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La carroza de Sarmiento para en Luján

Esta y otras antigüedades se exhiben en el Museo del Transporte de esa ciudad




Es la más valiosa pieza del Museo del Transporte (entrada: $ 1) del Complejo Museográfico Enrique Udaondo de Luján. Se trata de la llamada carroza de Sarmiento , aunque por estar en la segunda sala aún no reciclada, carece hasta de señalamiento. Pero no es difícil distinguirla.
Está gallarda y pomposa con sus mullidos asientos enfrentados de a par y tapizados de seda, las cuatro imponentes farolas de cristales tan biselados como las siete ventanillas fijas, el techo coronado de filigranas metálicas y el pescante sobrecubierto con pana. Se construyó en París al estilo de Napoleón III por encargo del gobierno nacional y llegó en 1870 para uso de Domingo Faustino, e incluso la usaron cinco presidentes más: Avellaneda, Roca, Juárez Celman, Pellegrini y Sáenz Peña.

Como un balazo

La reliquia está intacta por el mantenimiento que se le prodigó durante más de un siglo y porque el disparo asesino dirigido contra el ilustre sanjuanino la noche del 22 de agosto de 1873 dio en una pared cuando iba a visitar a Dalmacio Vélez Sarsfield (que usaba una modesta jardinera Filburi, también en exhibición cercana). A la carroza presidencial la conserva su importancia, ya que siempre reinó entre algo más de dos docenas de carruajes y otras reliquias que atesora el museo.
En el recinto, las fotografías con flash no están prohibidas, pero lo ideal es volver a Luján para el V Desfile de Carruajes que -con cocheros de gala y látigo y personajes revestidos con galanuras de época- se realizará en el atardecer del no tan próximo pero sí esperado 24 de noviembre.
Ninguna guía o folleto turístico indica si existió alguna razón especial que influyera en el reclutamiento de carruajes para el Museo de Luján, pero no es desacertado deducir que bien podría tratarse de un homenaje subconsciente al episodio que dio origen a la Villa.
Se sabe que, aunque lejos del emplazamiento de esa meta de peregrinaciones, sucedió el atascamiento de la carreta de carga que, en 1630, originó la devoción: sólo pudo retomar la marcha al quitarse de la carga la pequeña Virgen morena de terracota (amasada en el valle brasilero de Pacaraíba). Quizás el peregrinaje de millones de promesantes que despertó también generó una secreta devoción por los carruajes.
Aunque no quedaron registros de la carreta que dejó la reverenciada carga, los carruajes constituyen uno de los tesoros históricos más ponderados del complejo museográfico frente a la plaza Belgrano y a pasos de la basílica. La sala primera del Museo del Transporte ha sido remozada en los últimos tiempos para realce lumínico de lo expuesto con información en paneles. Está la litera en que se hizo llevar a pulso por esclavos o criollos doña Agustina López Osornio y la berlina que pintada de colorado usó su hijo Juan Manuel de Rosas entre 1835 y 1852.
Ese rodado con tracción animal entonces desbordaba de arneses y otros adornos con el temible color punzó (donada en 1926 por el estanciero de Paysandú Carlos A. Anchorena).

Próceres sobre ruedas

También está la carreta sanmartiniana de quincho y el carruaje que usó Manuel Belgrano durante la Batalla de Salta -20 de febrero de 1813-, terreno abrupto que el rodado superó sin tantos bamboleos para el general: tiene sistema de sopandas, o sea que la caja o cabina amortigua su andar sobre la base de un sistema de correas. Tampoco tenía pescante y el cochero montaba alguno de los caballos de tiro.
Un carruaje curioso y autóctono es el que fabricaba Luis Saavedra y le prestaron al general Bartolomé Mitre para llevar heridos de Junín a Chivilcoy tras su triunfante batalla en La Verde.
A la victoria de capota replegable de Julio Argentino Roca hay que mirarla en detalle: en la parte posterior está el reparado orificio del balazo destinado al general, el 19 de febrero de 1891, cuando era ministro del Interior del presidente Juárez Celman (el proyectil perforó el tapizado y rozó levemente al jefe de la Conquista del Desierto). El propio Roca disparaba tiros desde la breack de caza parisiense que usó en la estancia La Larga.
Galeras y diligencias (una del general Luis María Campos), varias cupés (incluida la de Bernardo de Irigoyen) y algún milord y carros diversos, comparten el encierro a que fueron condenados por tantas andanzas célebres. Ese premio a la fama lo pagan también La Porteña (primera locomotora usada en el país) y un vagón de pasajeros. Hay también un tranvía a caballo para 14 pasajeros, un conductor y un mayoral, también usados en Luján entre 1888 y 1925 para llevar feligreses entre la estación y la basílica.
Los visitantes que se larguen a la búsqueda de objetos viejos, en Francia 813, encuentran el Almacén de Antigüedades de Carlos Cabreros y Cristina (02323-435388), o bien La Rotonda de Carlos, en Pellegrini 161 (atiende Norma Domínguez). Después de atravesar la memoria de los tiempos, hay que retornar por la autopista como en un apacible paseo.

Cómo llegar

Por Acceso Oeste con dos peajes de $ 1,50 y numerosas líneas de autotransporte desde Once, Plaza Italia y otros puntos estratégicos de la ciudad. Desde la City por Autopista 25 de Mayo se agregan $ 2 de peaje.
Francisco N. Juárez

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por Redacción OHLALÁ!

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