos a base de leche de chiva. El plato emblemático es el chivo al tarkarí, que se sirve acompañado de las famosas arepas peladas, elaboradas a partir de granos de maíz, remojados en cenizas y molidos con su propia cáscara.
La sobremesa se prolonga con algunos brindis de cocuy pecayero, exquisito licor que se obtiene de la planta de Agave cocui trelease, a la que se le atribuyen propiedades medicinales.

Datos útiles

Cómo llegar

Desde Buenos Aires hasta Caracas vuelan LAN y Aerolíneas Argentinas. El pasaje de ida y vuelta cuesta desde 509 dólares, más impuestos.

Dónde dormir

En el Parque Nacional Morrocoy, con precios desde 60 dólares la habitación doble:
  • Posada El Paraíso Azul: dentro del Parque Nacional, tiene 15 habitaciones con aire acondicionado. www.paraisoazul.com.ve
  • Posada El Solar de la Luna: en Caserío de Buena Vista, en lo alto, a sólo 10 minutos de la costa y de los embarcaderos. Teléfonos: 58 (259) 881-1010 / 8800.
En el Paranaguá:

Excursiones

Traslados a los cayos, 5 dólares por persona a una playa; 16 dólares por persona en tours de todo el día. Informes: 4326 2854 o 43250333. www.ats-travel.com.ar y www.embavenarg.org

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