

Mozo jinetazo, ahijuna/ como creo que no hay otro/ capaz de llevar un potro/ a sofrenarlo en la Luna.
La descripción del Fausto de Estanislao del Campo (1834-1880) se emparenta con las pinturas de Molina Campos de gauchos y caballos. Lo vemos en el espectáculo de las domas. Jinetes hábiles y valientes que salen a la disparada mientras el animal corcovea para sacárselos de encima.
Todavía en muchas estancias así amansan al animal. El domador lo deja correr hasta que el caballo se va cansado y se entrega. La tarea puede continuar de manera cruel para acostumbrarlo a la cincha, montura y, sobre todo, el freno de boca. En este método el animal no se relaciona, se somete.
Pero mucho antes de 1998, cuando se estrenó la película de Robert Redford (El hombre que hablaba a los caballos), hubo precursores en lo que se llama doma natural o racional. En este método, ahora respetado, se establece la comunicación con el caballo mediante su lenguaje, sin utilizar la violencia, en una relación de amistad y entendimiento de mutua confianza.
Algo nuevo que en realidad es viejo
Era lo que hacían los indios en nuestras pampas. Como lo recoge un viejo proverbio, La doma comienza cuando nace el potrillo. Incluso le hablan a la panza de la yegua para que se vaya familiarizando con la voz humana.
Hay muchos argentinos que van amansando de abajo, dándole al animal todo el tiempo necesario para que acepte ser montado sin rigorearlos jamás. Uno de ellos es Ricardo Fahler, el legendario Gitano de Villa Gesell, que establece tal relación con el caballo que puede manejarlo su hija Wanda de 8 años y al pelo.
En Las Rabonas, cerca de Mina Clavero, tiene su escuela de equitación el cordobés Luis Liste, que aprendió psicología del caballo de un norteamericano. Y de otro, el famoso Monty Roberts, que hizo una demostración ante la reina de Inglaterra, tomó muchos conceptos. Explica la forma de acercarse al animal. Conseguir que el caballo venga a nosotros, que podamos relacionarnos a través de la mirada, de los gestos, que acepte nuestro liderazgo. "Eso allana mucho el camino. La doma racional consiste en hacérsela fácil al caballo", explican.
Hay más ejemplos que merecen ser conocidos, especialmente en vacaciones. No importa no tener caballos, sino aprender. Especialmente en un país como el nuestro donde es difícil imaginar la estatua de un prócer sin estar montado.
Aquí, la mayoría de los especialistas es muy crítica sobre Tom Booker, el personaje de la película, porque hace que el tema se pueda prestar a la charlatanería. Pero rescatan lo fundamental del buen trato. En esta línea está Fernando Noailles, nacido en Buenos Aires y criado en Villa La Angostura, su paraíso terrenal. Desde 2000 está en Madrid convertido en estrella europea sin abandonar su ropa de gaucho. El diario El País lo presentó como el hombre que doma caballos con la voz y que no es Robert Redford, sino mejor.
Hay que recordar la advertencia de los expertos antes de salir a cabalgar en caballos alquilados: No son bicicletas. Exigen amistad y respeto.
Por Horacio de Dios
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