

Con el deseo de hallar parte de mis raíces viajé en febrero a Ivrea, en el norte de Italia y considerada la región alpina por excelencia. En el aeropuerto de Caselle de Turín estaban mis familiares esperándome y abriendo sus brazos para hacerme conocer la tierra de mis abuelos maternos.
Sin saberlo llegué a Ivrea en el momento en que se preparaban para su típico y singular festejo: la Batalla de las Naranjas. Ivrea, de origen medieval, realiza año tras año este insólito festejo que se transmite de generación en generación, con riguroso orgullo cultural.
Este evento es único en el mundo por tener un argumento preciso. Los protagonistas no están enmascarados pero sus personajes representan símbolos de libertad y también de opresión, que recuerdan historias de antiguos enfrentamientos.
Y así la Batalla de las Naranjas, hoy de manera lúdica, pasó a ser un símbolo del pueblo en rebeldía: los equipos de la plaza, que siguen resistiendo a la subordinación del poder y la guardia del tirano; los equipos de los carros, que insisten en dominar.
También el compás de espera cuenta con su cuota gastronómica. Todos se dan cita en la Piazza Ottinetti; allí se podrá degustar polenta, agnolotti, sopas, cebollas rellenas, dulces y, por supuesto, los protagonistas irreemplazables del Piamonte: bagna cauda y Vin Brûlé (vino Brûlé). La famosa bagna cauda se prepara a base de aceite de oliva, ajo y anchoas para bañar verduras.
Las batallas se desarrollan en plazas cubiertas por redes para que sean jugadas, pero también miradas. Esta red protege a los espectadores, que alentarán sus carros predilectos, y también a los turistas que llegan para compartir la fiesta.
Aparece el primer carro, que porta a sus representantes y también un arsenal de naranjas a bordo. En un instante todo se desencadena. Es el momento de la participación colectiva. ¡Lluvia de naranjas! Todas por el aire. Y así, a pura adrenalina, van pasando los carros. Peleando, literalmente, contra los contrincantes que están en la plaza. El olor a naranjas lo invade todo. Vencerá el equipo que mejor defienda su carro de los ataques de la plaza.
La gran razón de este viaje fue la de conocer a mi abuela materna, Adelina. Ahora que el tiempo pasó, comprendo que ese postergado viaje debía ser en tiempos de Carnaval. Que esta tierra piamontesa me reservaba el maravilloso regalo de una de sus máximas expresiones culturales.
¿Descubrimientos para compartir? ¿Un viaje memorable? Esperamos su foto (en 300 dpi) y relato (alrededor de 2000 caracteres con espacios).
Envíe sus relatos, fotos, consultas, sugerencias y compañeros de ruta a la Redacción de Turismo del diario LA NACION, por carta a Bouchard 557, 5º piso (1106), Capital Federal, o vía e-mail a turismo@lanacion.com.ar; www.lanacion.com.ar/turismo
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