

- Las pistas son para deportistas avanzados, pero en la escuela todos aprenden
- Se cuidan muy bien los detalles: hay 500 huéspedes y 450 empleados
- Manjares para mitigar el frío
PORTILLO, Chile.- Una dosis de intimidad, buenas pistas y el amparo de la cordillera definen la estada en Portillo. A 164 km de Santiago y a sólo 6 de la frontera con la Argentina, esta estación de esquí combina la naturaleza indomable de los Andes con una historia que, el año último, cumplió 50 años. En efecto, es el área de esquí más antigua de América del Sur y no por eso quedó fuera de pista. Todo lo contrario, supo capitalizar esa experiencia, y hoy uno de los pilares de su éxito es que conserva las formas de otros tiempos. "Frente a las grandes tiendas, Portillo es una boutique", compara Henry Purcell, dueño y gerente general del centro. Así, destaca el encanto de una atención personalizada que cuida hasta los más mínimos detalles. Para lograrlo, alrededor de 450 empleados se encargan de complacer a los 500 huéspedes que puede haber en una semana de esquí. Desde los ascensoristas hasta los garzones, todos los empleados trabajan con una sonrisa. La modalidad de Portillo es contratar siete noches de alojamiento, con los pases para los medios de elevación y cuatro comidas diarias. Es decir que la base de operaciones es el hotel; todo sucede allí o en las pistas. La sociabilidad se fomenta en desayunos, almuerzos, onces (hora del té) y cenas.
"Más del 50 por ciento de nuestros clientes vuelve, por eso el trato es muy importante", destaca Purcell que, según cuentan los mismos empleados, no sólo esquía con sus huéspedes, sino que llega a compartir comidas y hasta trabar amistades con ellos.
Para este norteamericano, que ya pasó cuarenta temporadas en Portillo, la relación entre el hombre y la naturaleza es un desafío, y su experiencia lo respalda. Cuando tenía 26 años fue contratado para dirigir la empresa.
En esa época, a principios de los años 60, sólo se podía llegar en tren, había una única línea telefónica y las avalanchas eran una amenaza seria.
Sin embargo, los encargados del centro no se dejaron vencer, y aun con precarias condiciones organizaron, en 1966, el primer Campeonato de Esquí Alpino del hemisferio sur, en el que los franceses ganaron 16 medallas de oro.
Flotar sobre el silencio
"Por la calidad de la nieve, las pendientes pronunciadas y el paisaje, estas pistas son únicas", afirma Michael Roagan, desde hace 12 años director de la Escuela de Esquí. Bajo su coordinación trabajan 40 profesores de 14 países y cada uno enseña con el sistema de su casa. "Sin embargo, coincidimos a la hora de marcar el nivel de los que aprenden." Mike, como le dicen sus alumnos, es del Estado de Nueva York, pero domina el español a pesar de que su acento lo delata.
"Hay muchos que ni se imaginan el placer que pueden encontrar en la nieve; esquiar es como flotar sobre el silencio, sintiendo el aire frío en la piel", dice, y sus palabran están impregnadas de una vida en la montaña.
Si bien Portillo no se destaca por las pistas fáciles, tal como afirman los profesores, eso se recupera con la enseñanza, un terreno en el que ellos son expertos y afirman, sin temor, que más de una persona puede esquiar en paralelo luego de tres días de clase. Para los que buscan el reto de la pendiente, éste es el lugar. Cada año, Portillo es elegido por equipos internacionales que se preparan para campeonatos mundiales. Dicen que los que dominan las pistas Roca Jack y Cóndor, están listos para cualquier desafío.
En estas pistas se batieron récords históricos de velocidad, cuando Steve McKinnery quebró la barrera de los 200 km/h (1978) y Michael Prufer la superó con 217 km/h (1987).
Y no sólo por la presencia de competidores de varios países se puede afirmar que Portillo tiene carácter internacional. Según las estadísticas del centro, que el año último recibió 20.000 turistas, el 40 % es argentino, entre un 15 y un 20 % llega de Brasil, otro 15 % de Estados Unidos, 20 % es de Chile y el resto de distintos rincones del mundo.
Desde el subsuelo del hotel es posible salir a las pistas y deslizarse por la nieve hasta los andariveles, que trepan de 2850 metros de altura a 3310, donde está el punto más alto de esquí. El centro cuenta con 12 andariveles: 2 sillas cuádruples, 1 triple, 2 dobles, 2 va et vient y 5 de arrastre. Con estos medios de elevación, los esquiadores nunca esperan más de unos minutos para estar a bordo de una silla o un poma.
El frío helado del exterior se mitiga en los cálidos espacios del hotel. Y el desgaste intenso de horas y horas de esquí se recupera de dos maneras: en el comedor y en la sala de masajes.
Pastel de Jaiva, empanada de Pino, corvina grillada; sin duda, la comida es una parte fundamental en la vida del esquiador. Y el chef Rafael Figueroa Villa, lo tiene bien claro.
Con el apoyo de 48 personas -desde pinches hasta maestros pasteleros-, el joven chef prepara, cada día, comida para 1500 personas. "En una semana de esquí los platos no se repiten", explica Rafael, con orgullo, mientras entrega a un garzón el postre del día: un profiterol con helado de chocolate, que pide a gritos ser el bocado de un sibarita.
Carolina Reymúndez
Datos útiles
Cómo llegar: el aéreo a Santiago por LanChile cuesta 237 pesos, ida y vuelta, reservando con 7 días de anticipación y estada mínima de 4 días.
Semana de esquí: durante la temporada baja (del 23/9 al 7/10) una habitación doble, con 4 comidas diarias y pases de esquí, cuesta 840 dólares por persona. En temporada media (primera y última semana de julio y agosto) 1040. En temporada alta (del 15 al 29/7), 1830.
Informes:
(562) 2630606.
Los socios de Dios
"El negocio del esquí es como el de la agricultura: depende mucho de allí arriba", dice Purcell apuntando al cielo. Dios es nuestro socio, agrega su esposa Helen, que lo acompaña con la mirada. De esta forma se refiere a las vicisitudes climáticas que contribuyen en el éxito o fracaso de una temporada.
Por eso, en años de sequía, como en 1996 y 1998, con los fenómenos del Niño y la Niña, fue determinante la fabricación de nieve artificial para garantizar el esquí en buena parte del centro a pesar del clima.
En lo que va del año no hubo problemas de escasez de nieve. Todo lo contrario. Los huéspedes de la última semana de esquí (24/6 al 1/7) pueden dar fe. Porque vieron nevar, desde los inmensos ventanales del comedor con sillas de cuero y boisserie , durante seis días. Tormentas, viento blanco, tanta nieve que más de una vez la laguna del Inca, que está frente al hotel, desaparecía por completo.
En esos casos, obviamente, no es posible esquiar. Pero, en lugar de perder los estribos , es buena idea plegarse a los programas de entretenimiento que se organizan en el hotel: desde clases de pisco sour hasta fiestas de disfraces y cine.
Una vez controlados el humor y los arranques de desesperación, sólo hay que tener en cuenta un detalle: a veces no es posible salir de Portillo por varios días.
Así, para los que tienen asuntos impostergables, será útil conocer los últimos pronósticos a fin de no llevarse una sorpresa al mejor estilo Atrapado sin salida .
Para no asustar a la audiencia, es preciso aclarar que las nevadas más copiosas se dan al comienzo de la temporada.
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