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Lejos de los clásicos, Turín




Visitar Turín es descubrir una ciudad fantástica, que inexplicablemente las agencias de viajes no incluyen en los paquetes turísticos. Mis abuelos eran piamonteses, por esa razón siempre quise conocer la ciudad. Viajé en abril con mi amiga María, en plena primavera, con la naturaleza en todo su esplendor.
Turín, capital de la región del Piamonte, está al pie de los Alpes en el noroeste del país. Fue la primera capital de la Italia unida, en 1860, y está ligada a la casa de Saboya, dinastía a la que pertenecieron los reyes italianos. Hoy es un importante centro industrial, sede de notables empresas como la Fiat, Olivetti, Ferrero Roger, Kappa, entre otras.
Ni bien se arriba uno descubre una ciudad elegante, limpia y ordenada. De arquitectura barroca y con magníficos escenarios naturales, la ciudad está atravesada por el Po, el río más largo de Italia. El trazado urbano es diferente al de otras ciudades italianas: largas avenidas y plazas espaciosas con pórticos que le otorgan un estilo aristocrático y antiguo que no contrasta con las zonas residenciales más modernas. Los turineses nos recibieron con amabilidad y cordialidad, siempre bien dispuestos a ayudar al turista.
Caminar es la mejor manera de conocer: hay más de 18 km de pórticos que nos permitieron desplazarnos por la ciudad y, al mismo tiempo, disfrutar de las tiendas, los puestos de libros y los numerosos cafés.
En el centro de Turín se destaca la Piazza Castello donde se encuentran el Palazzo Madama, un castillo medieval, y el Palazzo Reale, del siglo XVII y antigua residencia de los duques de Saboya.
La Piazza Vittorio Veneto es una de las más amplias del mundo y es el corazón de la ciudad. Esta plaza atraviesa el río Po con el puente Vittorio Emanuele I. Al final del puente está la iglesia de la Gran Madre de Dios, inspirada en el Panteón de Roma. En sus sótanos existe un osario donde se conservan los restos de unos 5000 soldados caídos en la Primera Guerra Mundial.
La basílica de María Auxiliadora, construida por San Juan Bosco, es una de las iglesias más bonitas de la ciudad y centro de peregrinación de la comunidad salesiana. En la catedral de San Juan Bautista se conserva el Santo Sudario que cubrió el cuerpo de Jesús en el sepulcro.
El símbolo de Turín es la Mole Antonelliana de 167 metros. Construida para ser una sinagoga, hoy alberga al Museo Nacional del Cine, el más importante de Europa y visita obligada para los amantes del séptimo arte.
Los chocolates y la repostería turineses son reconocidos por su excelente calidad. En los cafés del centro histórico y en las pastelerías pudimos degustar gianduiotti (una mezcla de cacao con avellanas), pralinés, pasteles, helados y chocolate caliente. ¡Imperdibles!
Las mejores vistas de Turín se obtienen desde la basílica di Superga, en la segunda colina más alta de la ciudad. A esta iglesia barroca se llega en un antiguo tren de cremallera que parte de la estación Sassi. En el subsuelo están las tumbas de los reyes y príncipes de la casa de Saboya.
Como dirían los italianos, conocer Turín es una experiencia da non perdere.
Liliana Aimar

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por Redacción OHLALÁ!


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