Con estos días que ni fu ni fa, ni lluvia ni sol pleno (pero sí muchísimo calor) al final no terminamos armando demasiados programas y hubo mucha siesta, mucha salida a caminar por Palermo viejo y mucha tele. Tanta tele que una noche desvelados hicimos lo que nunca pensé iba a hacer en mi vida. No, no inserten acá un recuento de peripecias sexuales, Kamasutra aplicado en cada rincón de la casa y tantric sex al mejor estilo Sting porque no fue así. Muy por el contrario, lo que hicimos, de sexy no tiene nada. ¡Llamamos a uno de esos "Llame ya"! Lo confieso. Nos dejamos llevar por la emoción violenta de una de esas jugueras maravillosas en las que entran verduras enteras y brotan líquidos multicolores como si nada. Sí, debo ser una de las pocas personas que conozco que alguna vez discó el número y preguntó por la juguera con entrega inmediata. Finalmente la compramos en un local al día siguiente y así estuvimos "enjugando" cualquier fruta y verdura que anduviese suelta. Todo bicho que camina va a parar a la juguera (cáscara y todo) es el nuevo mantra.
En la foto, mi especial de naranja, zanahoria y manzana en el balcón del Chico el domingo a la mañana. El se arma unos de remolacha con algo que me da bastante impresión visual pero que él defiende con uñas y dientes (todos morados) para justificar la inversión. Lo quiero; es capaz de tomarse uno de cebolla y repollo y poner cara de éxtasis sólo para convencerme. Ayer me dijo que me va armar cócteles afrodisíacos explosivos. Lo que debería hacer es alimentarme exclusivamente a base de jugos y dejar las pizzas para otra vida, esa en la que me reencarne en Dolores Barreiro o algo así.
Veremos cuánto dura el auge vegetariano líquido. Mientras tanto ya me di cuenta de que no es como en la tele, lavarla no es tan sencillito y la simpleza del jugo pierde bastante la gracia cuando te ves con la esponja y el cepillito en mano.
¿Fines de semana de carnaval más productivos que el mío por ahí?