

GARZON, Uruguay.- Perros ladrando a la luna cuya sombra se recorta sobre una plaza despojada, "bien de bien", al decir uruguayo. Pero no de cualquier Uruguay. Del Uruguay de adentro. Eso es Garzón, un pueblo a 60 km de Punta del Este y a 180 de Montevideo, en el departamento de Maldonado, que Francis Mallmann y Manuel y Antonio Mas, de la bodega Finca La Anita, decidieron rescatar del olvido abriendo allí su hotel-restaurante Garzón, de cinco habitaciones y abierto todo el año.
En una esquina sobre la plaza pública se yergue esta casa antigua de ladrillo donde vivía un caballo. Hoy está reciclada acorde con el espíritu del pueblo. Un pueblo que se recorre en el sulky del baquiano Julio Souza: hay casitas antiguas, abandonadas, con camelias en flor; otras muy austeras, pero habitadas y también ranchos en las 18 manzanas de un pueblo fundado en 1935, cuando la prosperidad venía de la mano del ferrocarril.
Garzón es también el humilde centro de actividad agrícola-ganadera del área: por ejemplo, por la calle Izcúa circulan los arreos de ovejas, vacas y caballos de los campos cercanos.
Subiendo por un camino de ripio, que atraviesa arroyos secos y quebradas hacia las sierras, se pueden ver los campamentos de los picapedreros que cortan el granito? Y el sol del atardecer, y el mar a lo lejos. Allí también nace el arroyo Garzón que baja hasta la laguna homónima, un lugar privilegiado para la observación de pájaros y la práctica del windsurf.
Probablemente, en el futuro, Garzón será un nuevo José Ignacio, pero sin mar. Hoy, en cambio, la movida esteña está cerca, pero no tanto, con todo lo que eso implica: aun en el invierno y la primavera, la tranquilidad es un bien supremo. Es más, para la inauguración del reducto gourmand, Mallmann realizó una fiesta "para todo el mundo" y sin personajes glamorosos de Punta del Este.
Aunque la fachada exterior del hotel es sencilla, los interiores poseen un confort exquisito. Al ingresar, el olor del pan se cuela sobre las paredes del vestíbulo decorado con un marco de vidrio y madera rústica, que cobija la portada de una antigua edición de "Joie de Vivre", de Emile Zola.
Las habitaciones pintadas de blanco sorprenden con camas dobles con una cabecera diseñada como los antiguos sikis del campo en Noruega, secundadas por largos cortinados de tela de Nueva York y precedidas por unas lámparas de hierro con velas y caireles brillando a la par.
En el patio con galería en forma de herradura, al que dan los cinco cuartos, el agua de la pileta, de un azul imposible, invita al chapuzón. La comida excepcional completa el escueto listado de detalles de este lugar donde la consigna es descansar.
El restaurante
Las amplias mesas y los sillones de diseño noruego sugieren una intimidad distinta: caben dos o tres personas que comparten una suerte de box. Detrás de un vidrio se ve el trajinar de los cocineros Nano (Mariano Guin), Kika (Nidia Bordenave), Manu (Manuel Sanchis), algunos de Garzón y otros de Mendoza.
Las blancas paredes exhiben los originales marcos de vidrio y madera con láminas de Martin Summers, el londinense que utiliza fotos y acuarelas para conformar sus watergraphs.
Del horno de leña salen los corderos y lechones, las verduras y frutas quemadas, las masas en general, las carnes. En el infiernillo se cocinan los langostinos que luego llegan a la mesa sobre una bandeja de madera. Entre otras especialidades,
los ravioles de ricotta de cabra de Colonia son de una sencillez exquisita. Con manteca y queso, lucen su despreocupada esencia, secreto de la nueva cocina de Mallmann que no acepta barroquismos. Tomate quemado con tomillo y queso dorado, sopa de zapallo con queso de cabra, gigot de cordero con hierbas y papas a la mostaza, magret de pato con jugo de Malbec, son algunos de los platos de esta deliciosa carta.
El pueblo del general Eugenio Garzón
En la Sala de Sesiones de la Cámara de Representantes en Montevideo, el 17 de junio de 1935, se presentó el proyecto de ley para declarar pueblo a Garzón. En ese entonces Garzón tenía 470 habitantes -hoy tiene 250-, las mismas manzanas que ahora, incluyendo la plaza pública y las oficinas, la escuela, los comercios, la estación del ferrocarril y el molino. Y también, como hoy, había un restaurante, 57 viviendas de material y 59 ranchos. "El dato que inclina a concederle la categoría de pueblo -reza el informe- es que su edificación asume mejor calidad que la de otras poblaciones de esta entidad, y su comercio asume cierta importancia con perspectivas de progreso."
El nombre del pueblo viene del general Eugenio Garzón (1796-1851), militar uruguayo. Se incorporó a las fuerzas de Artigas en 1811, marchó con el general José Rondeau al Alto Perú, se sumó al ejército de San Martín y lo acompañó en sus campañas libertadoras de Chile, Perú y Ecuador.
Luego se acercó al general Urquiza, a quien acompañó cuando éste se pronunció contra Rosas. Celebrada la paz de 1851, Garzón, en su carácter de principal subalterno de Urquiza, se transformó en el hombre destinado a ocupar la presidencia del país. Su muerte, producida dos meses después, cambió la marcha de los acontecimientos futuros.
Datos útiles
Cómo llegar
Hotel y restaurante Garzón, pueblo Garzón, Maldonado, Uruguay. Informes, 594102811, 2809, hotelgarzon@adinet.com.uy, www.restaurantgarzon.com
Habitación con cama doble, US$ 180, con las comidas, el bar y el vino de Finca La Anita incluido.
Se llega desde Punta del Este o desde el aeropuerto por la ruta 9, km 175. Desde allí son 11 km por camino rural hacia la izquierda hasta la plaza del pueblo, frente a la que está el hotel/restaurante. Son 50 minutos desde el aeropuerto.
Silvina Beccar Varela
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