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Impresiones francesas

Tour por los rincones del valle del Sena que inspiraron a los impresionistas, de los jardines de Moneten Giverny a la costa de la Mancha, en los balnearios chic del siglo XIX




En una sala del Museo Nacional de Bellas Artes porteño se aprecia un óleo de Claude Monet. Es una vista bucólica de las orillas del Sena. Verdes y azules son tamizados por esa luz que los impresionistas captaron de manera genial. No es el Sena de París, grandilocuente entre monumentos y palacios. Ni el Sena de sus orígenes, pequeño y perdido en la vasta naturaleza. Es el Sena que se adivina tranquilo y majestuoso, tal como cuando cruza la Normandía.
Los impresionistas, que quisieron plasmar en sus obras la luz natural, salieron de los talleres donde se confinaban las generaciones anteriores de artistas académicos e instalaron sus caballetes en calles y campos. Algunos de ellos eran Claude Monet, Eugène Boudin, Pierre Auguste Renoir, Berthe Morisot, Alfred Sisley, Camille Pissarro. E hicieron su primera exposición en abril de 1874 en el estudio del famoso fotógrafo parisino Nadar.
Muchos de ellos eligieron el valle del Sena, sobre todo por su proximidad con París y el rápido desarrollo de los transportes públicos (el incipiente ferrocarril, hacia la ciudad de Rouen y el litoral normando de la Mancha). Los balnearios que se pusieron de moda en el siglo XIX, cuyas fastuosas fiestas fueron descritas por Marcel Proust, atrajeron también a los artistas en busca de inspiración y de mecenas.
En particular, la instalación de Monet en el pueblito de Giverny, en 1883, hizo mucho para asociar eternamente el impresionismo con Normandía.
Desde el jardín
Se llega a Giverny, desde el centro mismo de París, en un par de horas. Los días de semana es un viaje agradable y rápido. No así viernes y domingos, cuando miles de autos hacen el mismo camino.
Giverny cuenta con apenas un puñado de callecitas y su principal espacio público es un estacionamiento. Durante la primavera hasta aquí se llega desde todo el mundo para ver los jardines más famosos del arte del siglo XIX: los que realizó el propio Monet a partir de 1890, cuando compró algunas parcelas de tierra.
El jardín de agua, con el estanque donde florecen los nenúfares que pintó varias veces, fue abierto en 1893. No es difícil imaginar al artista ya viejo, con su larga barba blanca y cara de pocos amigos, paseándo por la paleta de colores de las flores de su jardín. Parece estar a la vuelta de cualquier sendero o a punto de asomar por la puerta de su casa.
Se visitan principalmente los jardines y la casa de Monet, pero el pueblo entero vive a la sombra del padre del impresionismo. Hay dos jardines bien distintos: los de la casa, muy florecidos, y los jardines de agua, con el estanque, el sauce llorón y el puente japonés que figuran sobre algunas famosas telas del artista.
Mientras tanto, los Monet modernos tratan de reproducir los ángulos y las vistas de cada rincón, para hacerlos coincidir con las obras originales. Pero más increíble aún es el trabajo de los jardineros para recrear cada primavera el mismo jardín y hacerlo idéntico, un siglo después, al de las telas del gran impresionista.
Además de los jardines, se visitan la casa y la boutique. Unos pasos más allá no hay que dejar de ver en Giverny la colección de obras del Museo de Arte Americano, que hoy se conoce como el Museo de los Impresionismos, que presenta ramificaciones del impresionismo en todo el mundo.
Los Andélys
Luego de esta primera etapa en Giverny, la ruta impresionista de Normandía pasa por la ciudad vecina de Vernon (donde hay un museo de arte con obras del mismo período) y sigue por los Andélys. Como en el resto de este camino, que se hace en un solo día o en varios, según el tiempo de cada parada, se puede optar por la autopista A13 que bordea el río y luego la costa normanda, o las rutas más menores, que siguen más o menos la misma traza pero se acercan más al río y pasan por el centro de ciudades y pueblos. Si uno cuenta con tiempo, esta opción es de lejos la mejor, para vivir a un ritmo más impresionista y llevarse hermosas fotos.
Como el plural de su nombre lo indica, hubo un Gran y un Pequeño Andély. La diferencia resultará clara solo para historiadores, ya que hoy forman un único pueblo, a orillas del Sena. Los Andélys tienen eco en las clases de historia de los alumnos franceses gracias al castillo aledaño: Chateau-Gaillard, una fortaleza del siglo XI donde lucharon Ricardo Corazón de León y Felipe Augusto, los reyes de Inglaterra y de Francia. Las ruinas del castillo forman una vista romántica sobre un promontorio que domina el valle del Sena, ya bien ancho en esta parte de su recorrido.
La bella Rouen
En menos de una hora se llega luego a la ciudad impresionista por excelencia, Rouen. Aquí se evoca de inmediato la serie sobre la Catedral pintada por Monet. Camille Pissarro pensaba que Rouen era "tan bella como Venecia". Corot y los ingleses Turner y Bonington fueron los primeros artistas que pintaron la ciudad y su río, durante el siglo XIX.
Monet llegó a Rouen en 1872 y Pissarro en 1883: fueron los primeros impresionistas en retratar la ciudad, sus reflejos sobre el Sena, sus callecitas y los campanarios de sus iglesias. Hubo otros luego, menos conocidos (Lebourg, Guillaumin, Angrand), o igualmente célebres: Gauguin, en 1884, Sisley diez años después y también Raoul Dufy y Paul Signac.
Pero el auténtico símbolo del impresionismo en Rouen es la serie de telas de la Catedral que Monet pintó en 1892 y 1893. Son unas treinta obras, parte de las cuales fueron pintadas desde los salones de las tiendas Lévy, el edificio que hoy ocupa la Oficina de Turismo. Allí es posible subir y asomarse a las mismas ventanas que ocupó Monet, para observar la Catedral desde ángulos idénticos. ¿Bastaría con volver a la misma ventana uno y otro día, durante temporadas enteras, para apreciar como él las variaciones de la luz sobre las piedras medievales? Las fotos que no dejan de sacar los visitantes son pálidas parientes de las obras maestras del impresionismo.
Hay más telas para ver en las calles del viejo centro de Rouen, el mismo donde fue quemada viva Juana de Arco y donde paseó siglos más tarde Emma Bovary, cruzando la torre del Gran Reloj. Rouen generó incluso su propia corriente de impresionismo, cuyas principales obras se pueden ver en el Museo de Bellas Artes. El establecimiento tiene la mayor colección impresionista de Francia luego del Museo d'Orsay, pero también obras cubistas y abstractas, y un conjunto excepcional de telas del siglo XVII que incluye trabajos de Rubens, Caravaggio, Velázquez y Poussin.
El río serpenteante
En buena parte de su recorrido, el Sena da vueltas como una serpiente contorsionista. Se desliza tranquilamente, tal como se lo ve en el cuadro del Museo de Bellas Artes de Buenos Aires, y se abre camino entre acantilados de rocas blancas y campos donde no es raro ver rebaños de las famosas vacas normandas. Saliendo de Rouen, se puede hacer casi inmediatamente un alto en La Bouille, pueblito construido sobre un barranco que domina el río. Este es un lugar de paseo muy apreciado de los habitantes de Rouen, sobre todo en sus chemins de halage, los caminos que siguen el contorno fluvial, por donde andaban los caballos que tiraban los barcos antes de la invención de los motores.
Alfred Sisley iba hasta allí para pintar el Sena y captar los reflejos de luz sobre su superficie. Un par de curvas y contracurvas más lejos (media hora en auto por pintorescos caminos), el Sena bordea Caudebec en Cau, un pueblito cuyo nombre deriva de los vikingos que poblaron Normandía en el siglo X. Antaño se producía un fenómeno curioso según las mareas: una ola de dos metros que provenía de la Mancha y remontaba el río a toda velocidad hasta este lugar. Hoy las obras realizadas en la desembocadura y a lo largo del lecho la atenuaron mucho y apenas se nota, pero los peregrinos del impresionismo lo recordarán por las telas de Eugène Boudin, precursor del movimiento. Para eso hay que cruzar el río y mirar la ciudad desde la orilla opuesta, con el fin de tener la misma vista que el artista. O por lo menos la vista de lo que no cambió a lo largo del siglo y medio que pasó desde entonces, como la iglesia, que Enrique IV calificó como la más bella del reino de Francia.
Finalmente se llega a la desembocadura del Sena y al mar, otra vez con menos de una hora de viaje, cruzando el río por el impactante puente de Tancarville, uno de los íconos de ingeniería de Normandia.
Boudin era nativo de Honfleur, el puerto cantado por Victor Hugo en una de sus poesías más famosas ( Demain dès l'aube ). El viejo puerto es todo un encanto que inspiró a muchos impresionistas: Monet, Jongkind, Courbet y, por supuesto, Boudin. El artista local tiene su museo no muy lejos y se le debe una visita para comprobar por qué Corot lo llamaba "el rey de los cielos". En las afueras del puerto, la Ferme Saint Siméon es hoy un hotel de lujo, pero a fines del siglo XIX su dueña, Madame Toutain, recibía a los artistas que venían para pintar la bahía del Sena. Claude Monet había trabado amistad con Boudin en su juventud y fue él quien llevó a otros impresionistas hasta Honfleur años más tarde, entre ellos a Renoir. Además de Eugène Boudin, el puerto vio también nacer al compositor Erik Satie, cuya casa se puede visitar.
Un mar de impresiones
Del otro lado de la desembocadura del Sena está Le Havre, uno de los principales puertos europeos. Se cruza otra vez el río por el mismo puente, para aprovechar una vez más las impresionantes vistas que ofrece (menos para quien maneja...). Se trata de una ciudad moderna reconstruida por completo con un estilo uniforme en los años 50, luego de haber sido destruida por los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial. El barrio de Sainte Adresse, alejado de las instalaciones portuarias, fue refugio de artistas. Era también la estación balnearia favorita de los parisinos a fines del siglo XIX, y tanto su playa como varios de sus paisajes y su famosa Terraza en Sainte Adresse fueron pintados por Monet. El centro de la ciudad cambió radicalmente desde su reconstrucción, realizada con un hormigón que le da un color gris matizado gracias a la abundante vegetación en las calles. Los que se levantan temprano quizás puedan ver lo mismo que Monet en 1873, cuando pintó Impression soleil levant ( Impresión sol naciente ), obra que dio su nombre al flamante movimiento artístico que estaba apareciendo con él, Boudin y algunos otros. Le Havre tiene un importante museo de arte, con una excepcional colección impresionista. Se ven obras de Monet, Sisley, Dufy, Renoir y por supuesto Boudin.

DATOS UTILES

  • Fondation Claude Monet: se encuentra en la Calle Claude Monet (¿dónde si no?) de Giverny. Se visita del 1° de abril al 31 de octubre de cada año. Se recomienda conocer los jardines a principio de la temporada, en primavera, en mayo y junio cuando las flores están en su mejor época.
  • Musée des Impressionnismes de Giverny: también sobre la calle Claude Monet. Abre del 1° de abril al 31 de octubre (estará cerrado del 16 al 26 de julio).
  • Museo Nicolas Poussin en Les Andélys: Abierto todo el año menos los martes.
  • En Rouen: la Catedral está abierta de 8 a 19.00 hs todo el año. Visitas guiadas los fines de semana a las 15.00 hs.
  • En Honfleur: el Museo Eugène Boudin abre todos los días menos el martes.
  • En Le Havre: tiene un museo con una buena colección impresionista: Musée Malraux.
  • En Etretat: se puede visitar el Clos Arsène Lupin, la casa de Maurice Leblanc. Visitas guiadas todos los días de abril a octubre y de viernes a domingo el resto del año. www.etretat.net.
Más info

Tres balnearios que pintan bien

El Sena inspiró a los impresionistas, pero también lo hizo el mar. Tres balnearios completan este circuito: Yport, Etretat y Fécamp. Hay un poco más de 40 kilómetros entre Le Havre y Fécamp, un viaje total de no más de 50 minutos. Los acantilados de roca caliza pueden culminar sobre el mar a más de 100 metros de altura, y más abajo la costa fue erosionada por las olas, que crearon algunas particularidades como una aguja rocosa en medio de las aguas.
En Fécamp se puede bajar por el sendero de los marineros del acantilado a la playa para descubrir un sitio pintado 22 veces por Monet entre 1868 y la década de 1880.
Unos kilómetros al Sur, Yport es un puerto de pesca donde se organizan cada año fiestas del mar y de la pintura. Además de los impresionistas contó entre sus habitués a Maupassant y André Gide. Y las rocas de su costa fueron pintadas por un impresionista no tan conocido: Claude-Emile Schuffenecker.
Etretat, por su parte, fue el balneario chic de la segunda mitad del siglo XIX. Allí se encontraron Monet y Maupassant en 1885. El novelista escribiría: En esa región, seguí a Claude Monet en su búsqueda de impresiones. No era más un pintor, para decir la verdad, sino un cazador. Un paseo costero permite ver los famosos arcos de roca caliza cavada por el mar. Una de esas arcadas, la Porte d'Aval -comparada a veces como la trompa de un elefante en el agua- inspiró a Claude Monet para otra serie de obras.

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por Redacción OHLALÁ!


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