
FORMOSA.- Los habitantes de esta provincia están listos para celebrar una de sus festividades religiosas más tradicionales, con neta influencia guaraní: el Día de San Juan Bautista. La fiesta se repite cada 24 de junio aunque todo comienza en el atardecer del 23 cuando una cuantiosa legión de devotos toma coraje para superar las más rigurosas pruebas de fe.
En distintos clubes de barrio, y sobre todo en las zonas rurales se acopian ramas y troncos, especialmente de espinillo, que arde con facilidad, y son distribuidos en forma de cruz. Al atardecer, los fogoneros comienzan a quemar la leña seca. Se forma un montículo gigante, que arde. El fogonero despeja de residuos y cenizas, y sólo admite el carbón ardiente, que distribuye en una suerte de cancha de tres metros por uno y medio de ancho.
Un minuto antes de la medianoche, se encolumnan los promesantes que asumieron el desafío. Llega la hora 24. Cuando pasó el primer minuto del nuevo día, el fogonero autoriza y comienza el tránsito sobre las brasas, descalzos y al grito emocionado de ¡Viva el Señor San Juan!
El pasaje es de ida y vuelta. Dicen que los creyentes jamás se queman (uno de los secretos, se supone, es tener los pies secos). De los que terminan con llagas, hay coincidencia en que no han sido fieles a San Juan.
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