
Dos días perfectos de primavera casi verano para estar tirados toda la tarde al sol con gafas y dormirse una siesta eterna. Sólo levantarse para preparar mates y tomarlos (también al sol) hasta que empieza a hacer frío y ahí decidir, después de un debate eterno, lo que se va a cocinar a la noche.
Salvo por mi teléfono que titila una minúscula lucecita roja cada tanto, el aislamiento total. Es perfecto. Necesitaba exactamente esto.
Pedro duerme todo el día como necesitando descansar por adelantado antes del cambio. Cada tanto me preocupo.
-Hace un rato casi te sacudo para ver si estabas vivo, nene.
Es un sueño casi evasivo. Se va.
Yo leo, escribo y cocino. Me siento una Caroline Ingalls con más comodidades. Por momentos me creo que podría vivir en un campo.
-Sí, a 5 minutos de la ruta 9 con wifi, calefacción y supermercado. Ja, no digas pavadas. Sos un camaleón, acordate cuando volviste de Méjico, te creías Frida y pintaste todo el balcón de colores y lo llenaste de cactus que se te pudrieron a los dos meses.
Cuando conocés a alguien hace tanto tiempo, medio que perdés credibilidad. Me da mucha gracia que no compre ninguno de mis delirios.
-Carlos Alfredo, ia no tengo misterios para ti. Esto é jelfín.
A veces le juego a la telenovela y también se ríe mientras revolea los ojos como entregado.
Acá nos quedamos hasta mañana al menos.
Lejos del mundanal ruido.
SEGUIR LEYENDO


Lanzamos Wellmess, el primer juego de cartas de OHLALÁ!: conocé cómo jugarlo
por Redacción OHLALÁ!

Gala del Met: los 15 looks más impactantes de la historia
por Romina Salusso

Kaizen: el método japonés que te ayuda a conseguir lo que te propongas
por Mariana Copland

Deco: una diseñadora nos cuenta cómo remodeló su casa de Manzanares
por Soledad Avaca Cuenca
