Hotel, dulce hogar

Para muchos, el Hotel del Casco es como una segunda casa; próxima apertura en la zona, el San Isidro Plaza

19 de abril de 2009

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Una mañana de sábado, en el jardín de invierno del Hotel del Casco, en San Isidro, se da una escena curiosa. Allí desayunan dos familias, una colombiana y otra mexicana; unos que llegan y otros que se van. Los primeros paran en el hotel porque el padre acaba de ser trasladado por trabajo a Buenos Aires, y todavía están por mudarse a una casa en la zona. Los mexicanos, en cambio, recién dejaron la propiedad que alquilaron los últimos dos años mientras el hombre estuvo destinado por su empresa en la Argentina, y se hospedan en el hotel durante las últimas horas antes de volar de vuelta al D.F.

Los mexicanos les dan todo tipo de consejos a los colombianos: desde dónde comprar esto y aquello y qué lugares visitar en las vacaciones hasta la conveniencia de que los chicos organicen pronto una fiesta como para hacerse de los primeros amigos.

"Los expatriados resultaron un público importante para nosotros -reconoce Betina Ruzal, responsable del Hotel del Casco-, aunque no sabíamos que lo serían. Cuando inauguramos, pensábamos trabajar sobre todo con familiares de vecinos de la zona, finalmente un mercado menor. En cambio, las familias de ejecutivos se van pasando el dato en las empresas, los colegios... "

El señorial edificio de la Avenida del Libertador, a metros de la catedral, en el apacible casco histórico, fue concluido en 1892, pero el hotel en sí es mucho más joven: abrió sus puertas en 2003. Y las veinte habitaciones (más pileta, mini spa y otras facilidades) suelen estar completamente ocupadas. No sólo por expatriados (aunque una familia centroamericana llegó a alojarse allí ocho meses y medio); también es muy frecuentado por parejas, pasajeros corporativos solitarios y novios en noche de bodas, después de casarse apenas cruzando Libertador.

El éxito alentó a sus mentores a buscar una segunda propiedad vecina, que justamente a mediados del mes próximo estará lista. A pocos metros, sobre 9 de Julio, el flamante San Isidro Plaza ocupa el predio de lo que fue el Cine Teatro Acassuso, construido aproximadamente en 1930, aunque el abandono de las últimas décadas y alguna obra fallida no dejó en pie casi nada de la estructura original donde alguna vez cantó Carlos Gardel.

"Ahora hicimos habitaciones aún más funcionales para las familias", explica Ruzal. En este caso, son 22 suites y lofts de 35 a 65 metros cuadrados casi todos con vista a la catedral y terraza o jardín privado, más un salón de banquetes. "Es un hotel de lujo, pero con espíritu suburbano, descontracturado", define Ruzal.