

El miniturismo local es la clave para pasar el verano. Dos días afuera y parece una semana. Perfecto.
Tuvimos sol, tuvimos lluvia, calor, asados, esquí (fallido en mi caso) y muy poco sueño. En cuanto a la compañía, no se trató ni de Jack ni de Sawyer (lamentablemente) pero resultaron los compañeros ideales de Truco, Generala y cualquier juego de mesa que se le pueda ocurrir a una. Además, uno de los chicos se consagró como el asador ideal.
El lugar es perfecto, con muellecito en el frente donde se podía tomar un champagne o una cerveza antes de que caiga el sol y un jardín repleto de hortensias para tirarse en una reposera a leer.
¿La única contra? Los mosquitos y demás insectos. Me pasé el fin de semana rociándome con repelente o ensañándome contra algún bicho que caminaba por ahí. La selva no es lo mío. No querrían verme en la isla de Lost, me echarían por histérica al día dos. Los chicos temían tener que llevarme intoxicada porque daba dos pasos y me rociaba. Es que lo juro, puede que los hombres me estén esquivando en estos tiempos, pero los mosquitos me persiguen, , prefieren, eligen y consideran el plato más apetitoso del lugar.
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