

En el corazón de Roma, a un lado de las escalinatas de Piazza Spagna y a los pies de la iglesia de Trinitá dei Monti, está la casa memorial de los poetas John Keats y Percy Shelley. Los romanos la llaman la casina rosa (la casita rosa). John Keats vivió en ella durante unos meses, poco antes de morir. El encantador edificio fue levantado en la misma época en que el arquitecto Francesco de Sanctis construyó la célebre escalinata, entre 1721 y 1725.
John Keats abandonó Inglaterra hacia fines de septiembre de 1820 para instalarse en Italia por razones de salud. Era entonces uno de los poetas románticos más admirados en el mundo literario inglés. Había nacido en 1795. Su padre y su madre pertenecían a familias más bien modestas.
Keats quedó huérfano cuando era apenas un adolescente. Se distinguió en el colegio, en Enfield, donde se hizo amigo de Charles Cowden Clarke, que lo introdujo en la literatura y lo alentó para que escribiera. Al principio, Keats estudió para convertirse en farmacéutico y en médico, pero finalmente resolvió consagrarse a la escritura.
En poco tiempo, llevado por su inspiración, escribió The Eve of St. Agnes, La Belle Dame Sans Merci y Ode on a Grecian Urn , una de sus obras más logradas y populares. Se enfermó de tuberculosis (sus padres habían muerto de esa misma enfermedad) y sus amigos le aconsejaron que cambiara de clima, que se fuera a Italia en busca de una temperatura más cálida.
Un cambio de aire
Como Keats no tenía dinero, su editor, John Taylor, hizo una suscripción entre las amistades y los admiradores del poeta para pagarle el viaje y la estada en Roma. Asimismo, el círculo de Keats tomó contacto con James Clark, un médico escocés que residía en Italia, al que le encargaron el cuidado del enfermo.
Además, el pintor Joseph Severn, uno de los íntimos de Keats, se embarcó con el escritor para que no se encontrara solo en el extranjero. El dúo abordó el Maria Crowther el 30 de septiembre de 1820.
La nave llegó a Nápoles en octubre. Keats y Severn se dirigieron a Roma y alquilaron la casina rosa .
La vivienda tenía, entre sus ventajas, la cercanía del Pincio y de los jardines que rodean a Trinitá dei Monti; por otra parte, el doctor Clark también vivía en Piazza Spagna, de modo que podía seguir la evolución de Keats muy de cerca.
Al principio, el aire tibio de Roma mejoró la salud del poeta, pero Clark estaba convencido de que Keats sufría del estómago, y no de tuberculosis.
El escocés le prescribió ejercicios que no hicieron sino empeorar al enfermo. Por las tardes, Keats, Severn y un amigo de ambos, el teniente Elton, subían las escaleras hasta la cima y se paseaban por la colina.
Durante las caminatas, se encontraban frecuentemente con Paulina Borghese, la hermana de Bonaparte.
Entusiasmado por la belleza de la ciudad, Keats, como olvidado de sus dolores, en compañía de sus amigos, alquilaba caballos, y con el grupo se iban a cabalgar por Via Flaminia. Ese tipo de existencia no hizo sino agravar su estado de salud. En poco tiempo, ya no pudo levantarse de su cama. Murió el 23 de febrero de 1821.
Algo de historia
A principios del siglo XX, la residencia que había cobijado a Keats iba a ser demolida. Entonces, la Keats-Shelley Association resolvió comprarla para impedir que se convirtiera en un hotel. Shelley también había vivido y muerto en Italia, subyugado por la belleza de ese país en el que la historia y la naturaleza se unen de una manera tan estrecha como armoniosa. Por eso se decidió aprovechar la rica tradición de la casina rosa para evocar a los dos grandes poetas.
El rey Eduardo VII y el presidente Roosevelt intervinieron para que la compra se concretara y para que el departamento donde había fallecido Keats se destinara a museo. La casa fue abierta al público en 1909 por el rey de Italia, Vittorio Emanuele III. Entre otros habitantes ilustres, las paredes de ese edificio albergaron a Axel Munthe, el autor de La historia de San Michele (sobre la isla de Capri), íntimo amigo de la actriz Eleonora Duse.
Cuando se sube la pequeña e incómoda escalera interior que lleva a la casa de Keats, uno no puede sino asombrarse de la modestia de esos espacios; después, cuando se ingresa en la serie de habitaciones penumbrosas, el visitante queda cautivado por la vista que se tiene desde las ventanas y por la atmósfera serena, entre académica y recoleta, de los salones.
Por cierto, de tanto en tanto el rumor de los turistas que suben hacia Trinitá dei Monti penetra en el silencio del museo. En las estanterías hay una magnífica colección de libros del romanticismo y en las vitrinas, un importante conjunto de manuscritos.
Retratos, pinturas, muebles, objetos de época documentan y recrean el período en que Keats, Shelley y Byron produjeron una revolución en el espíritu de sus contemporáneos.
El piso de la vivienda está compuesto de cuatro piezas y un pequeño vestíbulo. Una de las habitaciones, que tiene una pequeña terraza, se usaba como cocina en tiempos de Keats.
Acordes musicales
Otro de los cuartos servía, a la vez, de recibo y como dormitorio de Joseph Severn. Este, para animar a Keats, había alquilado un piano en el que tocaba obras de Haydn. En una vitrina se ve un relicario en el que hay cabellos de Milton y de Elizabeth Barrett Browning. También se exhibe un manuscrito de Oscar Wilde.
El dormitorio de Keats es pequeño y extremadamente sencillo, como toda la casa. A la muerte del escritor, se lo desinfectó, tal como lo ordenaban los reglamentos papales de aquella época. Los muebles se quemaron en la plaza y las paredes fueron pintadas de nuevo.
A la salida del museo, del otro lado de las escalinatas de Piazza Spagna, flanqueándolas, se encuentra una de las direcciones más frecuentadas por los británicos: Babington, la ilustre sala de té inglesa, especie de embajada gastronómica de Gran Bretaña en el centro de Roma.
Es el lugar más acogedor para descansar después de una visita a la casina rosa . Sirven los scons más ricos del continente y la mejor respostería británica.
Hugo Beccacece
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