

Quien viaje a Gales en octubre próximo para vivir la pasión que despierta el deporte más popular de ese país, sin duda conseguirá información sobre Cardiff, Llanelli y Wrexham, tres de las ciudades en las que se disputará la Copa Mundial de Rugby 1999. Pero más allá de los circuitos tradicionales que anualmente recorren los más enfervorizados fans de los rugbiers, Gales encierra mágicos senderos que transportan no sólo a épocas pasadas, sino a la posibilidad de disfrutar de insólitas experiencias y curiosas aventuras.
Cuenta la leyenda que un rey galés quería edificar un gran castillo en Dinas Enrys, pero cuando los obreros se ponían a trabajar, las piedras se deshacían y no podían terminarlo. Un niño del pueblo, que afirmaba llamarse Merlín, dijo conocer la razón y recomendó: "Excavad bajo el castillo y hallaréis un estanque, vaciadlo y encontraréis dos dragones dormidos, uno blanco y otro rojo. Lucharán, y el que gane el combate hablará". Así se hizo. El dragón blanco parecía ser el ganador pero, finalmente, el rojo lo derrotó. El mítico Merlín dijo entonces: "El dragón rojo simboliza Gales y el blanco, Inglaterra. Vendrán los enemigos y vencerán durante un primer tiempo, pero al final los galeses reconquistarán su país".
No en vano el dragón simboliza al pueblo de Gales, y se cree que cuando Enrique VII fue coronado rey ordenó que un dragón rojo formara parte de la bandera de Gales. Presente en muchos escudos y estandartes va acompañado de una frase emblemática: "El dragón rojo señalará el camino".
Y así es, no es exactamente el dragón, sino la lengua galesa que es la primera muestra de esta cultura con que uno se topa por el camino. Ni bien se cruza la frontera que separa de Inglaterra, los carteles de rutas y calles escritos en galés demuestran que ingleses y galeses son dos pueblos distintos, a pesar de que desde 1301 el título de príncipe de Gales corresponda al primogénito del soberano reinante. La diferencia se marca hasta en el nombre de Gales: Welsh en anglosajón significa extranjero y Cymru , en galés, deriva de la palabra amigo.
La leyenda no da cuenta si finalmente pudo construirse aquel castillo, aunque seguramente se levantó porque Gales tiene más castillos por metro cuadrado que cualquier otro país de Europa, pero el relato sí revela la valentía y el coraje de los habitantes de Gales, una de las naciones del Reino Unido.
Entre mitos y magos
Tierra de leyendas que hablan de dragones que escupen fuego, poderosos brujos y magos, y tenaces reyes y combatientes. Con un dolmen funerario de la Edad de Piedra (Pentre Infan, frente a la bahía de Newport); cruces celtas, capillas y catedrales que recuerdan que la región fue una encrucijada de misiones durante la época de los primeros cristianos; los majestuosos castillos de Eduardo I (al Oeste, dominando el estrecho de Menai), así como el milenario muro de tierra del rey Offa, con sus 285 kilómetros de senderos, el país de Gales ofrece una amplia variedad de monumentos, hitos y alternativas para poder conocer a fondo una de las culturas europeas que más resiste el paso del tiempo.
Al menos su lengua es una de las más antiguas del Viejo Continente, de esto da cuenta un manuscrito del siglo VII d.C. Aunque es hablado en forma fluida por la quinta parte de sus habitantes (un total de casi 3 millones de personas), este idioma es instrumento de la enseñanza oficial (ésta se imparte en forma bilingüe). Un canal de televisión y emisoras de radio en galés son otros de los recursos para mantener vigente esta cultura milenaria.
Más allá del interés galés, no está de más saber algunas de las palabras más usuales en toponimia, si se quiere deducir de qué se trata o dónde se está: aber , estuario; afon , río; nant , valle; bryn , colina; llan , iglesia; llyn , lago; mynydd , montaña; ogof , gruta; pentref , pueblo; pont , puente; tref , ciudad; ty , casa. Estas son algunas de las palabras turísticas más comunes, aunque descifrar los carteles de las rutas en una de las lenguas más antiguas de Europa es la primera lección que tiene que aprender el visitante: Swansea, para los galeses, es Abertawe; Newport es Casneydd, y Cardiff, Caerdydd, por ejemplo.
No obstante, no hay por qué preocuparse, siempre será croeso i Gymru , bienvenido a Gales ( Gymru , porque la c se convierte en g cuando está precedida por una preposición).
Todo un bardo
La cultura galesa está profundamente enraizada en la canción, la música, la poesía y la leyenda. La pasión de los galeses por la música se aprendió de los antiguos bardos, que eran los poetas y juglares celtas, cuyos relatos de magia y de valientes personajes a caballo entre la historia y el mito formaban parte de la tradición oral característica del Medievo.
Los coros de pueblos y fábricas son depositarios de su patrimonio musical, y entran en competencia con los galeses provenientes de todas las comunidades del mundo en el Eisteddfod , festival internacional que se celebra durante la primera semana de julio (en Llangollen, al norte de Gales; también famoso por su acueducto a cielo abierto sobre el puente de Pontcysyllte -1795/1805-, en el que se realizan paseos a bordo de coloridas embarcaciones).
Por Delia Alicia Piña
De la Redacción de La Nación
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