

ATENAS (The New York Times).- Los atenienses han quedado atrapados entre las garras inexorables del progreso. La euforia inicial por la elección de su ciudad como sede de los Juegos Olímpicos del 2004 se ha visto atemperada por las advertencias del gobierno de que los preparativos apenas han comenzado, sus medidas de austeridad y la perspectiva de un formidable reacondicionamiento de la infraestructura urbana. La primavera trajo una ola de huelgas, la devaluación del dracma en un 14% y una tormenta inesperada que los dejó en tinieblas, indicios todos de cuánto camino tienen por recorrer para que Atenas entre en el siglo XXI.
Pese a algunos rezongos, los atenienses comprenden que este breve período de incomodidades es inevitable. El tránsito céntrico estará peor que nunca, pero las obras de prolongación del metro -en parte, causantes del caos- indican que la red extendida podría empezar a funcionar en el 2001 aliviando, por fin, la congestión.
Las Olimpíadas han desatado el potencial transformador de Atenas, si bien no habrá cambios tan impresionantes como en la Era de Pericles, cuando se reconstruyó totalmente la ciudad. Una vez concluidas las obras del metro, comenzará la remodelación de las tres plazas principales que bordean su centro histórico: Omonia, Syntagma y Monastiraki. El complejo restaurado de la Universidad Vieja demuestra que se vuelve a prestar atención a lo estético. Por las noches, en los Jardines Nacionales titilan decenas de nuevas farolas. Los edificios históricos remozados recuperaron su antiguo esplendor.
No obstante, el progreso pone nostálgicos a los atenienses. Los griegos quieren que los consideren en serio miembros de la Unión Europea, pero eso significa tener teléfonos celulares, alargar la jornada laboral y acelerar el ritmo de vida. Se experimenta una vaga sensación de que lo griego se escurre entre los dedos, contrarrestada por un regreso a la cocina tradicional en los restaurantes y un resurgimiento de la música folklórica en los clubes bailables.
Ciertos aspectos de la vida ateniense no han cambiado: el buen humor y el donaire de la gente; la vibrante vida nocturna; la regla de oro aún vigente, expresada en el adagio Todo está prohibido, todo está permitido.
Y, por supuesto, está la Acrópolis, recordatorio constante de que en esta ciudad el progreso es -valga la expresión- absolutamente relativo.
Para disfrutar de una vista inolvidable del Partenón, hay que subir la colina Filopappou -los antiguos la llamaban Colina de las Musas- cubierta de pinares. A media ladera hay un claro con bancos; desde allí, el Partenón aparece casi a la altura del espectador. El monumento a Filopappos, benefactor de Atenas, corona la cima, pero el panorama atrapa la atención: la Acrópolis, el monte Himeto, el golfo de Sarónico o de Egina...
Aristocráticos y populares
Descendemos y nos encaminamos hacia el barrio Plaka, cuyas aristocráticas mansiones neoclásicas evocan la Atenas del siglo XIX. En sus calles principales, Kithadineon y Adrianou, se suceden los locales de artículos para turistas con sus vendedores insistentes, pero las tranquilas callejuelas laterales conducen a plazas ornadas por iglesias bizantinas y serpentean entre casas pintadas de azul, rosado o amarillo pálido, con balcones de hierro forjado y esfinges de terracota en los techos.
En la intersección de las calles Herefondos y Lysicratous se alza el monumento de Lisícrates (334 a.C.). Es un pedestal en forma de tholos, erigido sobre un alto podio, que sostuvo el trípode ganado por el corega Lisícrates en unas Fiestas Dionisíacas. Su friso muestra a Dionisos transformando unos piratas en delfines, probable tema argumental de la obra teatral que le valió el premio.
Anafiotika, la parte alta de Plaka, recuerda una aldea de las Cícladas por sus casas cubistas de muros encalados, sus macetas con geranios y sus pasajes empinados. Desde aquí, la ciudad es apenas un débil murmullo que se oye allá abajo.
El laberíntico Psirri, a 15 minutos de marcha desde Plaka, es uno de los barrios comerciales más antiguos, un tanto ruinoso, popularizado por sus florecientes mezedopolia o bares. Casuchas, talabarterías y una panadería especializada en koulouria -esos panecillos de sésamo que pregonan por las calles vendedores ambulantes cargados con grandes cestas- alternan con galerías de arte, bares y restaurantes de buen tono.
La hora ideal para visitar Psirri es por la noche, cuando plazas e iglesias lucen iluminadas, o los domingos por la tarde, cuando Methistanes (26 Lepeniotou), Taki 13 y otros mezedopolia se colman de gente que danza al compás de la música interpretada en vivo. A menudo, por entre los bailarines circulan muchachas gitanas vendiendo gardenias.
Desde la esquina de Ploutarchou y Aristippou, en Kolonaki, parte el funicular que trepa hasta el mirador del monte Licabeto, el más alto de Atenas, coronado por la capilla Agios Giorgios. A unos cientos de metros cuesta abajo, está el café I Prasini Tenta, donde los atenienses paladean su copita vespertina de ouzo mientras contemplan la espléndida puesta de sol sobre la Acrópolis, la llanura ática y El Pireo.
Agenda cultural
El Festival de Atenas presenta, durante el verano, compañías teatrales y de ballet y conjuntos musicales de renombre internacional. Sentarse al aire libre en las gradas del Teatro de Herodes Atico, construido en el año 161 de nuestra era, a la luz de la luna, custodiados por la Acrópolis, mientras los actores evocan a los dramaturgos que otrora procuraron ganarse el favor de los dioses, es una experiencia fascinante.
Como parte del festival, el 1 y 2 de junio, el grupo argentino Tango Por Dos inició un verdadero mes de la danza con su espectáculo Perfumes de tango. Le siguieron la troupe Momix y la Gala des Etoiles, donde brilló el ballet clásico. El Mégaron (Vasilissis Sofias ERsq. Kokkali) es una modernísima sala de conciertos contigua a la embajada de los Estados Unidos, donde hacen desde música de cámara hasta óperas.
El Museo de Arte Cicládico y Griego Antiguo, sobre el límite del elegante barrio Kolonaki, es famoso por sus enigmáticas figuras cicládicas de mármol blanco casi iridiscente. Su muestra Arcanes: la Creta minoica bajo una nueva luz despliega 248 piezas del tercero y segundo milenio a.C. provenientes de varios sitios arqueológicos de Creta, entre ellos el Palacio de Tourkogeitonia, y de Phourni, uno de los más importantes cementerios prehistóricos del Egeo.
La exposición, que cierra el 30 de octubre, se montó en la nueva ala del museo (1 Irodotou; 722-8321). Horarios: lunes y miércoles a viernes, 10 a 16; sábados, 10 a 15. Entrada: 2,50 dólares. Prefijos: 30-1.
Toula Bogdanos
(Traducción de Zoraida J. Valcárcel)
Datos útiles
Para recorrer
Los precios son por habitación doble y por comidas para dos personas, con vino. Prefijos: 30-1.
Electra Palace (18 Nikodimou; fax 324-1875): cómodo, convenientemente situado sobre el límite de Plaka; desde la piscina de la azotea se divisa la Acrópolis; 106 cuartos con aire acondicionado y balcón; 128 dólares, incluido un suculento desayuno.
Acropolis View (10 Webster; fax 923-0705): atrae a una clientela fiel por su ambiente acogedor, sus habitaciones con aire acondicionado y su proximidad al centro histórico de Atenas; 32 habitaciones; 75 dólares, desayuno incluido. Quienes se alojan en cuartos sin vista al cercano Partenón pueden contemplarlo desde el bar de la terraza.
Aphrodite (21 Apollonos; fax 322-5244): ubicación excelente a medio camino entre Syntagma y Plaka; la mitad de sus 84 habitaciones, discretamente amobladas, pero con aire acondicionado, miran hacia la Acrópolis; 51 dólares, con buffet-desayuno.
Acropolis House (6-8 Kodrou; fax 324-4143): pensión escondida en una casa del siglo XIX de Plaka, preferida por artistas y académicos por sus habitaciones amplias, sus frescos originales y la amabilidad de sus dueños; 20 cuartos con baño privado, no todos con acceso directo desde la habitación; aire acondicionado en 10 cuartos; 47 a 70 dólares, con desayuno completo.
Andromeda (22 Timoleontos Vassou; fax 646-6361): se enorgullece de su decoración suntuosa, sus obras de arte y su esmerado servicio; 30 habitaciones sobre una calle tranquila; 290 dólares.
Grande Bretagne (1 Vasileos Georgiou A´; fax 322-2261): monumento histórico sobre la plaza Syntagma; remozado en 1992, ahora tiene un piso para no fumadores y 15 habitaciones provistas de impresoras, fotocopiadoras y fax; 364 cuartos en total; 305 a 338 dólares.
Restaurantes
Bajazzo (14 Anapafseos; 921-3013): en Mets, no lejos del área céntrica; en 1997, fue el primer restaurante de Grecia que obtuvo una estrella Michelin; el menú cambia casi a diario; la lista de vinos propone más de 100 alternativas; 155 dólares. Cierra los domingos.
Vitrina (7 Navarchou Apostoli; 321-1200): en Psirri; propone un doble festín: gastronómico, por su cocina mediterránea con un toque especial, y visual, por su decoración insólita (por ejemplo, manijas de cajón en los respaldos de sus sillas y una hilera de diminutos relojes de pared, de plata); 55 dólares. Cierra de junio a septiembre y, el resto del año, los lunes.
Zeidoron (10 Taki Esq. Agion Anargiron; 321-5368): cálido mezedopolio en Psirri con vista a la diminuta iglesia Agioi Anargiroi, iluminada por las noches; 35 dólares.
Platanos (4 Diogenous; 322-0666): taberna de Plaka que sirve comidas griegas tradicionales a precios tradicionales, ¡una verdadera rareza!; los días templados tienden mesas en un patio sombreado; 22 dólares. Cierra los domingos.
SEGUIR LEYENDO


Lanzamos Wellmess, el primer juego de cartas de OHLALÁ!: conocé cómo jugarlo
por Redacción OHLALÁ!

Gala del Met: los 15 looks más impactantes de la historia
por Romina Salusso

Kaizen: el método japonés que te ayuda a conseguir lo que te propongas
por Mariana Copland

Deco: una diseñadora nos cuenta cómo remodeló su casa de Manzanares
por Soledad Avaca Cuenca
