El martes llevamos a Luján a la consulta.
Nos quedamos un rato y otro rato estuvo sola. Fue larga y estresante, pero ella "la pasó bien".
Dibujó y jugó. Cuando nos tocó irnos y dejarla, me costó mucho más a mí que a ella. Estaba por cerrar la puerta, la miré y la vi más chiquitita que nunca.
La etapa de diagnóstico dura un par de sesiones y ahí veremos cuál es el mejor tratamiento a seguir.
Nicolás sigue pésimo con el padre y está contemplando la idea de abrirse y seguir por cuenta. No sabe aún si para preservar la relación o si para no verlo nunca más.
El tema me tiene muy preocupada. Vamos a tener que achicarnos, o yo voy a tener que empezar a trabajar 5 veces más que ahora.
No sé si es el mejor momento, pero bueno, haré lo que haya que hacer.
Este 2010 viene, cuando menos, desafiante.