
La menor de las Baleares sigue creciendo
Formentera, que se hizo conocida por la película Lucía y el sexo, recibe cada vez más turistas que buscan playas exclusivas
19 de abril de 2015

Lucía y el sexo cambió la historia de Formentera para siempre. No fue el descubrimiento del sepulcro megalítico de la Edad de Bronce que está en Ca na Costa, cerca del puerto de La Savina, en 1974, ni la llegada de los hippies a fines de los 60, ni siquiera la canción Formentera Lady que compuso la banda inglesa King Crimson, en 1971. Fueron las imágenes de Lucía, interpretada por la actriz Paz Vega, bañándose desnuda en el mar, mirando el atardecer por la ventana de su habitación y recorriendo en moto la isla de la que escapó para dejar el pasado atrás, las que modificaron el rumbo de la más chica de las islas Baleares.
A partir de 2001, cuando el director Julio Medem estrenó la película, todos empezaron a fantasear con las escenas de amor en ese mar prístino, con cubrirse el cuerpo de barro y llegar en moto al faro de Barbaria, en la punta sur, abrazados a la cintura de la bella Lucía. El turismo, hasta ese momento tan escaso como las lluvias en este territorio de 83 km2, a dos millas marítimas de Ibiza, se convirtió en la principal fuente económica, dándole tregua a la magra agricultura y la industria salinera con que subsistían sus habitantes.
El mar, el sol, el mar
No hay aeropuerto en Formentera, la única forma de llegar es por ese mar Mediterráneo que parece fluorescente y se mantiene puro gracias a la posidonia que rodea la isla, una selva submarina que depura el agua. Hay barcos que cruzan desde Ibiza durante todo el año y en temporada alta también zarpan ferries desde Dénia, Alicante. Si aterrizaran aviones la isla se parecería a Ibiza. En cambio perduran el silencio, el aire perfumado por hinojos y tomillos silvestres, las casas bajas de colores pasteles que, vistas desde el único lugar elevado de la isla, el Pilar de la Mola, a 190 metros de altura, se mimetizan con el paisaje. Un paisaje de pinos curvados por el viento y cactos en flor, de paredes divisorias hechas con piedras, presentes en todas las islas Baleares, y de higueras centenarias tan grandes que podrían resguardar bajo sus sombras a las 12 mil personas que residen allí.
El sol de Formentera es casi africano, quema tanto que la arena de sus veinte kilómetros de playa se fue decolorando hasta quedar blanca. Las únicas que mantienen su color intacto son las lagartijas que andan por toda la isla -como las motos y las bicicletas- y tienen el mismo color que el Mediterráneo, turquesa-verde esmeralda. En cambio, al dar una vuelta por las callecitas peatonales de San Francisco Javier, la capital de la isla, enseguida se distingue quién llegó recién y quién está hace más tiempo, por el bronceado.
Con hielo y limón
San Francisco Javier tiene una iglesia-fortaleza blanquísima de 1726, con puerta blindada para resistir los ataques piratas; tiendas como la del famoso joyero Enric Majoral o la Perfumerie Centrale, con esencias propias, y restaurantes como Can Carlos, cuya sucursal está en Nueva York. Parece la publicidad de un aperitivo italiano. Primero porque la mayoría de los que circulan en las bicicletas, toman café o pasean sus bebes en cochecitos último modelo son de Italia, y segundo porque todo es estético, rústico pero sofisticado, natural, lino de la mejor calidad, zapatos caros, señoras mayores espléndidas montando sus bicicletas de diseño, con la baguette asomando por el bolso de paja y cuero.
"Buenas, es hora de que se deje ver el pelo", le dice un anciano de boina a una señora muy viejita vestida de negro.
"Es que tengo poco", contesta ella y desaparece dentro del único supermercado del pueblo. Un pueblo feliz.
La vida anterior a la llegada del turismo quedó registrada en el Museo Etnográfico, de entrada gratuita. Hay morteros, maquetas de molinos de viento, telares, sierras, tijeras, redes de pesca, platos pintados a mano y espardeñas, unas alpargatas de yute que ahora están de moda. De la época del trigo y la pesca se conservan en la isla cinco molinos harineros construidos a partir del siglo XVIII, que se pueden visitar, y en las playas Cala Saona, Es Caló, Es Torrent de s'Alga, Es Pujols y Ses Illetes los pescadores aún guardan sus embarcaciones bajo los varaderos, unas casillas de madera con el techo lleno de pescado disecándose al sol.
Los días en la isla no siempre fueron como un spot publicitario. Durante la Guerra Civil Española hubo un campamento franquista con 1300 prisioneros políticos republicanos, junto al Estany des Peix, cerca del puerto de La Savina. Y tampoco todo es como en las películas. El barro en el que se recuestan desnudos Paz Vega y Daniel Freire no es tan benéfico ni agradable como parece en Lucía y el sexo. Según el gobierno balear, la laguna fangosa que está en Espalmador, una isla diminuta al norte de Formentera, no es apta para untarse la piel. Pero como nadie hacía caso, en 2012 se implementó una multa de mil euros. El nudismo sí está permitido, en todas las playas. Los más pudorosos pueden ir a Migjorn, que tiene cinco kilómetros de arena, poquísima gente y ese mar que parece iluminado desde el fondo. Y de paso comer una paella en el restaurante Es Codol Foradat. Eso sí, vestidos y acompañados. Como aclara el menú y como muestra la película apenas Lucía llega a Formentera, el mínimo para pedir cualquier plato es de dos personas.ß
Datos útiles
Cómo llegar
Trasmapi. Los ferries salen entre las 7.30 y 12.30 desde el puerto de Ibiza. El viaje dura media hora y la empresa ofrece transfer gratuito del aeropuerto al puerto de Ibiza. A partir de ? 20,93 cada tramo. (0034) 902 314 433. www.trasmapi.com
Cuándo ir
Formentera es la más caliente y la menos lluviosa de las islas Baleares. El verano es la estación más seca y la temperatura media máxima es de 32°C. El otoño y la primavera son los meses más agradables, con una luz y colores increíbles.
Dónde dormir
El sitio www.rusticrent.com tiene una lista completa de casas y hoteles rurales, a partir de ? 20 por persona.
Dónde comer
Es Codol Foradat Vendá des Ca Marí, 4292. Playa Migjorn. (0034) 971 328 281. Frente al mar se especializa en comida mediterránea. La paella mixta cuesta ? 16,95 por persona y la langosta de Formentera a la plancha ? 140 el kilo. El mínimo para pedir cualquier plato es de dos personas.
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