La Pedrera: como en los viejos tiempos
Con menos visitantes y sin los boliches nocturnos, este exclusivo balneario recuperó su bien más preciado: la tranquilidad
21 de enero de 2007
LA PEDRERA.- "Este año volvió a ser La Pedrera de antes. Por suerte volvió la tranquilidad, que era lo que queríamos", comenta Silvina Carvalho, dueña de la Posada del Barco y una de las 150 residentes permanentes, bajo el sol radiante de pleno enero y a pasos de la playa de este balneario de la costa uruguaya, a 230 kilómetros de Montevideo. El retorno de la tranquilidad se debe a que los boliches, que las últimas temporadas estuvieron en este pueblo del departamento de Rocha, se mudaron a La Paloma, a 10 kilómetros de aquí.
Claro que son muchos los que piensan que los cortes de las rutas en Entre Ríos contra la papeleras contribuyen a que haya menos visitantes (todavía no hay cifras oficiales), aunque no es un tema que obsesione tanto a Rocha, como a Punta del Este.
Con los boliches a otra parte, se fue la música a todo volumen que desvelaba en la madrugada y también desaparecieron los adolescentes que deambulaban por las calles y las playas, pero que no se alojaban en el balneario. Aunque esta temporada, la ocupación hotelera sigue siendo alta.
Porque La Pedrera siempre fue un buen lugar para refugiarse de la superexposición de Punta del Este. Tiene lindas playas, hoteles, posadas y casas de alquiler de nivel, una amplia oferta gastronómica de calidad y tarifas que se mantienen estables.
Creció como la propuesta más exclusiva de Rocha, jerarquizada por argentinos que hicieron sus casas y muchos famosos que la eligen desde siempre para vacaciones alejadas de los flashes y las revistas.
A cualquiera que se le pregunta sabe dónde está la casa de Norma Aleandro, por ejemplo, una habitué de estas playas, y hasta más de una vez se la ha cruzado en la calle.
La lista de celebrities es larga. "Acá vive Maitena, siempre viene Susú Pecoraro, he visto a Natalia Oreiro, a Julio Bocca, y este año está Mariana Arias", enumeran los residentes, casi repitiendo de memoria nombres y apellidos conocidos.
En la mudanza de los locales nocturnos tuvieron mucho que ver los vecinos, que lucharon para terminar de una buena vez con los ruidos molestos que perturbaban los dulces sueños. También fueron ellos los que pusieron dinero de su bolsillo y contribuyeron para cambiar todo el alumbrado público de la rambla. Los antiguos postes llenos de cables y luces fuertes se cambiaron por unos coquetos faroles que no tapan el brillo de las estrellas.
José Luna es uno de los vecinos históricos, de esos que se enojan y despotrican cuando algo no le gusta: "Con los boliches era un desastre, no se podía dormir". Ahora, su cruzada es contra el camping: "Hay que sacarlo porque es un basural" dice.
Fotos en sepia
Hace más de 70 años que viene y pasa buena parte del año en su casita a pasos del mar. En una pared colgado, tiene el plano original de La Pedrera, que data de 1897, y también muchas fotos de cuando veraneaba de chico, con mujeres de faldas largas con los pies en la arena.
"Al principio veníamos en carreta desde Rocha, después yo venía en bicicleta y llegaba antes que el auto, por como estaba el terreno", recuerda.
Caminando por la costanera todavía sigue en pie una pared de la que fue la primera casa de la zona, a fines del siglo XIX. Y en la playa todavía se llama el Pozo de Muzio a una suerte de pileta que se forma entre las rocas y que estaba enfrente de la casa de esa familia tradicional.
Los que buscan La Pedrera para descansar, lejos del ruido y las multitudes, están en su salsa. Se puede ir a la playa sin que otro se ponga con la silla y la lonita encima, o caminar sin empujones por la principal a cualquier hora.
La vida va a ritmo tranquilo. Cada uno se viste como quiere, sin seguir los reglamentos de la playas de moda.
En la principal se encuentra lo necesario y nada más: supermercado, farmacia, ferretería, bares y algunas tiendas con pareos.
Cuando cae el sol, el local de Internet que está frente a la miniterminal de ómnibus reúne a los más jóvenes.
A otros, esta disminución de turistas en pleno enero les borra la sonrisa. Daniel López vende caracoles, de esos bien grandes, que él mismo pesca, en la rambla, a pocos pasos de la calle principal, como en los cinco años anteriores. "Este año no vino ni la mitad de la gente que el año último, parece invierno. Antes ni se podía andar con el auto por la cantidad de gente", se queja, por la caída en las ventas.
Los habitués festejan. Tienen de vuelta La Pedrera de siempre, donde lo que abunda es la tranquilidad.
La Paloma levanta vuelo
LA PALOMA.- Todos contentos. La Pedrera celebra que hay menos gente y La Paloma se enorgullece de su intensa movida, de día y de noche, con jóvenes que contagian la alegría de vivir.
Con El Hornito, Arachanes y El Pogo, los tres boliches que se inauguraron esta temporada en la puerta de este tradicional balneario de Rocha, los visitantes se multiplican. Las playas están colmadas, la feria de artesanías recibe cientos de visitantes cada noche y en los restaurantes están todas las mesas ocupadas.
Este año, La Paloma luce renovada. Se mejoraron los pozos de las calles que hacían andar a los saltos y se hicieron trabajos de forestación en la avenida Solari, la principal.
Además del aluvión de jóvenes este año empezaron a llegar algunos brasileños, especialmente de las ciudades del Sur, favorecidos por el cambio, que de alguna manera reemplazan a los argentinos que cambiaron de rumbo por los cortes de ruta.
La Paloma, el balneario más grande y con más servicios de Rocha, tiene diferentes playas para elegir. La Balconada es la preferida de los jóvenes, con un parador que pone música y vende jugos y cerveza.
El encuentro multitudinario es la tarde, bien tarde, después de sacudirse el sueño de la madruga. Pasadas las 20.30, el sol se esconde en el mar y todos se quedan allí, inmóviles, esperando la función. Cuando el último rayo se pierde en el horizonte todos aplauden y, como en el teatro, se levantan y se van a esperar la presentación del día siguiente.
En la misma dirección, hacia el Oeste, siguen las playas de Cabito y Los Botes.
Las otras playas son Bahía Grande, más familiar, y La Aguada y Costa Azul, ideales para surfear. Allí enseña como dominar la tabla Celia Barboza, nueve veces campeona uruguaya, que asegura que estas olas son las mejores del país.
Uno de los paseos clásicos es subir al faro Santa María. Después de 143 escalones se llega hasta el mirador, con vistas que llegan hasta las dunas de Cabo Polonio.
Datos útiles
Cómo llegar
En Buquebús, hasta Montevideo, el pasaje de ida y vuelta cuesta $ 374. Se puede llevar el auto a bordo por $ 520 de ida y vuelta (Informes, 4316-6500; www.buquebus.com ).
Alojamiento
En La Pedrera. La habitación doble en un buen hotel cuesta entre 80 y 110 dólares en enero. En febrero, alrededor de un 20 por ciento menos. Las tarifas de las casas varían según las comodidades. Para 4 personas, alrededor de US$ 1000 la quincena.
En La Paloma. Los hoteles para dos personas cuestan entre 40 y 120 dólares. En febrero, un 20 por ciento menos. Departamentos para cuatro o seis personas, desde 25 dólares por día.
Gastronomía
En La Pedrera hay buenos restaurantes, con comida gourmet. En Los Girasoles, por ejemplo, se destaca el lomo al butiá, hecho con el fruto de las palmeras del lugar.