
¿Pasó usted por mi casa?
Por su casa no pasé.
¿Vio usted al vecino?
Al vecino no lo vi.
¿Chateó con el vecino?
Con el vecino yo chatié.
Compulsivamente.
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por su casa no pasé.
¿Vio usted al vecino?
Al vecino no lo vi.
¿Chateó con el vecino?
Con el vecino yo chatié.
Compulsivamente.
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Toda la tarde estuve offline. Redondita y gris. De lo más prolija. En cuanto llegué a casa y me conecté, ahí estaba, esperando.
Chateamos horas. Intenso, digamos. El vecino es insistente y tiene una forma que te engatusa y terminás hablando.
Y contando.
Hice caso y propuse encuentro.
Sofi: Y si hacemos algo? Subís, bajo...
XXX: Dale, contame qué tenés puesto.
¿Qué hacer, cambiar de tema completamente, desconectarse? No hubo caso.
XXX: Me encanta esto…¿Tenés camarita?.
Conté. Poquito. No prendí ni media camarita. Ahora siento que estoy atrapada en una jaula cibernética y no sé salir.
Hoy prometo mantenerme fuera de alcance durante el día.
Y la noche.
SEGUIR LEYENDO


Lanzamos Wellmess, el primer juego de cartas de OHLALÁ!: conocé cómo jugarlo
por Redacción OHLALÁ!

Gala del Met: los 15 looks más impactantes de la historia
por Romina Salusso

Kaizen: el método japonés que te ayuda a conseguir lo que te propongas
por Mariana Copland

Deco: una diseñadora nos cuenta cómo remodeló su casa de Manzanares
por Soledad Avaca Cuenca
