

SANTIAGO.- Cada una de las casas de Neftalí Ricardo Reyes Basoalto (Pablo Neruda) representa, de una u otra forma, la prolongación de su obra poética, que como palabras sueltas enhebradas en un poema él mismo edificó por medio de una cuidada recolección de objetos y materiales de las geografías más remotas.
En Confieso que he vivido , sus memorias, el Premio Nobel de Literatura (1971) dedica un capítulo a las casas de pensión en Santiago de Chile, donde llegó desde la ciudad de Temuco para enfrentarse a la Universidad. Se instaló en la pensión de la calle Maruri 513, "con la cabeza llena de libros, de sueños y de poemas que me zumbaban como abejas", y desde allí empezó su largo peregrinaje por el mundo. Fue cónsul en Birmania, Ceilán y otros países asiáticos, vivió en Madrid, representó a su país en México y fue embajador en París.
Sin embargo, junto a la poesía, las casas que edificó en Chile fueron su obra más querida, y a 28 años de su muerte encierran un visión íntima y reveladora de su personalidad. A continuación, un recorrido para asomar el ojo por las cerraduras de La Sebastiana, Isla Negra, La Chascona y Michoacán.
"Para escribir tranquilo"
" Yo construí la casa./ La hice primero de aire./ Luego subí en el aire la bandera/ y la dejé colgada/ del firmamento, de la estrella, de/ la claridad y de la oscuridad..." Neruda descubrió La Sebastiana en 1961, cuando todavía buscaba en Valparaíso "una casita para vivir y escribir tranquilo", que reuniera algunas condiciones mínimas: "No puede estar muy arriba ni muy abajo. Debe ser solitaria, pero no en exceso. Vecinos, ojalá invisibles. No deben verse ni escucharse. Original, pero no incómoda. Alada, pero firme. Ni muy grande ni muy chica. Lejos de todo, pero cerca de la movilización; independiente, pero con comercio cerca. Además, tiene que ser barata".
La bautizó La Sebastiana en honor a Sebastián Collado, un constructor español que contemplaba la edificación de una pajarera en el tercer piso y hasta un helipuerto sobre el techo del vecino teatro Mauri. Pero Collado murió antes de terminarla.
Para muchos una construcción inhóspita y delirante, desde entonces la casa permaneció abandonada. Sin embargo, su extravagancia reunía las cualidades anheladas por Neruda. Y tan fascinado quedó al descubrirla que decidió bautizarla La Sebastiana, por considerar a Collado un poeta de la construcción .
Atiborrada de escaleras y corredores, Neruda llegaba a la residencia por períodos discontinuos, y de todas sus moradas ella fue su lugar preferido para pasar Año Nuevo, hechizado por el espectáculo pirotécnico que los barcos desplegaban en el puerto de Valparaíso.
Al igual que sus poemas, la historia de sus casas tampoco fueron ajenas a las vicisitudes políticas chilenas. Con el golpe de Estado de 1973, el mismo año de la muerte de Neruda, La Sebastiana fue allanada y destruida. Desde entonces, su viuda Matilde Urrutia decidió cerrar la residencia durante casi dos décadas, hasta que después de la vuelta de la democracia fue restaurada y abrió sus puertas al público en 1992.
La más famosa
Escenario inigualable de la novela Ardiente paciencia , donde Antonio Skármeta narra los gentiles encuentros entre el poeta chileno y el cartero que Massimo Troisi inmortalizó en el film Il Postino , Isla Negra es la casa más famosa.
Dijo el Nobel de su morada: "La casa... No sé cuando nació. Era media tarde, llegamos a caballo por aquellas soledades... Don Eladio iba adelante, vadeando el estero de Córdoba que se había crecido. Por primera vez sentí como una punzada, este olor a invierno marino, mezcla de boldo y arena salada, algas y cardos... Aquí, dijo don Eladio, y allí nos quedamos. Luego, la casa fue creciendo, como la gente, como los árboles".
En la parte alta de la costa, con un gran frente abierto al mar y la rompiente a sus pies, Neruda compró el terreno hacia fines de 1939, recién llegado de España y Francia, impulsado por la necesidad de disponer de un lugar aislado para escribir.
Por el roquerío negro en el extremo derecho de la playa bautizó al lugar Isla Negra y durante treinta años se ocupó en refaccionarla y ampliarla con la ayuda de Germán Rodríguez Arias, un arquitecto español refugiado en Chile.
Rodríguez Arias debió vérselas con los caprichos del poeta, que "construía su casa como un juego, por partes y sin un plan establecido" y por las interrupciones permanentes de la obra, cuando las regalías por los libros -con las cuales Neruda financió todas sus casas- no alcanzaban para seguir adelante.
"En mi casa he tenido juguetes pequeños y grandes, sin los cuales no podría vivir. He edificado mi casa también como un juguete, y juego con ella de la mañana a la noche."
Así, Isla Negra es una suerte de barco sobre la tierra repleto de objetos antojadizos, imposibles de clasificar, como un juego de colmillos de elefante con escrituras antiguas, un inmenso globo terraqueo o una brújula china; un sistema planetario, piedras, pitos marineros, caracoles, libros sobre pájaros y plantas, barquitos armados dentro de botellas, narraciones de viajes y poesías, mariposas, pipas, instrumentos musicales o mapas astronómicos.
En dos alas unidas por una arcada de piedra, la obra completa de Neruda debería incluir el salón de mascarones de proa, el bar con su colección de botellas (en cuyas vigas figura el nombre de sus mejores compañeros de copas) y su dormitorio, con la cama siempre dispuesta hacia el Pacífico.
Allí mismo, de frente la playa, en el jardín descendente de la casa, hoy puede visitarse su sepultura, junto a la de su mujer Matilde Urrutia.
Un jardín colgante
Para muchos considerada una vivienda de ensueño, La Chascona es una suerte de jardín colgante en medio de Santiago de Chile. Neruda comenzó a construirla en 1953, sobre la ladera del cerro San Cristóbal, y su rasgo más sorprendente es la cercanía de una cascada que vierte sus aguas frente a las ventanas para formar un arroyuelo debajo de la casa.
Además del bar y la chimenea que se repiten en todas sus mansiones, aquí también abundan exhibidores con copas de colores, postales de principios de siglo, un carrito marinero y hasta una caja de música antigua, regalo del escritor argentino Oliverio Girondo.
Al final del recorrido, disimulada en una calle transversal de la Avenida de los Guindos, Michoacán es la casa nerudiana menos conocida, una extraña unidad arquitectónica repleta de misteriosas escaleras que conducen a enigmáticas alcobas, corredores que avanzan hacia aposentos que se adivinan detrás de otras puertas y pequeñas ojivas. Como el alma del poeta, un rompecabezas con murallas diseñado para cobijar libros, celebrar reuniones bohemias y hospedar a vagabundos y artistas.
Alejandro Rapetti
Coquetelón, un trago único
Todas las casas de Pablo Neruda tenían un bar, y tras la barra había un secreto, un trago que sólo él sabía preparar: el Coquetelón.
Los ingredientes son: una copa de coñac francés, una copa de Cointreau de Angers y dos copas de jugo de naranja.
La preparación es sencilla: hay que mezclar bien y llenar un tercio de la copa. Luego, agregar los dos tercios restantes de champagne Cordón Rouge Mumm.
Al degustar el brebaje, primero actúa el champagne. Le siguen el coñac y el cointreau, para reforzar el ataque y mantener la euforia en su alto y justo nivel.
El jugo de naranja sólo sirve de distracción y camuflaje.
Datos útiles
La Sebastiana
Ferrari 992 (Cerro Florida), Valparaíso. (56 32) 256606. Entrada 2,70 dólares. Horario: martes a domingo, de 10.30 a 19. Lunes cerrado.
Isla Negra
Sobre el Camino vecinal s/n, Isla Negra, (56 35) 461284. Entrada: 3,60 dólares. Horario: martes a domingo, de 10 a 19. Lunes cerrado.
La Chascona
Fernando Márquez de la Plata 0192, Providencia, Santiago, (562) 7778741. Entrada: 2,70 dólares. Horario: martes a domingo, de 10 a 18.
Michoacán
Avenida Lynch 164, La Reina, Santiago, (562) 2660577. Actualmente está en refacción.
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