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Gouda tiene olor a queso

Basta un sabroso mordiscón para comprobar su fama mundial




GOUDA.- Esta antigua ciudad, cuyas calles están pobladas por capillas, conventos, casas de hermosas fachadas y canales arbolados, lleva un nombre que hoy está definitivamente asociado a los quesos. ¿Quién no ha oído hablar de los quesos de Gouda, esos grandes y sabrosos discos amarillos que gozan de merecida fama mundial?
La pequeña ciudad parece dominada, en efecto, por el atractivo de sus quesos y de la llamativa actividad que genera todos los jueves por la mañana durante el verano. De abril a septiembre, los granjeros llevan centenares de quesos a la feria del mercado para venderlos, a la vista de compradores y turistas.

Suaves y cremosos

Allí es posible apreciar su peso -en general superior a 10 kilos-, aprender a diferenciarlos en sus sabores, y reconocer los suaves y cremosos que son los recientemente fabricados, hasta llegar a los oude -los de sabor más intenso- de una antigüedad de dos años.
El ritual de la feria es verdaderamente pintoresco. Compradores y vendedores hacen sus ofertas y contraofertas golpeando sonoramente sus manos. Los quesos descansan sobre grandes manteles blancos en el suelo, e inundan con su particular olor la plaza central convertida en un colorido mercado predominantemente amarillo enmarcado por curiosos.
Pero más allá de sus quesos, Gouda (cuya pronunciación aproximada es jáuda , con una j muy fuerte) es hermosa por sus atractivos históricos y arquitectónicos.
Un enorme molino -El León Rojo- parece proteger esta ciudad construida en torno de la imponente plaza del mercado. Allí está la Oficina de Turismo, el Museo del Queso y la Stad Huis, o Municipalidad, del siglo XV. Caminando por las callecitas que bordean los canales, vale la pena visitar el curioso Museo de las Pipas, en una mansión del siglo XVII.
Una de las mayores atracciones de Gouda es la iglesia de San Juan (Sint Janskerk), que es la más grande de Holanda. Levantada en el siglo XIII, luce una formidable colección de 70 vitrales, algunos de los cuales datan de 1555. Es llamativo que en el último, montado en 1947 para evocar el final de la Segunda Guerra Mundial, se descubra a obreros y soldados usando ropas actuales. En un rincón se exhiben emocionantes testimonios fotográficos de aquella época, incluyendo algunas fotos de los trabajos destinados a preservar los vitrales de los bombardeos, con imágenes que muestran el cuidado con que fueron retirados y enterrados.
De cómo viajar en trams y comerse un arenque al paso
  • Para recorrer el interior del país lo más conveniente es viajar en auto y en tren. Los servicios ferroviarios son excelentes, aunque a veces un poco caros. Las estaciones de tren están generalmente cerca del centro comer cial y turístico.

  • La estación principal siempre se llama CS (Central Station), pero por lo general hay más de una estación con el nombre de la ciudad. Por ejemplo, Rotterdam tiene CS, y además otras con el agregado Blaak, Zuid, Noord, Alexander, t odas precedidas por el nombre Rotterdam.

  • Una buena alternativa para moverse dentro de las ciudades es alquilar una bicicleta. Prácticamente en todas las estaciones de tren hay un local dedicado al alquiler de las mismas. El costo por día es 4 dólares.

  • Para usar el transporte público lo más conveniente es comprar una stripenkart de 15 unidades ( 6 dólares) o de 45 unidades (17). Estos tickets de ómnibus son válidos en todo el país y permiten usar toda combinación de trams (tranvías), ómnibus, ferry y a veces pequeños trayectos de tren.

  • Un viaje pagado al chofer del bus o tranvía cuesta -como mínimo- 1,50 dólar-, pero el mismo viaje abonado con una stripenkart cuesta 0,90.

  • Si se utiliza un stripenkart, hay que marcarlo en las cajas amarillas disponibles en el tranvia, o acercándose al chofer, señalando la cantidad de zonas de la ciudad que se van a cruzar, más una (una zona, significa marcar dos espacios, dos zonas son tres espacios, etc). Esta marca es válida para viajar en cualquier medio de transporte durante una hora.

  • En Holanda es difícil encontrar un teléfono público que acepte monedas. Para llamadas locales lo mejor es comprar una tarjeta en las ventanillas de la empresa de transportes (HTM), Oficina de Turismo (VVV) o quiosco.

  • La mayoría de los teléfonos aceptan tarjetas de crédito para llamadas internacionales e interurbanas, pero no para llamadas locales.

  • En todas las ciudades se pueden encontrar cabinas de teléfono en las que el aparato telefónico fue reemplazado por una pantalla que nos permite ingresar a Internet, y mandar o recibir e-mails. Si se quiere tener un poco más de comodidad, pregunte por la biblioteca local ya que todas ofrecen acceso público a la red de redes.

  • Para cambiar dinero, lo mejor es acudir a las oficinas de correo identificadas como PTT, donde tambien se puede comprar tarjetas de teléfono y stripenkarts .

  • El idioma no es un obstáculo. La mayoría de los holandeses habla un correctísimo inglés. Muchos dominan, también, el francés y el castellano.

  • La moneda oficial es el florín, o gulden (guilda). Las monedas en circulación son de 10 y 25 centavos, 1, 2 y 5 gulden, y los billetes son de 10, 25, 50, 100 y 250 gulden. El signo es f.

  • La gastronomía holandesa no es especialmente destacable. Uno de los platos típicos es el pollo con salsa de maní ( kip saté ). Afortunadamente abundan los restaurantes dedicados a otro tipo de comida como por ejemplo indonesia, italiana, griega y argentina.

  • Para comer al paso, nada mejor que seguir las costumbres locales y pedir en alguno de los puestos de venta al paso un arenque ( haring )que se comerá solo y crudo. Si esta opción no resulta atractiva, un sándwich de salmón ahumado cuesta alrededor de 2,50 dólares.

  • Tenga en cuenta que los holandeses no utilizan más que media hora para almorzar una sopa y un sándwich ( broodje ), y que ése es el menú más fácil de encontrar al mediodía.

  • Siempre tenga a mano un paraguas. El clima es cambiante y es frecuente que un aguacero sorprenda al turista.

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por Redacción OHLALÁ!

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