La Europa tradicional, los destinos habituales por lazos de sangre (España, Italia, Francia), está más cerca que hasta hace poco, cuando el valor del euro iba en alza y parecía que al dólar nadie lo quería. Pero hoy, al compás de la recesión, que los afecta en casa y multiplica el desempleo especialmente en los servicios al turista, los precios están en promoción. En Europa, es la hora de dar más cobrando menos.
Así que es un buen momento para aprovechar. Y en la producción de este suplemento hay muchas informaciones que pueden ser útiles para hacerlo.
En mi caso, vuelvo a insistir en la conveniencia de viajar con poco equipaje porque facilita la movilidad y la comodidad y, sobre todo, permite ahorrar esfuerzos y dinero.
Y desde el comienzo del viaje, porque se gasta menos en transfer, en el traslado de los aeropuertos al centro, cuando los ómnibus cuestan cinco o seis veces menos que un taxi. Luego al optar por el servicio público de transporte. El subterráneo es seguro, con frecuencias muy cortas que anticipan las carteleras luminosas del andén con los minutos que faltan para la llegada del tren. Los ómnibus son confortables y, aunque el tránsito de superficie es lento, todo forma parte del paseo. Además, se pueden comprar pases por un día o varios con descuentos que permiten viajes ilimitados.
Así, un dato básico para elegir hotel es la distancia hasta la estación de metro más próxima. Con metro, cualquier barrio, exclusivo o popular, está cerca y permite pagar menos para recibir más.
Por cierto, hay que estar atento: lo lugares de onda, tendencia o moda para dormir, comprar, comer o divertirse van cambiando, como Palermo Viejo, que antes era zona deprimida. En Europa hay bobos , pero no son como los que pensamos, sino la síntesis de Bohemios y Burgueses: les gusta disfrutar el doble y gastar lo menos posible. Si un vecindario se pone caro se mudan a otro, sin complejos.
La comida es otro tema. Un almuerzo suele costar un 25 por ciento menos que una cena. En Madrid, uno puede sentarse para disfrutar de una entrada, plato principal y postre, con una gaseosa, cerveza o un poco de vino, por menos de 20 euros. Y algunos pioneros ya extienden esta oferta a la noche. Por supuesto, siempre en una franja gastronómica que no es la exclusiva sino la económica. Incluso hay ofertas de calidad gourmet a precios aún más bajos en ciertos lugares de restaurantes étnicos que, como nuestros bodegones, se conocen boca a boca. ¿Un café? En Madrid puede costar más barato que en Buenos Aires.
Internet, con los blogs y las redes sociales, es una herramienta útil para armar el viaje. Pero a veces puede ser también una trampa para incautos. Hay que tenerlo en cuenta por ejemplo al alquilar un departamento por e-mail luego de ver apenas una fotografía.
Otra precaución es no confiar a ciegas es la conexión Wi-Fi, que no siempre está disponible sin una clave por la que hay que pagar (como pasa en los aeropuertos) y donde extrañamos a nuestros cibercafés porteños. En Europa hay muchos menos lugares de Internet y por una hora cobran mínimo cuatro euros. Y aquí sí duele mucho multiplicar por cinco...
Por Horacio de Dios
almadevalija@gmail.com
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