

San Martín de los Andes.- Esta localidad es una de las más bellas de la Argentina. Es también uno de los centros de esquí más importantes de los Andes sudamericanos, por el cerro Chapelco. Lo que pocos saben es que permite un abanico de travesías en vehículos todoterreno, que van desde algo parecido a los paseos campestres hasta verdaderos recorridos trituracamionetas.
Club Four by Four (807-0705) organiza un programa de tres días de salidas alrededor de San Martín, con variado perfil de dificultad. Desde una corta y bucólica visita al lago Queñi hasta penosas sendas de nieve y barro al lago Hermoso y al lago Escondido.
De estos circuitos, sólo el del lago Queñi puede ser encarado para realizarse en solitario. Aunque siempre es más divertido y seguro circular al menos dos camionetas en caminos de aventura, en ciertos casos es virtualmente imposible atreverse solo. No se recorrerían más que unos cientos de metros hasta la primera dificultad seria, como es el caso de los programas de 4x4 a los lagos Hermoso o Escondido.
La visita al Queñi puede combinarse con el cruce de la frontera a Chile por el paso Hua Hum que, si bien es poco conocido, está abierto todo el año y conecta con Valdivia, en Chile. Es poco utilizado pues requiere abordar una barcaza para seguir, ya en el lado chileno.
Al lago Queñi
Saliendo de San Martín, hacia el Norte, para tomar la ruta provincial 48 hacia Hua Hum, se puede hacer un rodeo por el Mirador Bandurrias. Desde allí, en plena comunidad mapuche, se logra una vista panorámica de San Martín y del lago Lácar. El camino corre por medio de un bosque poco tupido y alfombrado con las hojas caídas de los árboles. Algunas casas y alguna escuela recuerdan que se atraviesan los lotes de la familia Curruhuinca.
Al dejar esos suburbios de San Martín, se toma la ruta ripiada 48 hacia Hua Hum. Sinuosa y rodeada de cadenas montañosas nevadas, esta ruta corre por el monte desde donde bajan picadas madereras.
A la vuelta de cualquier curva se puede encontrar una yunta de bueyes acarreando un pesado tronco de la selva fría, mientras un chico lo guía con su caña.
Después de pasar un morro llamado Piedra de Trompul, en el kilómetro 43 contando desde San Martín, el Parador Hua Hum aparece a la izquierda del camino. El restaurante y el muelle son el último hito antes de las instalaciones aduaneras. Justo al lado del puesto fronterizo viejo (una casa de madera pintada de amarillo y diseño muy chileno), se toma un desvío a la izquierda que atraviesa el río Hua Hum. Este curso de agua transparente es uno de los pocos que desaguan en el Pacífico y en él se practica el rafting.
Una vez cruzado el puente sobre el río, el angosto camino de una sola mano se interna en plena selva fría. Lengas, raulíes y cañas coigüe forman un túnel de más de 10 kilómetros hasta el fin del camino. Barro, largos charcos de agua estancada con olor fétido y el vadeo del arroyo Queñi son las únicas dificultades que deben sortear las camionetas.
Nada complicado que requiera técnica o experiencia, por lo que algunos conductores se desquitan atreviéndose a los charcos a toda velocidad. Dos cortinas de agua marrón bañan entonces las paredes de cañas y helechos.
Incluso a mitad de ese camino oscuro y selvático nace una vereda que lleva caminando a la cascada Chachín. Esa caída de agua, de unos treinta o cuarenta metros de altura en plena selva Valdiviana, parece tomada de una excursión por Misiones.
Sólo la temperatura reinante y la esporádica visión de picos nevados o manchones de hielo a la vera del camino recuerdan la lejanía de la selva tropical.Volviendo al vehículo, se retoma el camino por el monte cerrado.
La travesía termina con un picnic junto al lago. De allí nace una senda para caminatas hacia las aguas termales que distan una o dos horas de ejercicio de piernas. La vuelta se realiza por la misma ruta 48.
Sergio Zagier
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