

La catedral platense, una obra monumental nunca terminada, entrará en obra y lucirá como la diseñó en el siglo pasado el ingeniero Pedro Benoit, según un anuncio del gobierno bonaerense.
La Plata, que merece muchos paseos sugeridos por datos históricos, curiosos y hasta un tanto misteriosos que la hacen atractiva, se sabe, fue fundada por Dardo Rocha. Pero el nombre se lo dio José Hernández, el autor de Martín Fierro, que comandó la organización del gran asado dispuesto para el caluroso día de la colocación de la piedra fundamental, el 19 de noviembre de 1882 -San Ponciano-, un fracaso gastronómico memorable porque la carne se abombó y resultó incomible.
No fue un buen comienzo para Rocha, claro, que esa noche durmió en el casco de la estancia de Martín Pereira, en lo que hoy es el Bosque de La Plata, y no lejos de donde su amigo Benoit elevaría el observatorio astronómico de la ciudad moderna y progresista.
El talentoso ingeniero Pedro Benoit, cuyos antecedentes biográficos lo dan como nacido en Buenos Aires el 18 de febrero de 1836, pero se lo creyó hijo de Luis XVI de Francia, ya había proyectado numerosas obras, incluida la rectificación del Riachuelo cuando, en este caso, se lo convocó para el trazado de la capital bonaerense.
También proyectó buena cantidad de edificios de la nueva ciudad, especialmente la catedral (calle 14 frente a la plaza Moreno), y San Ponciano (de calle 48 esquina 5), bellos templos neogóticos, el estilo elegido por Benoit por considerarlo el único de verdadera raíz católica.
Una tradición oral de origen impreciso sostiene que el asado inaugural del 82 fracasó por una conjura esotérica de cierta masonería porteña, que también habría logrado frustrar las aspiraciones presidenciales de Dardo Rocha, cuando Julio A. Roca entorpeció el camino del gobernador y favoreció a Juárez Celman, que, como se sabe, comandó el gobierno nacional más criticado de los últimos tramos del siglo pasado, para luego Roca volver a ser presidente.
Más contemporáneamente resultó curioso que Juan Domingo Perón eligiera a la platense y franciscana San Ponciano para casarse con Eva Duarte: el segundo patrono de La Plata evoca a un papa que debió abdicar al trono por intrigas eficaces. Y como para creer en maleficios, Eva Perón esperó inútilmente -según una biografía de Otelo Borroni y Roberto Vacca- el 29 de noviembre de 1945 al entonces coronel Perón en San Ponciano: al novio lo habían amenazado con un atentado, avisó por teléfono que no podía llegar y el casamiento fracasó. Finalmente, el párroco Francisco Schiamarella (de una familia de ilustradores y músicos alineados con el nuevo político), en el mismo lugar, pero el 10 de diciembre siguiente, bendijo el casamiento.
Torres contra maleficios
La decisión del gobierno bonaerense de completar el plan inicial de la catedral de La Plata, que nunca erigió sus dos torres góticas frontales planeadas por el ingeniero Pedro Benoit, su diseñador, la elevará hasta 120 metros (avistable entonces, según lo creyó Benoit al proyectarla, a 45 kilómetros de los 56 que dista de Buenos Aires), con lo que se completará un sueño de más de un siglo y -como aseguran algunos esotéricos contemporáneos- conjugará también los maleficios.
Ahora se alza sólo 97 metros, y por lo espaciosa, es la mayor de esta parte de América y única catedral gótica en ladrillo (al estar inconclusa) donde caben 12 mil fieles: Benoit se inspiró en las grandes catedrales de Amiens (Francia) y Colonia (Alemania), algo mayores. A la entrada están los accesos a la cripta, donde descansan los restos de Dardo Rocha y su esposa. Fuera de la recorrida de estas expresiones góticas de Benoit, y las de San Ponciano, no hay que perderse una visita al observatorio astronómico, de 1884, y que desde 1905 depende de la Universidad local.
El portal del cementerio (en 31 y 72) también es diseño de Benoit; es acceso a tumbas de celebridades, como el poeta Almafuerte y el naturalista Florentino Ameghino.
La casa que fue del fundador de la ciudad, hoy Museo y Archivo Dardo Rocha, en la calle 50, entre 13 y 14, responde a dibujos de Benoit y reformada se visita los fines de semana, desde las 14, y desde la mañana los días hábiles.
Quienes quieren connotar anécdotas del pasado histórico con el presente político que distancia en la puja interna partidaria al presidente Carlos Menem y el gobernador Eduardo Duhalde no olvidan que, ya concluida la segunda presidencia de Roca, que fue su ministro del Interior -el riojano Joaquín V. González- pasó la Universidad de La Plata a jurisdicción nacional.
En los jardines del rectorado (calle 7 entre 47 y 48) creció un retoño de roble de Samay Huasi, localidad riojana donde solía pasar sus vacaciones González. Dos hojas de aquel retoño quedaron como símbolo de la Universidad platense.
La hora y media que promedian los viajes por ferrocarril o por ómnibus se acorta en automóvil si se usa la autopista que lleva al cruce Gutiérrez (conocido anteriormente como Alpargatas) tras dos peajes que suman 3,80 pesos. Luego se marcha por el Camino Centenario.
Francisco N. Juárez
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