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La guerra de los más pequeños

Están en todas partes y hacen lo que quieren: tienen padres permisivos que les perdonan todo




CARILO.- El disfrute de las esperadas vacaciones supone recrearse con paisajes no habituales durante el año laboral; encontrar nuevos espacios de diversión y liberarse, acaso, del estrés.
Pero no siempre es posible interrumpir la vorágine, menos aún en escenarios donde bravísimos pequeños, ahora llamados niños rebeldes, parecen salidos de las páginas de un cómic frenético en el que a los chicos no les alcanza el día para quemar tanta energía acumulada.
Es frecuente por aquí las quejas de aquellos que buscan tranquilidad y encuentran ¡chicos que desatienden las normas básicas de convivencia y esa extraña -y tediosa-combinación de padres gritones y desautorizados!

Niños caprichosos

Este conflicto veraniego suele advertirse en muchas carpas de los paradores de la costa de Cariló, aunque también se repite en otros sitios.
Por caso, hay ejemplos que sirven como referente de esta especie que llamaremos familia tipo con hijo malcriado . Veamos. El niño va y viene sin pausa. Corre, salta, rueda y vuelve a pararse. Quiere que le compren un choclo, un helado, un churro y una coca. Clama por todo lo que pasa a su lado. "¡Mirá mamá cómo me trepo a la sombrilla!", desafía el pequeño Tomás, de ocho años, morrudito y con posible futuro de rugbier, especialmente si sigue fortaleciendo sus bíceps, tríceps y abdominales en forma tan contundente.
La madre mira a través de sus oscuros anteojos de moda y suspira largamente. "¡Tomasito!", le dice al rato, y vuelve a voltearse de cara al sol como para no mirar más el espectáculo o porque quizá no se dio cuenta.
El niño, claro, insiste en su travesía y travesura, aunque en esta oportunidad hace un anuncio. "Soy Superman", grita, y se trepa hasta lo más alto de la escuálida sombrilla.

Todos los días lo mismo

Desde allí intenta un salto heroico, aunque con un final poco feliz: la sombrilla cae en la espalda de un hombre mayor -vecino de carpa de Tomasito y su familia-, que lo mira con resignación.
"¡Tomasito, qué hiciste; andá a jugar a otro lado; salí de acá si no querés que te reviente!", le grita su madre, mientras el niño escapa y desperdiga arena entre los ocupantes de otras carpas que justamente estaban comiendo.
"Señora, por qué no lo entretiene con algo, es todos los días lo mismo", le dice la víctima de Tomasito a su madre, que apenas reconoce la situación. "Es un chico, ¿qué quiere que haga?", retruca la mujer, con razón y sin ella.
Mientras en Cariló hay hoteles que prohibieron el ingreso de menores de 14 años para evitar el estrés de los mayores -como el Apart Hotel Costa Cariló, por ejemplo-, y otros que contratan a un animador para mantenerlos entretenidos, hoy, muchos adultos se quejan de los niños con padres permisivos.
No es para menos: hay que tener voluntad para sobrellevar a un "Tomasito" como vecino durante toda una larga estada vacacional.

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