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La Toscana medieval

Italia: Por María Marta Salvarredy




Desde Florencia tomé un bus y salí a recorrer la Toscana. Si bien los pueblos italianos se parecen entre sí, tendrá que prepararse para no extrañarse al llegar a San Gimignano, por su sorprendente majestuosidad. Lo primero que se me vino a la mente cuando lo divisé desde lejos fue alucinar ¿estoy llegando a Manhattan?, y me retrotraje a mis días en Nueva York. Pero pese a las paradas previas en viñedos y bodegas de la zona, y a las pequeñas catas de tintos que había hecho, sabía que había cruzado al otro continente, y este pueblo tenía que ser de otra época. A mi parecer no existen lugares en el mundo que sean para una sola tarde, pero recorrer San Gimignano me llevó medio día. Si se va en auto es preciso estacionar en las afueras del pueblo, pues el casco antiguo es sólo peatonal y se entra por la puerta amurallada de San Giovanni. Es un pequeño pueblo del siglo III a. C., un centro de parada para los peregrinos católicos en su camino a Roma y el Vaticano, en lo alto de la colina. Es indescriptible el encanto de este pueblo y desde lo lejos se pueden ver las torres que lo conforman. San Gimignano ha logrado conservar cerca de 15 de las 72 torres de diferentes alturas que se han convertido en su símbolo internacional. El resto de la ciudad actual se extiende fuera de la muralla.
Existen muchas iglesias en el pueblo: las dos principales son la Colegiata y San Agustín, que alberga una extensa representación de obras de arte de algunos de los principales artistas del Renacimiento italiano. También en el Palacio Municipal se pueden ver obras de Pinturicchio, Benozzo Gozzoli, Filippino Lippi, Domenico di Michelino y Pier Francesco Fiorentino. Pero lo imperdible es el Museo San Gimignano 1300. Es una oportunidad ideal para conocer los aspectos arquitectónicos, históricos y sociales del Medievo toscano. También San Gimignano es muy célebre por alojar un Museo de la Tortura, con una revelación de instrumentos y aparatos de tortura de varios tiempos y lugares, con una explicación multilingüe de su uso y designio. El corazón de la ciudad tiene cuatro plazas: Piazza della Cisterna; Piazza Duomo, donde está la Colegiata; Piazza Pecori, y Piazza delle Erbe. Las calles principales son Via San Matteo y Via San Giovanni, que cruzan la ciudad de Norte a Sur donde coexisten multitud de tiendas de recuerdos. Se pueden obtener diversas artesanías de cerámica toscana. Yo -que soy adicta a la decoración- adquirí ánforas de vivos colores y diversos objetos. Además las típicas pastas secas de diferentes formas y colores, envueltas en llamativos paquetes para llevar como obsequio. Si lo que busca es descansar hay varios hoteles rurales en el pueblo y las cercanías. En verano el pueblo está absolutamente invadido de turistas, por lo que es mejor llegar temprano. Particularmente recomendable es subirse a una de las numerosas torres y engordar la vista con el paisaje de fábula del campo de la Toscana, al mismo tiempo degustando algún gellato si va en verano.

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por Redacción OHLALÁ!


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