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Las estrellas están más cerca de Jaipur

Entre fuertes, palacios y templos tradicionales de la India se asoma un observatorio astronómico




JAIPUR, India.- Un insólito panorama, que parece uno de los oníricos paisajes urbanos de Giorgio De Chirico llevado a la realidad, se presenta en esta ciudad a sólo metros del palacio del maharajá. La ubicación no es sorprendente, puesto que lo mandó construir el primer soberano de la ciudad, posiblemente al mismo tiempo que la fundaba. Así y todo, por estar circundado por un muro y por no corresponder a las ideas clásicas de un itinerario por una ciudad de la zona de Rajastán (fuertes, palacios, templos, paseos en camello por los alrededores) un visitante desprevenido corre el riesgo de perderse esta curiosidad.
Se trata de un observatorio astronómico tan llamativo en sus formas (y en su concepción, considerando la época en que fue erigido), que su interés dista de restringirse a aquellos que tienen un interés especial en la ciencia.
El creador del gran observatorio, o Jantar Mantar, de Jaipur fue Jai Singh II (1688-1743). Este maharajá fue el fundador en 1727 de Jaipur, ciudad a la que le puso su nombre. Fue en otros sentidos un típico gobernante de su época y lugar, inescrupuloso (cambió de bando en medio de una batalla, al ver el giro que tomaban los acontecimientos) y más o menos exitoso. Su soberano, el emperador Gran Mogol de Delhi, le impuso el título de Sawai que significa, con precisión, que valía una vez y cuarto más que la demás gente.
Pero Jai Singh fue, además, un gran entusiasta de la astronomía que creó al menos cinco observatorios. Hay uno en Delhi mismo, útil para el visitante a la India que no llega hasta Jaipur, y otros en Varanasi, Mathura y Ujjain. El de Jaipur es el más grande, y el más completo.
El aspecto más interesante de este emprendimiento, desde el punto de vista de la historia de la ciencia, es que Jai Singh se empeñó en hacer construir observatorios con instrumentos medievales, principalmente de mampostería, en plena época del telescopio.

Una razón

Había una razón para ello, y no era que Jai Singh fuera ignorante o atrasado en sus concepciones, o que tuviera ojeras mentales de índole religiosa; todo lo contrario. Conocía la existencia de los telescopios e incluso poseyó algunos. Hizo traducir los grandes tratados europeos de astronomía a diversas lenguas de la india, recibió visitas de europeos con conocimientos de astronomía (aunque eran principalmente jesuitas que aún defendían la ortodoxia precopernicana), y fue el primero de su país en enviar una misión científica a Europa.
Pero sucedía, sencillamente, que los telescopios que llegaron hasta sus manos eran primitivos e inferiores en sus resultados a lo que producían sus propios aparatos. En todo caso a él no le interesaban los cráteres de la luna o los satélites de Júpiter; su meta era observar y predecir con maniática certeza en qué momento los astros hacían su aparición.
Para ello se basó en el siguiente principio: si bien los instrumentos que manejaba eran de diseño básicamente anticuado, con ese diseño se podían obtener resultados cada vez más precisos, o sea discernir fracciones de ángulo más minúsculas, mediante el simple expediente de construir aparatos cada vez más grandes.
El viajero que dirige sus pasos a la gloriosa Samarcanda, en Uzbekistán, puede visitar allá los restos de un observatorio hecho construir hacia el 1400 por un nieto del conquistador Tamerlán, Ulug Bek, incluyendo la parte inferior, subterránea, de un colosal sextante que medía 63 metros en total.
Puede ser peligroso investigar por cuenta propia. Lo que iba descubriendo Ulug Bek lo llevó a cuestionarse la verdad revelada, con el resultado de que su hijo no vio otra solución que matarlo, para salvar la honra de la religión. Jai Singh no tuvo ese problema. Pudo mandar hacer sus observatorios sin obstáculos. El maharajá diseñó algunos perfeccionamientos en los instrumentos, y armó modelos para guía de sus arquitectos y albañiles.
Otra de las atracciones de Jaipur es el Palacio de los Vientos o Hawa Mahal,básicamente un frente de color rosado con varios pisos de ventanales detrás de los cuales no hay nada, como los frentes falsos de un pueblo del Far West construido en Hollywood. También un juego metafísico (en el sentido que De Chirico le daba a la palabra) entre la función desnuda y el espacio vacío.

Triángulos para mirar el cielo

Colgado de un grueso madero en el observatorio de Jaipur hay un gigantesco astrolabio, el más grande del mundo, de más de dos metros de diámetro y 400 kilos de peso. A su lado pende otro instrumento casi igual, pero hecho de hojas de hierro remachadas unas sobre otras (mientras que el astrolabio principal es de una sola plancha de bronce) y tan tosco que se duda sobre su finalidad, o si se dejó sin terminar.
Así y todo, aunque al astrolabio de bronce lo llaman el Yantra Raj, o Instrumento Rey, son los aparatos construidos de ladrillo los que le dieron más satisfacciones científicas a Jai Singh y artísticas a los visitantes posteriores. Es extremadamente llamativo el hecho de que carecen casi por completo de ornamentación: en la India, esto es una excentricidad, un verdadero desafío. Ni estatuitas, ni lotos, ni salientes, ni nervaduras.

Hacia arriba

En la cima de la más grande de las estructuras hay una pequeña pérgola de estilo netamente indio (localmente llamadas chatri), con aleros típicos (chadya). Este chatri de tal vez un metro cuadrado, que es prácticamente el único techo en el observatorio, tiene arcos lobulados (con pequeñas proyecciones curvas), y algún otro adorno.
Todo lo demás en el observatorio es de líneas despojadas.
La forma más repetida es la de un triángulo rectángulo, porque la mayoría de los instrumentos son esencialmente relojes de sol, a ciclópea escala y con diversas especializaciones. (El triángulo coronado con la pérgola es el mayor gnomon de la Tierra, con 44 metros de base y 27 de alto.) Estos triángulos están horadados por simples arcos, que le dan al conjunto un fuerte aire a clasicismo europeo.

Datos útiles

Cómo llegar

En avión: US$ 1500. Hasta Nueva Delhi, de ida y vuelta, con impuestos.
De Nueva Delhi a Jaipur
En avión , US$ 30
En tren US$ 10. Cuatro horas y media para recorrer la distancia de algo más de 300 km entre ambas ciudades
En ómnibus US$ 5. Cinco horas y media

Traslados

La India tiene la particularidad de ofrecer innumerables opciones, entre las que hay que aprender a orientarse.

Alojamiento

Nivel medio US$ 10
Nivel alto US$ 100. El Rambagh Palace o el Jai Mahal Palace. Se recomienda el Samode Haveli como un hospedaje algo más económico, pero no menos cargado de toques típicos.

Visa

Consulado de la India, Avda. Córdoba 950, 4º piso (4393-4001/4156), de lunes a viernes, de 9.30 a 12. Se requiere pasaporte y foto. El trámite es gratuito.

Más información

Oficina de Turismo de India. Avda. Córdoba 950 9º A (4326-5391). Atención de lunes a viernes de 9 a 13 y de 14 a 17.30.

En Internet

  • http://www.india-web.com
Nicolás Meyer

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por Redacción OHLALÁ!

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