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Laura Azcurra: "Viajar nos hace aún más libres"




-¿Cómo te definís como viajera?
-Curiosa. Intuitiva ciento por ciento y con la información justa para poder recorrer y también sorprenderme con lo que voy descubriendo.
-¿Cómo fue la primera experiencia?
-Un viaje que adoré, cuando tenía 10 años, fue visitar a mis tías en Mendoza. Saliendo desde Buenos Aires fuimos con mi papá en tren. Un tren hermoso que viajaba toda la noche y ofrecía la proyección de una película en el vagón cine. Fue bastante surrealista aquello, primero por estar en un cine en movimiento y segundo, viendo Hombre mirando al sudeste . Adoré la experiencia y al salir le dije a mi papá: "Me gustó mucho la película. Cuando yo sea actriz profesional quisiera hacer algo así..." Cinco años después me estaba dirigiendo Eliseo Subiela en mi primer trabajo.
-¿Viajaste alguna vez como mochilera?
-Viajé muchísimo y de mil modos, pero nunca totalmente como mochilera. Hice una expedición un verano en Bariloche, pero sólo dos días. Subimos el cerro Fitz Roy por un hermoso caminito. Cocinamos y dormimos en el refugio, cálido y con buena onda. Descansamos en medio de un cielo lleno de estrellas con los sonidos del universo. Inolvidable.
-¿Te gusta más la montaña que la playa?
-Depende. La playa en verano simboliza el relax y la recarga de energías. La montaña me incita a explorarla, a subir a acampar, a conocer arroyos. El ejercicio de andar un camino me resulta muy reflexivo.
-¿Cuál es tu lugar favorito para pasar tus vacaciones?
-Principalmente debe hacer calor. No tengo un lugar donde voy siempre, prefiero rotar. El mar suele ser tentador y si mi compañero es Jacques, que es brasileño, siempre aprovechamos alguna playita de su alegre país para escapar. Puede ser cerca de Sampa o en el Nordeste, donde él también es medio extranjero.
-¿Un prejuicio que hayas derribado de viaje?
-¡Muchísimos! Es la maravilla de viajar, vas conociéndote, descubriendo a los otros, reconociéndote y valorando tu propia identidad. Viajar es una reflexión, un tumulto de micro y macroexperiencias, que sin duda te marcan y te modifican como persona. Viajar nos hace aún más libres.
-¿Coleccionás algún objeto de tus viajes?
-Robo alguna piedra o caracola o rama energética, que pueda transportar.
-¿El destino más exótico que hayas conocido?
-Manila, la capital de Filipinas. El loco de Marley me invitó en su rotation por el mundo y acepté la rareza. Tenía un volcán, mezcla de Oriente y Occidente, y mucho karaoke vecinal.
-¿Tres recomendaciones para el viajero incipiente?
-No quedarse con la curiosidad de nada: tal vez sea la única oportunidad que tengas de transitar ese lugar. Trabajar la percepción de los sentidos, nunca fallan. Salirse del circuito turístico y dejarse llevar por su propia corazonada, ahí se descubren las verdaderas joyas de los viajes.
-¿La mayor virtud de un viajero?
-Que sea curioso y atrevido.
-¿Un día de vacaciones perfecto?
-Probablemente con mi familia cerca de algún lugar con mucha naturaleza, río, montaña, aromas. Comidas caseras, en plan picnic. Agua fresca para jugar o nadar con mi hijo que le encanta. Algún camino por explorar, quizás acompañada de caballos o perros buena onda. Un rico mate al bajar el sol, y una siesta escuchando algún arroyo y bastantes pájaros es el plan ideal.

Encuentro con el Diez

Mayo de 2001. Me voy con mi primer maestro de teatro clásico, Jorge Lira, a participar del Mayo teatral, en La Habana. Un festival de teatro interesantísimo que reúne a los más importantes grupos de América latina. Maravilloso.
Volar en la aerolínea cubana tenía cierta particularidad. En principio había un sector para fumadores; como en ese momento yo fumaba un tabaco inglés, fui a ese sector después de la cena, con mi cigarrito armado. Allí me encontré con unos uruguayos muy copados que fabulaban con que Diego Maradona estaba en el vuelo. Me pareció una broma surrealista y me quedé charlando con ellos. Nos pasamos el viaje entre cigarros y un ron que apareció.
La historia de que el Diez estaba entre nosotros fue la excusa para conocernos, divertirnos y pasar el viaje. Al aterrizar, entre los rumberos que te reciben, las maletas y el ron del avión, alucinamos al ver al Guille Coppola, avisando por un teléfono que ya habían llegado. Nos miramos con los charrúas y ahí entendimos por qué no pudimos pasar a la humilde tienda de suvenires en el aeropuerto que estaba cerrada. Lo vimos. Allí estaba él, jugando con sombreros coloridos y riendo; él, único e inconfundible. El Diego.

MinibiO

Laura Azcurra es actriz, bailarina de flamenco y conductora. Conduce Fuera de serie: historias extraordinarias de gente común, que comienza mañana, a las 23, en Ciudad Abierta.

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