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La gran aldea mágica

San Miguel de Allende, en el estado de Guanajuato, cautiva tanto a los turistas extranjeros que muchos jamás pueden dejarla




SAN MIGUEL DE ALLENDE.- La historia se repite. Llegan de paseo, se enamoran del lugar, el amor es más fuerte que todo lo demás y se instalan en esta ciudad colonial del estado de Guanajuato, en el corazón de México, a tres horas del D.F. Muchos llegan del exterior, especialmente de Estados Unidos y Canadá, por el clima agradable durante todo el año (está en el semidesierto, por lo que las noches siempre son frescas) y por el estilo de vida tranquilo, pero también de muchos otros sitios de México. Sobre todo artistas, que encuentran aquí a las musas de la inspiración.
El año último, en la encuesta entre los lectores de la revista Condé Nast Traveler fue elegida como la mejor ciudad del mundo, por encima de grandes potencias como Nueva York, París o Londres. Y el mito sobre algo así como la tierra mágica creció un poco más.
¿Qué tiene San Miguel para conquistar tantos corazones?
Para Ángelo Tedesco es el lugar perfecto. "Me encanta el clima, la comida, la tranquilidad, todo..." Está sentado en el Jardín, como llaman a la plaza central, leyendo plácidamente un libro, con vista a la parroquia de San Miguel Arcángel, de estilo neogótico, ícono de la ciudad. Pero charlar con una forastera parece ser un plan mejor.
Aunque con nombre italiano, es norteamericano hasta la médula. Vive la mitad del año en Boston y la otra mitad huye del frío y se instala en su casa de San Miguel, en soledad, desde hace siete años, cuando le llegó el retiro, pero ni siquiera saluda en español. No se esfuerza por aprender el idioma y tampoco le hace falta. Vive acá como si estuviera allá, con amigos norteamericanos, en una casa rodeada de extranjeros, con sabores mexicanos atenuados y donde reina la seguridad. Con espacios públicos para disfrutar en una ciudad hecha a escala de los peatones. De hecho, el 10% de los 95.000 habitantes de San Miguel es extranjero.
El norteamericano no es el único amante de la lectura. En cada banco de la plaza, abajo de laureles de la India cortados como para un concurso de jardinería, la escena se repite. Es de mañana, todavía temprano y no vuela una mosca, nadie grita ni canta. La mayoría, en soledad, lee; otros simplemente dejan las horas pasar, aunque parecería que en San Miguel hace años que el reloj se detuvo.
La arquitectura colonial preservada con devoción le valió el título de ciudad Patrimonio Cultural de la Humanidad de la Unesco.
Las fachadas históricas dominan el centro histórico. Todos los frentes se lucen en cuidados ocres y terracotas, la parte inferior en colores más fuertes que la superior. Se pintan con cal viva y pigmentos de colores. Balcones pequeños y faroles que dan una luz suave, cálida. Las calles son empedradas y angostas, con esquinas sin ochavas. Todo como era entonces.
No hay McDonald's y el único Starbucks parece más una típica cantina mexicana, de las que abundan por aquí, que una cadena norteamericana.

Circuito histórico

San Miguel integra el circuito histórico cultural del estado de Guanajuato, cuna de la independencia mexicana.
Aquí comenzó la conspiración en 1809, al mando de Ignacio Allende, pero finalmente el grito de independencia fue en Dolores Hidalgo, que integra la lista de pueblo mágico, cercano.
Las construcciones coloniales en San Miguel se conservaron en tan buen estado, porque luego del fusilamiento del líder Allende, por miedo, los pobladores huyeron. De 22.000 habitantes en poco tiempo quedaron apenas 2000, y San Miguel quedó aislado y a salvo.
La tranquilidad es una de las marcas registradas de este pueblo, que sólo se interrumpe a fines de septiembre, para las fiestas de San Miguel Arcángel, con fiestas, mariachis, orquestas, obras de teatro y fuegos artificiales. Lejos de ese fin de semana agitado, todo se hace a paso lento, sin apuros. Nadie toca bocina, aunque un auto detenga deliberadamente el tránsito durante varios minutos. A nadie le importa esperar. Tampoco hay ni un solo semáforo.
"No hacen falta. Pasa primero un auto de un lado y después otro del otro lado; uno y uno, esa es la regla y los peatones tienen prioridad", explica Arturo Morales, que nació en D.F., estudió en Querétaro y se instaló aquí hace más de 30 años, convencido de que es el mejor lugar para vivir. Es ambientalista, trabaja en proyectos turísticos y parece un actor famoso: es imposible caminar más de 30 metros sin que lo salude alguien. "Acá nos conocemos todos y nos respetamos, creo que el principal valor de San Miguel es la tolerancia, porque viven más de 60 nacionalidades", cuenta.

Arte por todas partes

San Miguel es un imán para los artistas. Viven poetas, pintores, escultores, tejedores, artesanos y también actores de primera línea que buscan el anonimato. Cuentan que aquí vive la hija de Mick Jagger y que incluso el músico tiene casa.
A las galerías de arte no cuesta mucho encontrarlas. Hay más de 15 desparramadas por la ciudad, en muchos casos con sus dueños trabajando tras las vidrieras.
La invasión artística comenzó en 1939, cuando en una antigua construcción, que había sido un convento, se abrió la Escuela Universitaria de Bellas Artes.
Por sus claustros desfilaron Gabriela Mistral, Octavio Paz, Carlos Fuentes, entre muchos otros reconocidos artistas.
En la actualidad es el Centro Cultural Ignacio Ramírez El Nigromante, o simplemente conocido como Bellas Artes, donde se presentan exposiciones de arte y se dictan talleres. Es conocido por los grandes murales, especialmente uno inconcluso de David Alfaro Siqueiros, antiguo maestro de la institución.
La Aurora es otra de las grandes galerías de arte, que está hacia el norte de la ciudad, en una antigua fábrica textil de 1902, que cerró en 1992. Quedó 10 años abandonada, hasta que alguien le vio futuro y decidió invitar a artistas a exponer sus obras. Poco a poco fueron instalando sus ateliers y galerías, y también casas de decoración, mueblería y estudios. Con una particularidad: ningún artista es de San Miguel, todos -los 50 expositores- vienen de otros lados de México e incluso del exterior.
Como el artista plástico Fernando Díaz, que después de vivir en varios países, como Estados Unidos, Italia, España, Brasil, Ecuador y la Argentina, se radicó definitivamente en San Miguel: "Vine a una exposición y me enamoré del lugar. Hace 10 años que llegué. Acá hay buenos restaurantes, es ideal para leer, caminar, tiene buen clima, hay muchas librerías y talleres de todo lo que uno quiera hacer, más no se puede pedir", comenta sentado en un gran sillón blanco rodeado de sus enormes cuadros expresionistas.
Nelly Lorenzo teje tapices en un gran telar en su colorido estudio en la entrada de La Aurora. Después de viajar varios años por el mundo también eligió San Miguel para vivir. La historia se repite, una vez más.

Datos útiles

Cómo llegar. En avión hasta Ciudad de México. Tarifas, desde 13.000 pesos por AeroMéxico. San Miguel de Allende está a 310 km de Ciudad de México. En autobús el boleto cuesta desde US$ 30. Salen de la Terminal Central del Norte, próxima al aeropuerto del D.F.
Alojamiento. En San Miguel se destaca la hotelería boutique en antiguas casas y haciendas recicladas, pero que mantienen el estilo colonial.
Los mejores hoteles son Matilda, Casa de Sierra Nevada y Rosewood, que cuestan US$ 300 la habitación doble.
Los hoteles cinco estrellas, como Doña Urraca, Imperio de Ángeles y Misión El Molino, cobran entre 85 y 125 dólares la habitación doble.
Entre 3 y 4 estrellas, US$ 70. Los hostales, entre 15 y 20 dólares.
Gastronomía. Los platos de autor, con sabores típicos mexicanos, se destacan en la gran variedad de restaurantes de San Miguel. En el restaurante MX, por ejemplo, los platos promedian los US$ 20. Aunque la comida al paso es lo más usual en México y resulta muy económica.
Visitas. La Esquina - Museo del Juguete Popular Mexicano. Núñez 40. Entrada, US$ 2,5. Abre de miércoles a sábado, de 10 a 18, y domingo, de 11 a 16.
Centro Cultural El Nigromante (Bellas Artes). Hernández Macías 75.Visitas de lunes a sábado, de 10 a 18. Domingo, de 10 a 14. Entrada libre.
Fábrica La Aurora. En Colonia Aurora. Se puede visitar de lunes a sábado, de 10 a 18.
Mercado de Artesanías. Un paseo comercial para conseguir suvenires de todo tipo, especialmente en cuero y hoja de lata. Plaza Lanatón, Andador Lucas Balderas, Zona Centro.
Cambio. Un dólar equivale a 12,50 pesos mexicanos.
Más información.www.guanajuatoexperience.mx

La Capilla Sixtina mexicana

Le dicen la Capilla Sixtina mexicana porque tiene las paredes y los techos interiores con dibujos de La Pasión de Cristo. El santuario de Atotonilco es de 1740 y está en las afueras de San Miguel, junto a un manantial de aguas termales, zona venerada por los indígenas. El interior del templo fue pintado por Miguel Antonio Martínez de Pocasangre, que justamente sin sangre debe haber quedado después de 26 años de trabajo. El interior es neoclásico, con capillas barrocas y mucho sincretismo religioso.
Es una de las iglesias antiguas destacadas de las decenas de templos que se suelen visitar en un viaje a México.

Viaje al pasado de los Juguetes

A la vuelta del Jardín el mundo de los juegos tiene un museo. Angélica Tijerina comenzó a guardar con dedicación los juguetes que le traía su papá cuando viajaba por trabajo y recorría diferentes ciudades del país. Así se fueron sumando cajas y cajas, hasta que de grande decidió abrir La Esquina - Museo del Juguete Popular Mexicano.
Ahora, 50 años después sigue coleccionando juguetes para aumentar la colección, de más de 2500 piezas.
Los juguetes que atesora son típicamente mexicanos y ciento por ciento artesanales, hechos en madera, cartonería, hoja de lata y otros materiales que cualquiera podría tener en la casa. Todos con mucho color y detalle.
Sin tecnología ni baterías, un mundo para hacer volar la imaginación. Hay salas temáticas dedicadas a la casita, con muñecas y cocinitas, un parque de diversiones con vueltas al mundo y montaña rusa, un sector de autos, máscaras y luchadores, un tren volador y miles de objetos creados con imaginación.
Aunque la infancia haya quedado atrás, dan ganas de llevarse todos a casa. Además, el museo incentiva la creación de estos juguetes tradicionales: organizan el Concurso Nacional del Juguete Mexicano y además compran objetos a artesanos del país.
A la salida, un local vende muchos de estos juguetes típicos, que cuestan realmente caros y pueden llegar a los 1000 dólares.

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por Redacción OHLALÁ!


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