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La gran ecoaldea

Llegar a la Ecovilla Gaia, en Navarro, no es fácil; pero sí lo es inspirarse con algunas de sus propuestas de permacultura y de un hábitat sustentable




Llegar a la Ecovilla Gaia de Navarro no es fácil. Son 110 kilómetros por autopista desde Buenos Aires y luego por una ruta poseada, en parte, más un trecho de camino de tierra. Pero una vez allí, al ver la sonrisa de Silvia Balado o la de Tobías, una sensación de esperanza inunda el alma.
En lo que era una ex fábrica láctea abandonada durante mucho tiempo, la Asociación Gaia compró, en 1992, 20 hectáreas para fundar un proyecto de ecovillas, una ecoaldea sustentable con el principio de permacultura como marco y la idea de servir de inspiración o prototipo a quienes tomen conciencia de la finitud del sistema productivo tal cual se concibe actualmente.
"Durante siete años organizamos la idea hasta llegar a su concreción en junio de 1996", cuentan Gustavo Domínguez y Silvia Balado, pioneros de la villa junto con su hijo, Tobías. "Necesitamos vivir con sistemas sustentables de energía, el planeta demostró que así no resiste más, que no hay más posibilidad para nada. De esta forma, desde el compromiso personal en la sustentabilidad de las construcciones, la agricultura, la forma de vida en comunidad y la alimentación saludable intentamos mostrar prototipos de formas de vida que sirvan de modelo e inspiración antes del colapso final", cuenta Gustavo.
El lugar es bellísimo. El camino de tierra se adentra en el verde desnudando algunas construcciones abandonadas tomadas por los árboles y, más adelante, bosques de higueras, nísperos, pecanes, durazneros, pomelos, naranjas con islitas de lechugas, rúculas y maíces entre bambúes (¡sí, el hierro del futuro!), una exuberancia increíblemente lograda en escasos 15 años.
Más adelante asoman las casas con techos verdes o paja con forma de hongos. Su energía proviene de paneles solares y molinos aerogeneradores que se conectan a una sala de baterías con un equipo que transforma la energía de 48 a 220 voltios, y de ahí a los cables subterráneos, dando luz a la villa.
La visita guiada dura dos horas, aproximadamente. Comienza a las 15, pero se puede optar por compartir antes, a las 13, un almuerzo vegetariano.
Si el día está lindo, la comida entre los árboles con el canto de los pájaros como único sonido y la dinámica grupal resulta un momento delicioso para quienes deseen interiorizarse aún más en esta ecovilla, que acepta voluntarios y socios.
Como esculturas gigantes
Las construcciones se hacen por medio de la técnica del modelado directo: se prepara la mezcla de barro y paja, y con la mano se van levantando las paredes, como si se tratara de una escultura gigante. Una vez secas se las revoca fina y gruesamente, y se las pinta. Los pisos son de tierra, con una capa de aislación térmica hecha con vermiculita y arcilla líquida más una capa final de tierra que se trata con aceite de lino, cera de abejas y aceite esencial de naranjas, quedando casi tan duros como baldosas.
Los baños son secos, no hay agua que corra. Los desechos van a una cámara subterránea con lombrices californianas y microorganismos especiales que los transforman en humus; la orina se utiliza como fertilizante.
La calefacción se logra con una estufa cuyo tiraje pasa por las paredes de la casa. Más el sol y la leña, el costo es prácticamente cero. Dos de estas casas fueron controladas durante un año por técnicos del INTI y jamás salieron de las temperaturas de confort tanto en invierno como en verano.
"Alrededor del 40% de los gases de efecto invernadero que están produciendo esta catástrofe del cambio climático proviene del gasto de energía para poder habitar, es decir, para construir y mantener los edificios. Cambiar esto y pasar a tener hábitats que precisen cero o casi nada de energía para su manutención es el salto más grande que podemos dar para bajar rápidamente la emisión de dióxido de carbono", anima Gustavo, señalando que deberían ser políticas de estado las que promuevan este tipo de construcciones.
Común y silvestre
En cuanto a la agricultura natural, estas huertas preciosas entre bosques de árboles, que también generan un banco de semillas orgánicas que luego venden, se basan en la teoría de Masanobu Fukuoka. Este maestro japonés dice que la tierra posee sus propios mecanismos de regulación para que la abundancia se produzca. "En cuanto invadimos volteando la tierra o queriendo ordenar a nuestro gusto, rompemos el equilibrio natural y generamos un suelo dependiente", dice Silvia.
La propuesta es generar un ecosistema que produzca alimentos lo más silvestre y caóticamente posible porque la naturaleza no pone las cosas en orden: ni saca los yuyos ni tiene un monocultivo. Esto anula el concepto de plaga como tal porque las hormigas, como ejemplo, atacan una cosa y no otra y no dañan la salud del suelo, en la medida que no se voltee y conserve su vitalidad.
"Como adultos, lo mejor que podemos hacer por un niño es enseñarle a generar una posibilidad de futuro para rehabitar pacíficamente el planeta. Porque cuando pensás que tenés todo controlado, pero estás viviendo en un mundo insustentable, no hay un mañana posible. Estar acá y que pasen cientos de chicos llenos de esperanza, que aprenden y se estimulan, eso le da sentido a todo", concluye Silvia.
La permacultura nació con Bill Mollison y David Holmgrem en Austrialia, en los años setenta: viene de permanente cultura y permanente agricultura, y es una visión sistémica para dar solución a las problemáticas globales en favor y no en contra de la naturaleza. Lugares como Yemen presentan aldeas construidas con estos parámetros: desde el ecoturismo también es posible producir la semilla del cambio de conciencia.

DATOS UTILES

Cómo llegar
Tomar el Acceso Oeste hasta la salida del km 61 (Luján, Mercedes). Allí se gira a la izquierda y, en la rotonda, a la izquierda nuevamente hacia Mercedes, cruzando el puente. Tomar la ruta 47 por 50 km (ojo, hay muchos pozos) hasta la rotonda que dice Navarro, donde se dobla a la derecha hasta encontrar la ruta 41. Allí girar a la derecha nuevamente hacia Mercedes dos km más hasta tomar el camino de tierra hacia la izquierda indicado con el cartel de Gaia en una rueda. Son 3 km hasta la tranquera de la ecovilla.
Ecovilla Gaia, Navarro
El lugar brinda cursos de construcción, permacultura, entre otras temáticas.
Fin de semana en casas ecológicas: $ 300 por persona, con comidas vegetarianas incluidas en centro comunitario.
Visitas guiadas sábado y domingo, sólo con reserva. Se puede llegar, visitar y compartir unos mates por $ 10 o almorzar por 70 más.
Tel.: 02227-430803, 02272-492072 o 02227-15552 554

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