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Lisboa Pabellón por pabellón

Una emocionante recorrida por lo más sobresaliente de la Expo




LISBOA (El País, de Madrid).- La entrada más espectacular es, sin duda, la fluvial: por el Tajo. Pero la más cómoda, barata y que usa la mayor parte de la gente es la Puerta del Sol , que conecta con el metro, con la nueva línea roja Alameda-Oriente. El desembarco se produce en la Estación de Oriente , diseñada por el valenciano Santiago Calatrava. Se trata, en su parte más visible, de una estructura de palmeras de metal y cristal que sirve de estación multiuso (metro, trenes, autobuses), muy alabada arquitectónicamente.
Lo recomendable es aprovechar las primeras horas de la mañana para conseguir una buena ubicación en alguno de los tres pabellones más impactantes. Son: pabellón de la Utopía, Oceanario y pabellón de Telecom Portugal. Y esto es lo que ofrecen:
  • Pabellón de la Utopía. Es un enigmático edificio -el más grande de la Expo- proyectado por el arquitecto Regino Cruz con forma de OVNI, huevo o enorme gorra con visera en el que se desarrolla un espectáculo de media hora cuatro veces por día (a las 12, 15, 18 y 21), con capacidad para más de 16.000 espectadores. La representación multimedia es un homenaje a los argonautas y el mar; gira en torno de los sueños y leyendas del océano; evoca a Ulises y a Moby Dick, islas lejanas y monstruos marinos; mezcla artistas de carne y hueso con imágenes proyectadas. La concepción del espectáculo pertenece a François Confino y Philippe Genty. Un gigantesco decorado y las más avanzadas tecnologías de luz y sonido se mezclan con técnicas teatrales clásicas.
  • Oceanario. El acuario es la estrella de la Expo; está situado en el centro del recinto y alrededor de él gira todo lo más interesante. Se presenta como uno de los más grandes del mundo. Por fuera, es un edificio, diseñado por Peter Chermayeff, que recuerda a una construcción oriental y una nave antigua, por el tipo de mástiles que lo coronan. En el interior, lo principal es un enorme tanque central donde la atracción son los tiburones. Y en torno de él, cuatro acuarios más pequeños, que responden a cuatro ecosistemas y océanos diferentes, con una gran originalidad en este tipo de instalaciones: pueden contemplarse desde dos pisos, dos puntos de vista, uno que accede a la superficie del agua y otro a los fondos. En el océano Atlántico destacan las 60 aves marinas, procedentes del norte de Escocia, como araos y frailecillos. En el Pacífico reinan dos nutrias marinas de cuatro años (Eusebio y Amalia las llaman los cuidadores). En el Indico, peces tropicales de fuerte colorido. En el Antártico, lo que más llama la atención son los 18 pingüinos. La visita, que se realiza en pequeños grupos, dura unos 30 minutos. El acuario merece la pena, pero la ambientación de las aguas con rocas, algas, estrellas y corales artificiales le quita encanto.
  • Pabellón de Portugal Telecom. Construido en un tiempo récord, y con unas inconfundibles bolas doradas en su parte superior, ofrece el espectáculo audiovisual más impresionante a cambio de pagar una entrada, que ronda los 5 dólares para adultos y la mitad para niños. Ofrece las más avanzadas tecnologías para atrapar a los visitantes. Mediante realidad virtual, se transporta a los visitantes a las ruinas de Oceanía, una imaginaria ciudad sumergida de la mítica Atlántida. El viaje se realiza en la nave Shuttle. Las sorpresas son muchas durante el recorrido, que dura entre 40 y 45 minutos. Hay torbellinos y corrientes inesperadas, abismos en la profundidad de los mares; la nave se averiará. La sensación de estar totalmente debajo del agua se consigue con unos cascos que deben ponerse los visitantes. Cuenta con un recorrido especial para personas discapacitadas.
La ruta se organiza en torno de estos tres pabellones, pero en los tiempos intermedios se puede recorrer los pabellones de los países. Los recomendados son: Portugal, España, Francia, Alemania y Japón.
Para moverse de un lado a otro, lo mejor es ir a pie.
  • Portugal. Es el único país con edificio propio, diseñado por los arquitectos Alvaro Siza y Eduardo Souto de Moura. Sorprende sobre todo la cubierta, de 65 metros de largo por 50 de ancho, que alarga el pabellón hacia la plaza Ceremonial (5). El resto del edificio es austero y elegante. Dentro, la muestra se organiza en torno del papel de Portugal en la historia de la exploración de los mares. Hay pinturas, tapices, objetos antiguos, como astrolabios, brújulas y cartas de navegación. Todo expuesto en generosos espacios. Uno de los principales atractivos son los objetos rescatados del fondo del mar de una nave del siglo XVI, que naufragó.
  • España. Obra del estudio Macua-García Ramos, es uno de los cinco de mayor tamaño, junto a los de Japón, China, Holanda y Alemania. Cuenta con dos exposiciones: una, moderna, interactiva, virtual; otra, clásica, museística, de exposición de objetos.
Francia. Es un vistoso y ordenado pabellón oscuro, con una ruta iluminada que homenajea las exploraciones de Jacques Cousteau y en la que pueden encontrarse valiosos objetos, como la primera escafandra francesa, un radar y maquetas de barcos.
  • Alemania. Representa una estación submarina a 100 metros bajo el nivel del mar; una especie de ascensor que juega con ruidos y vibraciones transmite la sensación de estar bajando a grandes profundidades. Los visitantes, a bordo de un aparato que es al mismo tiempo una nave espacial voladora, submarino y anfibio, con asientos que se mueven, viajarán a un mundo imaginario, Oceanis, en una odisea virtual.
Al final del trayecto, una invitación para viajar a la siguiente exposición mundial, que se celebrará en Hannover en el 2000.
En la otra punta del recinto queda el pabellón de Japón. Para llegar hasta él puede tomarse uno de los autobuses gratuitos o el teleférico, por 3 dólares, que proporciona una estupenda vista sobre la orilla del Tajo, el amplio horizonte y el monumental puente Vasco de Gama, de 15 kilómetros, el mayor de Europa.
  • Japón. Cuenta con una valiosa -sagrada para ellos- colección de conchas marinas recogidas personalmente por el emperador Hirohito, y con una gran atracción para los niños, las tortugas parlantes, que explican la vida y los problemas de los mares.

Historia y naturaleza


Todo el protagonismo de la Expo de Lisboa se lo llevan los océanos: asunto que se aborda, sobre todo, en tres vertientes: la historia de los grandes navegantes y la exploración marina, los problemas ambientales de la actualidad y los retos del futuro y la tecnología.
Esta ruta se centra en los dos primeros aspectos: pasado y presente. Y da una visión histórica y ecológica.
Al entrar por la Puerta del Sol , lo más apropiado es girar a la derecha y, siguiendo la Alameda de los Océanos, recalar en uno de los pabellones temáticos, el del Conocimiento de los Mares, una enorme mole del arquitecto Carrilho da Graca, que hace un repaso por la historia de la navegación. Se exponen astrolabios, cuadrantes, sextantes y réplicas de embarcaciones variopintas; desde el primer submarino de hélice hasta los actuales submarinos nucleares.
Otros pabellones interesantes son:
  • México . Despliega la biodiversidad de su costa y los éxitos de programas de recuperación de ballenas y tortugas, más una muestra de piezas arqueológicas aztecas y olmecas.
  • Brasil . Ofrece su diversidad de flora, fauna y razas; un video-acuario introduce a los visitantes en aguas tropicales y amazónicas.
  • Arabia Saudí . Montó un oasis y una gran tienda nómada que recrea el ambiente seco de este país.
Después de visitar estos pabellones, bueno será subirse a la Torre Galp, en la puerta sur, que pertenece a una antigua refinería y recuerda el pasado industrial de la zona donde ahora se levanta la Expo.
  • Holanda . Presenta un espacio de grandes olas de cristal y molinos de energía eólica que simbolizan su indagación en modos de vida más respetuosos con el medio ambiente. La misma preocupación ecológica aparece en los tres pabellones nórdicos, que se encuentran en la misma ala que Holanda: Noruega , que construyó una zona de fiordos; Suecia , que toca el tema del cambio climático, y Dinamarca, que dispone de un curioso taller sobre las técnicas de reconstrucción de un barco vikingo.

Investigación y futuro


Esta ruta hace un repaso por los puntos más destacados del planteamiento futurista. Por eso, tras cruzar la Puerta del Sol -y origen de todos estos itinerarios- conviene acercarse al pabellón del Futuro. Ya la fachada llama la atención; parecen ondulaciones metálicas y, sin embargo, es piedra. El edificio lo firman los arquitectos Paula Santos, Rui Ramos y Miguel Guedes. Enfatiza el carácter científico de la investigación y estimula al público a tomar parte activa de la exposición. Aquí el visitante también tendrá la oportunidad de bajar al fondo de los mares -desde una playa hasta las profundidades abisales, donde no llega la luz del sol- y descubrir una colonia submarina.
Con la vista puesta en el mañana, rumbo al futuro, merece la pena visitar el pabellón de Estados Unidos . Participó Jean-Michael Cousteau, hijo del famoso comandante francés. Sugiere al público la sensación de encontrarse bajo el mar con efectos especiales de lo más avanzado.
En el área norte, el Reino Unido intenta captar visitas con una cinta transportadora en espiral, de ocho metros de altura, que lleva al viajero por paisajes sumergidos, recurriendo a sistemas multimedia, efectos especiales, hologramas, técnicas de sonido y luz, y proyección de videos. Para los más jóvenes y arriesgados, hay un lugar en una esquina de la Expo, se llama Expo Adrenalina. Queda junto a la Plaza Sony y está destinado a los deportes radicales, raros, vanguardistas y espectaculares.
Presencia argentina
Un viaje por el fondo del mar es una propuesta poco habitual pero, si además, se hace en compañía de ictiosaurios de 200 millones de años se convierte en una experiencia inolvidable.
El pabellón argentino en la Expo ´98 -a cargo de la Secretaría de Turismo de la Nación- recrea a la Patagonia y su relación con el mar a través de las diferentes eras geológicas. Se hace hincapié en los períodos en que el sur de nuestro país fue fondo de mar por los avances y retrocesos del Atlántico y los ingresos del Pacífico, y se recrea su correspondiente fauna.
La recorrida por las profundidades marinas -con anteojos tridimensionales- se complementa con un recorrido entre dinosaurios (reptil temible). Se expone el esqueleto completo del dinosaurio carnívoro más grande encontrado en el mundo, el Gigantosaurios y el esqueleto fósil y una reproducción en vivo del más primitivo hallado hasta el momento, el Eoraptor. También se puede apreciar una vértebra de 1,60 metros de altura por 1,30 metros de ancho del Argentinosaurus, el saurópodo de 100 toneladas, equivalentes a 16 elefantes.
Luego de la travesía submarina se ofrece un espectáculo de tango y un audiovisual con los destinos turísticos del país.
No apto para mayores
LISBOA (El País, de Madrid).- El concepto con que está montada esta exposición -que mezcla lo didáctico con lo espectacular- y el tema en torno del que gira -los océanos- la hacen muy atractiva en conjunto para los chicos.
Pero lo más recomendable es llevarlos al Oceanario, con tiburones y pingüinos, y subirlos en el teleférico (3 dólares), que discurre por algo más de un kilómetro de la orilla del Tajo, o en la fantástica Torre Vasco da Gama (3 dólares), para disfrutar de la mejor perspectiva aérea.
Un acierto será entrar con ellos en el pabellón de Japón, con tortugas-robot parlantes; en el de España, con una entretenida ruta que incluye una tormenta en alta mar y una inmersión en el fondo marino; en el México, uno de los que tiene más animales; en el de Arabia, porque propone el desierto, el oasis y una tienda de nómadas, y en los de Francia y Alemania, con impresionantes y avanzados montajes.
El pabellón del futuro ofrece una película en 3D de una niña, Verónica, y una ballena. Para menores no muy pequeños, el viaje virtual más impactante espera en el pabellón Portugal Telecom. Y pueden aprender mucho y a la vez divertirse si entran en el pabellón del Agua, de la empresa Unicer, que propone 20 juegos científicos e interactivos sobre energía hidráulica.
Otra atracción es el espectáculo de media hora que se desarrolla cuatro veces diarias en el pabellón de la Utopía. Encontrarse con algún Olharapo -los extraños personajes que animan continuamente el recinto- y con la mascota Gil, será grata sorpresa.

Al trote

La cabalgata al atardecer -Peregrinação- y el espectáculo nocturno de luz y sonido -Acqua Matrix- también son perfectos para los menores.
Además, está previsto un espacio lúdico infantil, para niños de 3 a 10 años, en la Puerta del Sol y funcionará un servicio de guardería entre las 9 y las 20.
En los jardines del Agua habrá un original espacio para que jueguen en torno de un pequeño río y un lago, más títeres y teatro.

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por Redacción OHLALÁ!


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