
Me regalé una sesión de masajes. Hacía rato que una amiga me había recomendado un lugar. Finalmente pedí un turno y fui.
Genial. Pensé que no iba a lograr poner la mente en blanco. Siempre que trato de poner la mente en blanco pienso en una pared blanca. Pero dejar, dejar, dejar de pensar no puedo.
Contra todos los pronósticos, mientras Lili me apretujaba la espalda, en un estado de relax total pude no pensar en nada. ¡Qué buenoooooo! Lo malo vino después.
En pleno limbo, en medio del estado alfa en el que me encontraba, conecté otra vez con la vida mundana. Me acordé que había dejado una botella de cerveza en el freezer.
¿Justo ahí me tenía que acordar?
Decidí no hacerme problema. Ya habían pasado más de 12 horas que esa cerveza estaba ahí y ya estaría reventada.
Listo. Fin. Relajate, me dije.
Imposible. No dejé de imaginar todo lleno de cerveza frizzé y cómo iba a tener que limpiar todo cuando llegara.
Es mentira que entra Míster Músculo por la ventana para ayudarte.
Limpié solita. Buuuuu
SEGUIR LEYENDO


Lanzamos Wellmess, el primer juego de cartas de OHLALÁ!: conocé cómo jugarlo
por Redacción OHLALÁ!

Gala del Met: los 15 looks más impactantes de la historia
por Romina Salusso

Kaizen: el método japonés que te ayuda a conseguir lo que te propongas
por Mariana Copland

Deco: una diseñadora nos cuenta cómo remodeló su casa de Manzanares
por Soledad Avaca Cuenca
