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Letonia dio el gran salto a la Unión Europea

Más integrada, Riga, la capital, tiene atractivos suficientes y buena infraestructura para conquistar a los turistas




RIGA (The New York Times).- Si bien los ciudadanos de los países bálticos están deseosos de conocer Europa occidental, Letonia tiene las mismas ansias de recibir turismo extranjero; sobre todo, tras su reciente ingreso en la Unión Europea.
En Riga se palpa la sensación de cambio y entusiasmo. La típica reserva letona había casi desaparecido. Los precios en la capital de Letonia también parecen aproximarse rápidamente a los estándares de Europa occidental.
Una habitación doble en un hotel modesto dentro o cerca de la ciudad antigua cuesta alrededor de 100 dólares la noche. Riga tiene excelentes restaurantes donde se ofrecen platos internacionales: desde georgianos, ucranios hasta uzbecos, y los turistas que gustan de la buena mesa pueden disfrutar del caviar del báltico en ambientes muy elegantes. Pero el viajero frugal puede comer por 5 dólares al día, aproximadamente, concurriendo a bares y confiterías. Es decir, hoy se puede disponer de las comodidades de Occidente, pero la verdadera razón para ir a Riga es observar una hermosa ciudad antigua recreándose a sí misma con gran energía.
Del aeropuerto se llega al centro en menos de 15 minutos, yendo rápido por un tramo de autopista y cruzando los puentes del río Daugava, desde donde se puede contemplar la silueta del Castillo de Riga.
La ciudad ahora es una metrópolis de más de 750.000 habitantes. Las calles están inundadas por el resplandor del sol nórdico, frío y penetrante, que puede ocasionar dolor de cabeza a quien no está acostumbrado. En un primer momento, las franjas de luz y sombra hacen que la ciudad se vea como de otro mundo, como el escenario de una película.
En la Iglesia Ortodoxa Rusa, dos ancianas con gruesos mantones anudados vendían ramos de campanillas de invierno. En una esquina justo frente a Kalku Iela, una de las calles principales que atraviesan la Ciudad Antigua, se había construido una pista de patinaje y un grupo de niños patinaba al son de una versión de Material Girl.
Se dice que Riga tiene una de las colecciones más bellas del mundo de edificios art nouveau y tomando Alberta Iela se lo puede comprobar. Cualquier aficionado a la arquitectura puede pasarse tranquilamente un par de horas aquí, sólo en una manzana. Esta ciudad no sufrió los bombardeos que destrozaron muchos de los edificios art nouveau de Alemania. Barrios enteros se observan tal cual se vieron antes de 1914, cuando Riga era una próspera metrópolis costera con grandes astilleros y una clase comerciante pujante. Muchas de las construcciones elaboradas y estrafalarias fueron diseñadas por Mikhail Eisenstein, cuyo hijo, Sergei, se convirtió en uno de los directores de cine más célebres de Rusia.
Desde la aguja de San Pedro, una iglesia del siglo XIII que fue renovada con un poco de torpeza durante el régimen soviético, se puede ver todo el curso del Daugava (con algunos trozos de hielo flotando) hasta el golfo de Riga. Al mirar hacia abajo en dirección a los techos de teja rojos y chapa verde que circundan la iglesia, se nota cómo había crecido la ciudad, con los edificios muy antiguos agrupados junto al río, rodeados por elegantes mansiones art nouveau, y finalmente los lúgubres barrios de la época soviética más alejados.

Museo de la Ocupación

Luego, una lección de historia letona más profunda en el Museo de la Ocupación, que está cerca del río en un enorme búnker rectangular. El relato de sus paredes es liso y llanamente nacionalista, comenzando por la pequeña ventana a la independencia entre las dos guerras mundiales, acortada en forma trágica por la consecutiva anexión y conquista por parte de la Unión Soviética, los nazis y los soviéticos nuevamente. Un amplio mapa cerca de la entrada muestra la red de campos de concentración soviéticos donde se enviaban con frecuencia a los patriotas letones: muchos de los campos se encuentran por encima del Círculo Polar Artico, y una tarjeta de información dice lacónicamente que se permitía a los prisioneros dejar de trabajar afuera cuando las temperaturas eran inferiores a los -40°C.
Una exhibición particularmente emotiva muestra objetos de la vida cotidiana en los campos -botas de fieltro, tijeras caseras, trozos de frazadas- acompañados por textos escritos por antiguos presos políticos letones.
Después del museo, una buena idea es probar el Dzirnavas, parte de la cadena Lido de restaurantes tradicionales letones. Desde hace más de una década, el grupo Lido cautiva a la urbanidad letona con una versión romántica del pasado rural del país. En el Dzirnavas, las camareras visten trajes tradicionales, las familias se sientan en mesas rústicas hechas con caballetes y tablones, y todo el lugar vibra con música folklórica letona. La comida, sopa solanka con panceta y tomate, panqueques rellenos con queso salado y salsa de eneldo. Bien típica.
Katherine Zoepf
Traducción de Andrea Arko

Populosa y brillante

La capital de Letonia -un país el doble de grande que Bélgica- es la más populosa y brillante entre las ciudades de las tres repúblicas bálticas. Y ha sido distinguida por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad a partir de tres hechos: el casco antiguo, los suburbios de madera y el fabuloso conjunto de arquitectura modernista.

Por error, la verdadera vida letona

RIGA.- Decidí visitar el Museo Etnográfico al aire libre, una colección de edificios de los siglos XVIII y XIX, a 40 minutos en auto desde el centro de Riga. Cuando le pregunté a Ernests, gerente del hotel, sobre el museo, me aseguró que era el lugar ideal para aprender sobre la verdadera vida letona. Me dio un plano de la red de colectivos con instrucciones precisas.
No tardé en encontrar la parada, pero el vehículo que venía hacia mí, que decía N° 1, era un tranvía en lugar de un colectivo. Como Ernests había dicho que había que esperar media hora entre un colectivo y otro decidí tomar el tranvía.
Cuando la inspectora se acercó a pedirme el boleto, se dio cuenta de que me había equivocado y comenzó a preguntarle al resto de los pasajeros si alguien hablaba algo de inglés. En la próxima parada se bajaron la inspectora, el conductor y varios pasajeros llevándome con ellos, y se reunieron en la vereda para ver mi plano.
Finalmente, entre el grupo apareció una mujer que se proclamó mi guardiana. Se presentó como Anna y me llevó hasta el edificio donde vivía. Su vecina, Vesma, había estudiado inglés.
El edificio que habitaban Anna y Vesma era del estilo de la época comunista. Los huecos de las escaleras estaban abarrotados de bicicletas y había olor a comida. Nos sentamos en la cocina y tomamos café con chocolate letón con sabor a agua de rosas. Gracias a la destreza de Vesma como intérprete, hablamos sobre los hijos de Anna y de Vesma, y sobre los cambios en Riga. Finalmente, visité el Museo Etnográfico, donde recorrí iglesias antiguas, casas de pescadores y vi artesanías, pero la verdadera vida letona la conocí en otro lado.

Datos útiles

Traslados

Riga tiene una buena red de colectivos y tranvías urbanos. El boleto cuesta 0,35 dólar.

Alojamiento

* * * US$ 40
* * * * US$ 55
* * * * * US$ 120
La habitación doble.

Gastronomía

El Dzirnavas sirve especialidades letonas. Una cena abundante de sopa solanka, carne de cerdo, verduras a la crema, panqueques y agua mineral cuesta 6 dólares. El Pelmeni XL y el Sievasmates Piradzini, ambos en Kalku Iela, sirven comida al paso regional.

Museos

Museo Etnográfico (Brivibas gatve 440). Abierto todos los días, de 10 a 17.
Museo de la Ocupación (Strelnieku laukums 1). Ver horarios en www.occupationmuseum.lv

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por Redacción OHLALÁ!

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