
La dueña de la trova
Cuba se luce con este género y, además, con el compás de la timba, que es una salsa que hace bambolear las caderas
18 de febrero de 2000
LA HABANA.- La isla del Caribe bulle de música. En La Habana los antiguos palacetes, los centros culturales y las antiguas casas de la trova, que promocionan la música original del lugar, son los puntos exactos donde el visitante se puede regodear con el sabor del son, la trova tradicional, la nueva trova, la timba (versión cubana de la salsa), los boleros y hasta el rock.
La falta de difusión de los espectáculos, ligada a la escasez del papel por el bloqueo económico de Estados Unidos, puede llegar a complicar el acercamiento a una amplia variedad de ofertas musicales más profesionales. Pero a no preocuparse: si algo abunda en la isla son los músicos.
Todos los bares de La Habana tienen un grupo típico, que ejecuta indefectiblemente Guantanamera o Chan, Chan , el éxito mundial de Compay Segundo. Lo mejor es orientarse en disquerías, como la de la calle Obispo o buscar en los hoteles más tradicionales, tipo el Riviera, una guía cultural que sale los fines de semana e incluye las actividades de todas las regiones.
Para salirse de la ruta más turística hay un corredor paralelo que no excluye algunos ámbitos tradicionales y con mucha historia. Uno de ellos, hace poco recuperado, es el Gato Negro (frente al Hotel Nacional sobre la calle O, entre 19 y 21), en Centro Habana. En un delicioso ambiente, con piano de cola incluido y un experto cantante de boleros que aporta el clima nostálgico a la sala, se puede reencontrar esa época dorada de la música popular cubana.
Descargas de fin de semana
Artistas como Benny Moré El rey del ritmo , solían aparecer a la madrugada cuando terminaba sus actuaciones y, junto con otros músicos, embarcarse en una jam session o dicho al estilo cubano en una descarga . Esas noches memorables todavía pueden ser revividas, sobre todo cuando aparece el legendario César Portillo de la Luz, los fines de semana.
Si se trata de saber el ritmo que bailan las capas más populares de Cuba hay que dirigirse directamente hacia el salón La Tropical (no confundir al taxista con Tropicana), entre la 41 y 46, donde acuden los prietos para encontrarse con sus orquestas preferidas.
Por este palacio salsero -llamado Salón Rosado - pasan agrupaciones como los Van-Van o N.G La Banda. En este reducto al aire libre, las noches son interminables y el baile también. En ese patio de cemento, decorado por un par de palmeras, los cuerpos de ébano, sudan timba y ron hasta que se puede ver el sol asomando por el mar. Los edificios derruidos y descoloridos, que enfrentan el salitre que les arroja el mar, son la postal más evidente de otro tiempo, antes del triunfo de la Revolución Cubana.
Esa época sigue viva en los ritmos guajiros, sones y guarachas, con letras picarescas, que tiene, en el último tiempo, a Compay Segundo como uno de sus máximos exponentes. El músico tiene una peña en La Casa de la Amistad , en la calle Paseo, entre 17 y 19, cerca del barrio Vedado, donde se suelen presentar septetos típicos o el propio Compay, cuando no está de gira por el mundo.
El alma está de fiesta
Si el viaje incluye una visita por otras regiones, como Santiago de Cuba, es imposible perderse La Casa de la Trova , en la transitada calle Heredia, donde el alma se pondrá de fiesta con la cadencia irresistible de la antigua trova como la del dúo Melodías Cubanas, o hasta puede llegar a disfrutar del guajiro Eliades Ochoa, ahora venerable integrante del disco Buenavista Social Club , producido por Ry Cooder.
Sin embargo, la Cuba que tiene que ver con los tiempos contradictorios de los años noventa aparece en sus expresiones más jóvenes, como el cantautor Carlos Varela, que suele hacer críticas al régimen castrista y presentarse en teatros como el Carlos Marx o grupos más duros como Garage H.
Existen lugares para el encuentro mestizo en ideas y músicas. La Zorra y el Cuervo (tradicional club de jazz, entre las calles N y O) acepta en su escenario disímiles expresiones, como Frank Emilio, renombrado pianista de la isla, o raperos de última generación como Athanai.
Por ese lugar pasaron de incógnito gente como Wynton Marsalis y de visita oficial la cantante española Rosario, que fue a buscar material y terminó enrollada en una descarga con José Cortes de N.G La Banda.
La Habana se descubre a cada paso y su música está al alcance de la mano, hasta en los rincones más recónditos de la ciudad vieja, como el Patio Sevillano, al lado de la Catedral, o en las zonas más alejadas donde se esconden ámbitos como Delirio Habanero, en el cuarto piso del teatro Nacional. Al compás de esa identidad musical los cubanos siguen vibrando y sobreviviendo en esa ciudad mágica, dura y contradictoria que parece un espejismo de tierra en medio de tanto mar.
La Habana espera mirando al horizonte y sentada en el umbral del Malecón, mientras llega el milagro del fin del bloqueo.
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