PUERTO MADRYN.- Stephen Johnson tiene un acento gringo que impresiona, pero está tan mimetizado con el paisaje de Puerto Pirámides, su lugar en el mundo desde hace diez años, que resulta el mejor guía que se pueda imaginar para embarcarse en busca de ballenas en una mañana invernal de cielo despejado y sin viento. Es julio, pero el paisaje de la Península se muestra radiante como en primavera y ellas, como siempre, las grandes vedettes de las temporada, ya dieron el presente e impresionan tanto por número como por tamaño. "Aquí nos gustan las gordas", bromea Stephen, y debe ser cierto si se considera la cantidad de gente que viene a verlas. Las ballenas franca austral no faltan a la cita: apenas unos minutos después de haber zarpado de la playa, gracias a la pericia del capitán la embarcación ya está a pocos metros de un grupo de ballenas que sin inmutarse siguen cortejándose, cuidando a sus crías y apareándose en las aguas quietas y transparentes del Atlántico Sur. La mirada atenta de Stephen escudriña el horizonte y va orientando a los pasajeros: "Ballena a las 3, ballena a las 6, ballena a las 11.50", indica, como si el paisaje fuera el gigantesco cuadrante de un reloj, a medida que los cetáceos se desplazan, a veces pasando debajo de la embarcación, apareciendo y desapareciendo como en un juego cronometrado con las decenas de lentes de cámaras y filmadoras que las apuntan.
"Todos quieren la mejor foto, la cola o el salto de la ballena. Pero lo más importante, y lo digo como local, es disfrutar del espectáculo en un lugar único. Se trata de visitar a las ballenas en su hábitat, de interactuar, pero no interferir con los animales. Hay que vivir el momento", recomienda Adrián Gelves, responsable de Promoción Turística de Puerto Madryn. La inmensidad del lugar no puede sino darle la razón: aquí y allá, las ballenas saltan y pronto aprendemos a reconocer que generalmente después de un salto llega otro, en series de cuatro o cinco y en línea. Salvo los ballenatos, que juguetones como cualquier cachorro sorprenden saltando en cualquier dirección. En este avistamiento tenemos suerte: más de una vez las ballenas se sumergen y dejan afuera la clásica cola, que a veces golpean con fuerza sobre el agua. Tal vez para comunicarse; tal vez para sacudirse parásitos molestos; tal vez para alejar a las gaviotas que, sobreabundantes, las molestan con insistencia.
En todo caso, recuerda Stephen, su conducta aún es objeto de estudio por especialistas de todo el mundo: mientras tanto ellas, ajenas a la curiosidad humana, siguen llegando cada año a las costas de Puerto Madryn en busca de aguas tranquilas para aparearse y cuidar a sus ballenatos en los primeros y críticos instantes de vida de las crías, cuando deben aprender a respirar por sí solas. Este año, comenta Jorge Schmid, uno de los pioneros en materia de avistamientos, que se instaló por aquí en los años 70 y en su primera temporada tuvo el número récord de... siete visitantes, el grupo de ballenas que llegó a Madryn es el más numeroso de los dos que se tienen identificados: son unos 1500 ejemplares, que se acercan sin temor a las embarcaciones.
Probablemente porque los avistamientos, aunque tienen un impacto, están cuidadosamente regulados: cuando las ballenas no muestran interés o no interactúan, la embarcación se aleja. Y además sólo puede haber seis barcos simultáneamente en el agua, uno por cada empresa de avistamientos habilitada.
Playas doradas
Es un secreto a voces que no es imprescindible embarcarse para ver ballenas en Puerto Madryn. Los visitantes que llegan desde fines de mayo y junio saben que basta abrir las ventanas del hotel y mirar hacia el mar para ver sus grandes siluetas emergiendo de la superficie del agua; también es posible caminar por la playa o por el muelle céntrico de Madryn para verlas con facilidad a escasos metros. Pero el mejor lugar para la observación de la costa es, indiscutiblemente, la playa del Doradillo, a 17 kilómetros del centro de la ciudad, dejando atrás las instalaciones de Aluar y de las grandes empresas dedicadas a la explotación del pórfido. La tarde anterior, Laura, la encargada de Quemehuencho, un popular bar de mate y churros del centro de Madryn, nos había asegurado que el Doradillo es su lugar preferido: "Está aquí nomás, no tiene límite de tiempo y las ves cerquísima". Y ahora vamos a comprobarlo.
"Las ballenas se concentran en el Doradillo -explica Patricia, nuestra guía, una porteña que se mudó a Puerto Madryn hace 27 años y se convirtió en testigo del impresionante crecimiento de la ciudad en estos años- porque estas playas tienen una caída muy abrupta, de modo que hay mucha profundidad incluso cerca de la orilla. Es el lugar que eligen para aparearse y dar a luz. El mejor momento para verlas es cuando hay marea alta, ya que es cuando se las divisa más cercanas a la costa." Antes de bajar a la playa, hacemos un alto en Punta Flecha, donde un refugio de la Fundación Patagonia Natural invita a conocer algo más sobre estos cetáceos que brindan su involuntario espectáculo pocos metros más abajo.
Como debajo del mar
Desde hace diez años el refugio está a cargo de Juan Carlos Aguerrebere, más familiarmente El Vasco, que siempre tiene un rato para charlar con los visitantes; explicarles aspectos de la conducta de las ballenas, y sobre todo, hacerles escuchar sus sonidos a través de un peculiar hidrófono -construido con habilidad y un par de equipos viejos-, que amplifica las voces de los animales hasta el último rincón del lugar.
Vale la pena probar por un rato los auriculares: con una claridad extraordinaria los ruidos de las ballenas se oyen con más nitidez que si se estuviera con ellas debajo del agua. Después llega el momento de bajar por un senderito a la playa, donde ya son varios los que asisten al magnífico momento de ver las ballenas saltando y nadando: en un silencio casi sagrado, algunos matean, otros sacan fotos y otros simplemente miran, extasiados, la danza de los gigantescos animales en el agua. Y no hay más límite de tiempo que el que cada uno se pone, porque ellas, las ballenas, llegaron para quedarse y regalan su presencia hasta principios de diciembre.
Por Pierre Dumas
Para LA NACION
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DATOS UTILES
Cómo llegar
Aerolíneas Argentinas vuela a Trelew en 1h 45 min; www.aerolineas.com.ar . Andes vuela todos los días directo a Puerto Madryn, excepto los sábados. www.andesonline.com . Las tarifas, a partir de $ 1150 ida y vuelta desde Buenos Aires.
Excursiones
Las salidas embarcadas duran aproximadamente una hora y media. En esta época, una de las ideales por la menor afluencia de visitantes, los avistamientos se realizan desde las 8.30 hasta las 17.30; luego el plazo se amplía a medida que se extienden las horas de luz. Hay seis operadores habilitados en Puerto Pirámides, que operan distintos tipos de embarcaciones, desde semirrígidas hasta catamaranes. Prefijo 02965.
Hydrosport, 495065 y 15576558. Peke Sosa, 495010, 15680853/52. Punta Ballena, 495112. Southern Spirit, 495094, 473043/ 15572551. Tito Bottazzi, 495050 y 474110. Whales Argentina, 495015.
Tarifa
Desde $ 150 por persona. Puerto Madryn ofrece varias promociones para incentivar la llegada de visitantes. Por ejemplo, podrán aprovechar el 4x3 en alojamiento. Además, los que se alojen con esta modalidad gozarán de un 20 por ciento de descuento en los servicios de excursiones.