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Las bicicletas de Lucca

A favor, con reparos, de las dos ruedas en esta bonita ciudad de la Toscana




No se puede dar un paso en Lucca sin tropezar con la historia. Así como tampoco se deja de correr el riesgo de que nos lleve por delante una bicicleta. Lo que recuerda la odisea cotidiana de un peatón en Buenos Aires gambeteando ciclistas que no respetan los semáforos, que andan a contramano, que corren más que un auto, usan las veredas como calles y surgen por donde menos se los puede imaginar. Eso sí, los italianos piden disculpas en lugar de insultar si uno los atropella sin querer.
Es la crónica al revés, del hombre que mordió al perro. Quizá podría haber sido un argumento para Carlos Trillo (1943-2011), autor de textos fantásticos como El Loco Chá vez o Las Puertitas del Señor López , que el año pasado ganó el Gran Premio por el guión de la edición italiana de El Síndrome de Guastavino . Porque Lucca tiene un concurso equivalente al Oscar del cine, que entre octubre y noviembre convoca desde 1966 multitudes internacionales de fanáticos de historietas y juegos. Llegan 90.000 visitantes, más que la población estable, que apenas pasa los 85.000.
Por allí estuvieron los etruscos, luego los romanos. Fue el lugar elegido para la reunión de Julio César con Craso y Pompeyo. Pasó durante su exilio Dante Alighieri y la recordó Michel de Montaigne como una de las ciudades más elegantes que había visitado. Por esa época, el siglo XVI, se construyó la muralla rosada de ladrillos que se mantiene en pie. Ahora es una avenida de tres carriles, espléndida para un paseo sobre este balcón a las campiñas muy verdes y, para seguir la moda, alquilar una bicicleta con casco incluido por 3 euros la hora o 13 por todo el día. No es mala idea porque en la parte antigua no se permite el acceso a los autos y la única manera de no agotarse caminando es usando los vehículos sin motor permitidos.

Calles tentadoras

Muy cerca de Pisa y de las playas de Viareggio (donde nació Pinocchio), Lucca es uno de los paisajes más seductores de la Toscana, que tiene su atracción mayor en Florencia, pero presenta un sinnúmero de poblaciones más pequeñas e igualmente fascinantes. Una de las mejores maneras de conocer la región es hacerlo con un auto alquilado para seguir un turismo itinerante.
Hay muchas películas que se han filmado entre sus prados y colinas. Recuerdo, entre otras, la visión de Franco Zeffirelli de San Gimignano en con Mussolini; Bajo el sol de Toscana con Diane Lane en Cortona, o Retrato de una dama, con Nicole Kidman en una villa en Lucca.
En la mayoría de estas poblaciones hay restricciones para los vehículos, con toda razón. Me gustaría que este control para las cuatro ruedas se extendiera también a las de dos. Son menos peligrosas, por supuesto, y políticamente correctas en defensa del medio ambiente, pero sería bueno tener una franja absolutamente reservada para peatones. Para los que vivimos de a pie y el deporte que más nos gusta es caminar.
Una de las calles más tentadoras -todas en Lucca lo son- es via Fillungo, donde están las mejores casas de moda, como las del creador local Maximo Rebecchi. Pero hay que mirar con más cuidado el horizonte inmediato que las vidrieras. Y muy cerca, con un hermoso monumento y una sala teatral que parece tomada de Cinema Paradiso , el departamento ahora museo donde nació el gran Giacomo Puccini. Y, al atardecer, la recomendación es asistir a algún concierto en una iglesia para luego llegar a los restaurantes que honran la fama de la cocina de Lucca. Que es un bocado aparte por su calidad, servicio y decoración, comparable con Florencia o Venecia, pero con precios más accesibles para los que vivimos en pesos argentinos.
Por Horacio de Dios
almadevalija@gmail.com

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