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Invierno en la Región de los Lagos

Por tierra y por agua, un gran recorrido por la zona de los volcanes, entre bosques de arrayanes, termas y el eco constante del Pacífico. Además, tiene océano, lagos y lluvia casi todo el año




PUERTO MONTT.- Lanzarse en invierno a descubrir la Décima Región de los Lagos, en el sur de Chile, es sacar un boleto a la aventura en su sentido más amplio. No sólo porque la propuesta invita a acercarse a un destino en el que volcanes, lagos, archipiélagos y bosques de especies nativas van alternando su protagonismo a lo largo de los kilómetros, sino porque además predomina en la zona un clima oceánico con influencia marítima (llueve 280 días al año), que hace posible una seguidilla de días en los que la lluvia se transforma en un acompañante más.
Puerto Montt es la capital de la región. Está custodiada de cerca por la Cordillera de los Andes con un puñado de volcanes que captan desde lo alto las miradas de los turistas: Puyehue, Casablanca, Puntiagudo, Osorno... nombres sagrados para los mapuches.
Desde sus entrañas, la tierra ofrece fuentes termales que dieron origen a centros como Puyehue, Aguas Calientes, Liquiñe o Llancahue. Sobre la superficie, el verde y el azul dominan el entorno. Reflejo de los cinco parques nacionales (Puyehue, Vicente Pérez Rosales, Alerce Andino Chiloé y Hornopirén) y de una cuenca lacustre formada por cerca de 30 lagos y lagunas.
El lago Llanquihue, el centro de esquí Antillanca, el cruce del Lago de Todos los Santos y Chiloé marcan un itinerario con recursos naturales suficientes para practicar turismo aventura.
Eso sí, siempre y cuando el tiempo sea cómplice. Y si no, a llevar ropa impermeable porque como dicen los lugareños: "Estamos en la Patagonia. Acá llueve casi siempre", mientras siguen caminando como si nada cayera del cielo.
La extensa cuenca del lago Llanquihue, descubierto en 1552 por Pedro de Valdivia, despertó el desarrollo de centros urbanos que miran a los volcanes y a los frentes cordilleranos.
Puerto Varas, también llamada Ciudad de las Rosas, tuvo desde sus comienzos, en 1854, un rápido crecimiento que la llevó a convertirse en el principal centro de navegación de la cuenca y la puerta de salida hacia Puerto Montt, a casi 20 kilómetros. Sus atractivos principales: el parque Phillipi, el cerro Calvario, el Casino, y las playas Hermosa y Niklitscheck.
En esta zona se puede ver en el estilo arquitectónico de las capillas y casonas, el rastro que dejaron los colonos alemanes. También, las casas de té conservan su cultura y tientan al turista con las tradicionales onces (té, café o chocolate acompañados de kuchen, una tarta con salsas de frutas, y otras tortas).
Frutillar tiene las mejores vistas del lago Llanquihue, coloridos jardines con colibríes revoloteando y un prolijo tejido urbano que parece siempre listo para una foto.
El Museo Colonial Alemán recrea el estilo de vida de los primeros colonos, y la Reserva Experimental Edmundo Winkler tiene senderos que permiten ver de cerca especies típicas del bosque valdiviano como el ulmo, tepa, olivillo, radal o arrayán.

Como los jesuitas

La excursión del Cruce de los Lagos recorre la ruta que hace más de 400 años utilizaron los huiliches (aborígenes de la zona) como camino comercial, y que luego los jesuitas de Chiloé transitaron para fundar las misiones en la región de Nahuel Huapi. El trayecto está dividido en siete tramos que unen Puerto Montt con Bariloche, del lado argentino.
El primer recorrido parte de Puerto Montt y llega hasta el muelle de Petrohué, donde se aborda un catamarán para cruzar el lago de Todos los Santos. Un viaje de 90 minutos hasta Peulla permite captar postales del lago. Una vez en tierra firme sólo queda el abrazo con la naturaleza.
¿Los caminos? Cabalgatas cortas que cruzan el río Peulla hacia la laguna El Encanto. Para los expertos, salidas a caballo de todo el día donde se cruzará varias veces el río y se cabalga entre colihues hasta llegar a la Cascada los Helechos que reúne 25 variedades de esta especie, tantas como los paseos que se pueden hacer en esta zona.
Después, vuelta en catamarán a Petrohué o una noche en el hotel Peulla para continuar en la mañana por tierra y por agua hacia el Nahuel Huapi.
Por Sandra Califano
De la Redacción de LA NACION

Antillanca, minicentro de esquí

Sobre la falda del volcán Casablanca, a 1015 metros sobre el nivel del mar, se encuentra el centro de esquí Antillanca. Joya del sol, en lengua mapuche, fue el nombre que le puso en 1935 un grupo de amigos del Club Andino de Osorno, a quienes los unía el amor por la cordillera.
Se llega al lugar por el último tramo de la ruta internacional 215 que se va abriendo paso entre cohihues, lengas, arrayanes y helechos de la selva valdiviana. Está a casi 100 km de Osorno y a 205 de Puerto Montt. Su superficie se extiende a lo largo de 35 kilómetros y tocan las nieves eternas. Muchos de los que se hospedan en el hotel Termas de Puyehue se deciden por este centro, que si bien es pequeño, les queda cerca.
Antillanca tiene cinco medios de elevación y 17 pistas con distintos niveles de dificultad aptas para recibir tanto a quienes dan sus primeros pasos en la nieve como a los que prefieren volar. Las pendientes y las cornisas de Antillanca son buenas para los que practican fuera de pista. En verano se puede hacer trekking y mountain bike.
La temporada, que comenzó a mediados de junio, finaliza antes que termine octubre.

Datos útiles

Cómo llegar

El precio del pasaje desde Buenos Aires hasta Puerto Montt cuesta US$ 299, con escala en Santiago.

Alojamiento

En Puerto Montt, La Península, un hotel de cinco estrellas, está a 8 minutos del centro, en Av. Chinquihue 8500; (56) 65 260800.
Sobre la cuenca del lago Llanquihue en Frutillar, el hotel Elun, camino a Punta Larga, km 2. La doble cuesta US$ 60; (56) 65 420055; www.hotelun.cl
En las termas, hotel Termas Puyehue: ruta internacional 215, km 76. Puyehue; (56) 64 331400; www.puyehue.cl .
Para las familias, una opción puede ser el Complejo Termas Aguas Calientes: Camino Antillanca, km 4. Parque Nacional Puyehue; (56) 64 331710.

Excursiones

Recorridos en el Cruce de los Lagos: www.crucedelagos.cl ; www.crucedelagos.com.ar .
Paseos en Peulla: www.excursionespeulla.cl
Museo Colonial Alemán en Frutillar: Av. Vicente Pérez Rosales.
En Chiloé, se puede visitar el Museo Regional de Ancud. Libertad 370; 56-65 622002

Más información

Sobre palafitos, madera y colores, la isla de Chiloé

Chiloé es la segunda isla más grande de América del Sur, separada del continente por el canal de Chacao. Musa de escritores, el poeta Mario García la describe así en Versos de la isla: "Chiloé, en medio del desierto de un guía de turismo es un palafito, el mundo es un palafito que se lleva el mar lleno, el sol un palafito hipotecado sobre el cielo azul de la postal entre mis manos (...)"
En realidad se trata de un archipiélago formado por la isla grande de 180 kilómetros y 40 islas menores, de las cuales 35 están habitadas. Pero, sobre todo, es un punto donde la geografía se une a la magia de las tradiciones, los legados de la conquista y la cordialidad de sus pobladores.
Es un sitio donde ser isleño se vive con orgullo, y en el cual aún se conservan costumbres devaluadas en las sociedades modernas, pero que ponen el acento en la solidaridad y en los vínculos personales.
Con suerte se puede observar una minga (reunión de amigos para a ayudar a alguien a levantar una cosecha, techar una casa o hacer un cerco donde la única paga es una porción de comida y licor) y hasta llegar a participar de ella.
El relato de una vendedora de artesanías sobre las historias del Trauco Fiura o Pincoya será la puerta de entrada a la magia del lugar.

En barco

Estos personajes, en su mayoría seres zoomórficos (acuáticos o terrestres), dan vida a la mitología formada por las creencias de los primeros habitantes: los huiliches, chunos y onas, la de los pobladores precolombinos y las supersticiones celtas traídas por los españoles. Para llegar a Chiloé hay que cruzar desde Pargua en un transbordador. Hay servicios durante todo el día que van uniendo el continente con la isla. Castro, su capital, tiene casas de madera de ciprés de vistosos colores que se levantan sobre el agua (palafitos), las roscas y el licor de oro.
Imperdibles los platos típicos, como el salmón relleno, la sopa de mariscos o los locos con papas.
Vale recorrer las iglesias de Chiloé recientemente declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Son 16 y fueron construidas para poner en marcha la llamada Misión Circular que llevaron adelante los jesuitas tras su llegada a la isla en 1608. Son de madera y piedra. Las más destacadas: las de Castro, Achao, Chonchi, Dalcahue y Quinchao.

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por Redacción OHLALÁ!


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