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La gran aventura surfer de los hermanos Azulay

Julián y Joaquín se propusieron surfear todas las olas entre Buenos Aires y la isla de los Estados. Ahora presentan la película que cuenta esa travesía




Alguna vez el nadador argentino José Meolans contó en una entrevista que cada vez que llegaba a una ciudad necesitaba buscar una pileta para nadar un par de horas. "Si no me empiezo a sentir mal, me falta el aire", decía. Pasa algo parecido cuando se conoce a los hermanos Joaquín y Julián Azulay. Sentados en un bar sobre la avenida Cabildo, tienen tanta pinta de surfers (sólo les falta el traje de neoprene y la pita atada al tobillo) que no se entiende por qué ahora mismo no hacen equilibrio arriba de una ola en lugar de estar ahí, tomando café con leche entre los humos negros del 152.
Como Meolans, los Azulay también están fuera de su medio, porque pasaron dos de los últimos tres años viajando por el continente americano, desde California hasta Ushuaia, montando cada tubo de los dos océanos y filmando todo con camaritas HD. Ahora están en Buenos Aires presentando su último documental, Tierra de Patagones, que narra sus aventuras a lo largo de 25.000 kilómetros patagónicos, con el objetivo último de surfear la ola más austral del mundo. El estreno porteño será este viernes, a las 20, en el teatro Santa María.
Joaquín y Julián tienen 26 y 28 años, respectivamente, y se hacen llamar Los Gauchos del Mar. Uno es administrador de empresas y el otro, arquitecto. Los une el surf desde chiquitos porque su padre fue uno de los primeros que se metieron con una tabla al agua en Mar del Plata, a principios de los 60, junto a su pandilla de amigos.
En el verano de 2010, Julián se recibió de arquitecto en la UBA. Se marchó a Los Ángeles a visitar a un medio hermano y se quedó trabajando allá unos meses. Luego se unió Joaquín, que todavía seguía estudiando, y juntos decidieron que la única forma de volver a casa era subidos a una tabla. Así arrancaron la primera gran aventura: hasta agosto de 2011 jinetearon todas las olas entre Los Ángeles y Buenos Aires. Cruzaron en camioneta por Baja California, atravesaron desiertos enteros sólo para encontrar la rompiente soñada, bajaron por México, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Colombia, Ecuador, Perú y Chile (entre Costa Rica y Colombia hicieron un cruce de tres días en un carguero de ananás al que lograron subir el auto).
Cuando se les pregunta por las locaciones exactas donde surfearon, los Azulay se amparan en un querible pacto de silencio. Los surfers, se sabe, tienen códigos inquebrantables que sólo conoce la tribu (no les vayas a robar una ola, por ejemplo, porque se cabrean en serio). "Hay lugares que no los conoce nadie y están a cientos de kilómetros de cualquier civilización. Por un tema de respeto no los podemos revelar. Pensá que manejábamos días enteros para buscar la playa perfecta", explica Joaquín. La imagen es fascinante, casi existencial: dos hermanos, completamente solos en el mar y en el mundo, esperando una ola.
En agosto de 2011 se encontraron en Buenos Aires, igual que ahora, editando una película de sesenta minutos y tratando de colarla en canales de televisión, compañías aéreas y particulares. El documental se llamó Gauchos del mar. Surfeó el Pacífico americano y recibió premios en nueve festivales internacionales del género. Y aquí un paréntesis para los que creen que el cine de surf es un subsubgénero ignoto que sólo se hizo famoso cuando Keanu Reeves filmó la película Punto límite (en la que aprendía a surfear con una banda de ladrones y, obvio, se quedaba con la chica). Existen citas muy importantes para esta clase de películas, como el Surf Film Festival de San Sebastián, al que concurren tantos surfers que en el estacionamiento, en vez de meter el auto, dejan las tablas apiladas para que el valet parking les ponga parafina.
"Recorrer la Patagonia fue una forma de cerrar nuestro viaje por América latina", entiende Julián, sobre la nueva película, Tierra de Patagones. En este caso, el surf los llevó por toda la costa atlántica, desde la provincia de Buenos Aires hasta Ushuaia, en un recorrido de seis meses que también abarcó la costa chilena. En Ushuaia se embarcaron para llegar a la isla de los Estados. "Nunca nadie había surfeado en ese lugar, donde el agua está a 3°C, con los pingüinos rey como únicos testigos", describen los Azulay. Para llegar a esta isla de naturaleza imponente navegaron por los canales de Beagle y Moat, y finalmente cruzaron el arduo y peligroso estrecho de La Maire.
Quizá lo interesante del enfoque de los hermanos es que no son los típicos surfers, que se la pasan hablando de olas y responden gesticulando con el pulgar y el índice extendidos cuando se les pregunta algo. Por el contrario, en los dos documentales que hicieron, el surf es la excusa amistosa de los Azulay para vincularse con la gente de cada comunidad: pescadores, navegantes y hombres de campo y mar que viven en la soledad más absoluta.
Para 2015, los Azulay tienen otra aventura en mente: surfear África de punta a punta. Pero, como decía aquella película para chicos, esa es otra historia, y debe ser contada en otra ocasión.

Estreno

Tierra de Patagones se proyectará este viernes en el teatro Santa María, Montevideo 842, a las 20. Entradas en venta en la boleterías del teatro de lunes a viernes, de 12 a 17.

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